La repetición de un sismo en la misma fecha (aun cuando sea un 19 de septiembre) no tiene nada de mágico. Se llama coincidencia. Y el hecho de que las coincidencias ocurran no significa que la ciencia falle
Twitter: @lolacometa
Los chistes y los memes no se han hecho esperar. “Los geofísicos quedando en ridículo otra vez”, “A ver cómo explica esto la ciencia”, “Vamos, sismólogo, di lo tuyo”. Pero más allá de la ironía, para muchos el hecho de que en Ciudad de México se haya sentido un nuevo sismo de magnitud mayor a 7 el pasado 19 de septiembre, el mismo día en el que se registraron los dos más impactantes en la historia reciente de la capital, es una señal de que “la ciencia está mal” o que estos fenómenos podrían tener explicaciones misteriosas, mágicas o apocalípticas. Para la ciencia, sin embargo, la explicación es muy clara: se trata de una coin-ci-den-cia. Improbable, sí; imposible, no.
La primera razón para entenderlo son las características propias de nuestro país que lo hacen una zona de alta sismicidad debido a la inusual interacción entre cinco placas tectónicas (Norteamérica, Cocos, Pacífico, Rivera y Caribe). El Sistema Sismológico Nacional (SSN) reporta que ocurren, en promedio, cuatro sismos de magnitud mayor a tres (M> 3) cada día, y un sismo de magnitud mayor que siete (M> 7) cada 1.6 años. Tenemos muchos sismos y, lógicamente, esto hace perfectamente posible que un nuevo sismo suceda en la misma fecha en la que ocurrió otro. Además, los tiempos humanos (la vida promedio de una persona) tienen poco que ver con los tiempos geológicos, de manera que nos puede parecer increíble que coincidan tres sismos el mismo día, pero si tomamos en cuenta los 4.5 mil millones de años que tiene la Tierra, el evento tiene poco de excepcional.
De hecho, los sismólogos saben que la probabilidad de que ocurran dos sismos (o incluso más) en una misma fecha no es tan baja como se pensaría. Ejemplos hay varios. Basta revisar el registro histórico de los sismos del SSN para saber que hay al menos 13 fechas en los que han ocurrido tres sismos de magnitud igual y superior a seis en diferentes años, y 12 días del año en los que han coincidido al menos dos sismos de magnitud superior a siete. Por ejemplo, el 14 de diciembre de 1935 hubo un sismo de magnitud 7.3 con epicentro en Tapachula, Chiapas, y 15 años después, en la misma fecha, ocurrió otro de 7.2, con epicentro de Tlaxiaco, Oaxaca. Otro sismo de magnitud 8 ocurrió el 9 de octubre de 1995, la misma fecha en la que hubo otro de magnitud 7.5, pero en 1928. Por supuesto, la probabilidad de que coincidan tres o cuatro en una misma fecha es menor a que lo hagan dos. Pero los datos muestran que no es imposible que sucedan.
Algunos especialistas en estadística suelen explicarlo usando lo que denominan la paradoja del cumpleaños, que se basa en una simple pregunta: ¿cuántas personas se necesitan para que haya 50 por ciento de posibilidades que al menos dos personas coincidan en su fecha de cumpleaños? Intuitivamente, muchos creerían que se requieren 183 personas, debido a que es la mitad los 365 días que conforman un año. Pero este cálculo se basa en la suposición de que cualquier persona pueda coincidir con una fecha específica (el cumpleaños de alguien), lo cual es incorrecto. Para hacer el cálculo correctamente, hay que pensar en todas las posibles combinaciones entre las personas de un grupo y cualquier día del año, lo que resulta en que solo se necesitan 23 personas (puedes ver el cálculo aquí) para que exista el 50.7 por ciento de probabilidades de que dos personas tengan el mismo cumpleaños. Esa es la clave de la paradoja: las probabilidades de que alguien comparta tu misma fecha cumpleaños son pequeñas, pero las probabilidades de que dos personas dentro de un grupo compartan una fecha cumpleaños son mucho más altas.
Lo mismo sucede con los sismos. Si solo nos fijamos en las posibilidades de que coincidan dos o más sismos en un día, en este caso el “fatídico” 19 de septiembre, las posibilidades de coincidir pueden ser muy pequeñas, y por eso algunos lo definieron como un caso extremadamente improbable y, para muchos, hasta misterioso. Pero cuando pensamos en la probabilidad de que cualquier sismo coincida con otro previo, en cualquier día del año, en realidad esa probabilidad no es tan pequeña. Siguiendo los cálculos de la paradoja del cumpleaños, la sismóloga de la Universidad de Calgary, Celeste Lebedz, dice que si tomamos como base los 30 sismos que han ocurrido desde 1985 en la zona de subducción de la placa de Cocos, resulta que la probabilidad de que tres de ellos coincidan en la misma fecha es de 3 por ciento. Otros geofísicos que tomaron en cuenta los 86 sismos de alta magnitud que han ocurrido en el país desde 1900 llegan a la conclusión de que la probabilidad de que tres coincidan en el mismo día es de 55 por ciento. Aunque sus cálculos varían en función del número de sismos que toman en cuenta, sus números dejan claro que se trata de eventos para nada improbables.
Pero incluso los eventos con probabilidades más minúsculas pueden suceder. Aquí, una lista de situaciones rarísimas que le han sucedido a la gente, como el hecho de que una persona, por quedarse a cuidar a su padre enfermo, no estuviera en la línea de metro que usa normalmente a la hora precisa en la que ocurrió un atentado; u otra persona que se sorprendió de que la cantidad total de los productos que había comprado eran exactamente los cuatro dígitos del NIP de la tarjeta con la que estaba a punto de pagar. A todos nos han pasado eventos improbables: cuando recordamos a alguien sin ninguna razón aparente, y en seguida nos enteramos de que le sucedió algo atípico; o cuando dos personas pronunciamos la misma frase en el instante exacto. ¿Qué probabilidades hay de que eso ocurra? Muy pocas. Pero, de nuevo, no son eventos imposibles.
Se llaman coincidencias. Y ocurren más frecuentemente de lo que podríamos pensar. De manera que, por mucho que tengamos la necesidad de darle alguna explicación mágica o paranormal, la realidad de los sismos del 19 de septiembre es que se trata de una simple y llana coincidencia.
Una última razón de que la fecha nos parezca “especial” tiene que ver con nuestro sesgo de confirmación, que es la tendencia a interpretar la información de manera que confirme nuestras ideas o creencias preconcebidas. Por ejemplo, muchos piensan que las mujeres somos “malas” para conducir, no porque tengan pruebas de que ello, sino porque cada vez que ven una mujer que maneja “mal” confirman su idea preexistente de que todas los hacemos así. O, por ejemplo, si sólo un par de ocasiones llovió de manera excesiva en nuestro cumpleaños, nuestro sesgo de confirmación probablemente nos dirá que “siempre llueve en esa fecha”.
A muchos nos puede resultar sorprendente la coincidencia de que hayamos tenido tres sismos de alta magnitud en una misma fecha. El problema emerge cuando las opiniones empiezan a tomar tintes pseudocientíficos que hacen que las personas empiecen a rechazar las explicaciones que ofrece la ciencia para creer -con mucho menos escepticismo que el que tienen ante la geofísica o la sismología- conjeturas astrológicas, energéticas, o paranormales, con poca o nula evidencia científica. Es verdad que la ciencia no ofrece todas las respuestas; y en sismología pasarán muchos años antes de que se entienda a cabalidad si hay formas de predecir un sismo, pero, seamos sensatos, es mucho más probable que esas respuestas provengan de la ciencia que de las premoniciones energéticas de Martha Debayle.
Periodista de ciencia. Es comunicadora de la ciencia en el Centro de Ciencias de la Complejidad de la UNAM, cofundadora y expresidenta de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia. Escribe para SciDev.Net, Salud con Lupa , Fundación Gabo, entre otros. Estudió Periodismo en la UNAM y tiene estudios de posgrado en periodismo por la universidad española Rey Juan Carlos y el Instituto Indio de Comunicación de Masas, en Nueva Delhi.
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