Damnificados de las lluvias en Tabasco levantan casas provisionales en la carretera; este domingo recibieron despensas del gobierno federal. Los brigadistas tardaron más de tres horas en entregarlas porque llevaban la encomienda presidencial es que el reparto fuera casa por casa
Texto y fotos: Carlos Marí
CENTRO, TABASCO- Quedaron aislados por el desbordamiento del río Grijalva. Son cientos de habitantes de las rancherías de Acachapan y Colmena, que se encuentran refugiados sobre una carretera que les protege a manera de bordo, como un tramo alto ante la creciente.
Ahí, a escasos metros de sus casas —que cumplieron una semana de estar entre el agua— levantaron ahora sus improvisadas viviendas, ya sea con plásticos o con lonas de desecho de propaganda política o comercial.
“Hicimos estos refugios, porque nuestras casas se fueron hasta más de un metro de agua y a algunas les llegó hasta el techo y prácticamente, perdimos todo”, dice Jesús Villegas Mondragón, habitante del sector Esperanza, donde hay unas 40 familias refugiadas.
Acachapan y Colmena es una zona de cuatro rancherías que se encuentran asentadas a lo largo del cauce del Grijalva, a 18 kilómetros de la capital tabasqueña. Su entorno es totalmente de vegetación verde, con árboles de mango, plantaciones de plátano, papaya, maíz y extensiones de pastizales con ganadería, que ahora está entre el agua.
El Grijalva, como los ríos Pichucalco, Oxolotán, de la Sierra, Puxcatán y Tulijá, desbordó desde hace una semana, a consecuencia de las lluvias torrenciales en la serranía; durante los últimos días soleados, continuó en ascenso hasta el viernes 12, que fue cuando empezó a bajar, pero sin dejar de inundar a la mayoría de las viviendas.
En el momento álgido de la creciente, a la zona de Acachapan y Colmena, tercera sección, que consta de mil 300 habitantes, sólo se podía ingresar en lancha, en una travesía de 45 minutos, partiendo del poblado Buena Vista, que significaba una trayectoria de más de dos horas, desde Villahermosa.
Por ello, los lugareños privilegiaron no huir ni refugiarse en otra parte y continuar al lado de sus casas. Sólo unas 150 personas se encuentran en albergues instalados en dos iglesias.
En las casuchas que están sobre el asfalto, los damnificados tienen los pocos muebles que lograron sacar de sus casas: cama, ropero, mesa y sillas. También cuentan con sus fogones para cocinar con leña y algunos cuentan hasta con una lavadora.
“Aquí comemos de nuestras aves de traspatio, nuestras gallinitas, porque fue poco lo que pudimos rescatar”, expresa el señor Villegas.
Manuela Matías González dice que consiguió instalar un cableado de energía eléctrica y echar a andar una lavadora que le prestó su vecina y así, intentar continuar con su vida doméstica, aunque con dificultades, como convivir con un exceso de moscos por la abundante agua estancada.
“Aquí no las pasamos entre mosquitos y para espantarlos tenemos que quemar cartón”, confiesa.
Manuela cuenta que su esposo levantó su morada con estructura de bambú que recién cortó entre la vegetación cercana y unas láminas y lonas que consiguió prestadas, para techos y paredes.
Este domingo 14 de noviembre, personal de la Coordinación Nacional de Protección Civil (CNPC) y elementos de la Marina arribaron a bordo de un vehículo pesado para entregar las primeras 200 despensas a los damnificados de la tercera sección de Acachapan y Colmena.
La brigada había previsto que sólo llegaría a un albergue, en la que entregaría todos los paquetes, pero desconocía que se trataba de mil 300 personas damnificadas que viven a lo largo de la orilla del río y ahora están en un caserío repartido a lo largo de ocho sectores, por lo que las 200 despensas serían insuficientes y requerirían más tiempo para el reparto.
El personal de la CNPC dialogó con el delegado Pascual Sánchez Alamilla, quien agradeció el apoyo humanitario e intentó ayudar al reparto, pero enseguida tres mujeres líderes reclamaron que ellas habían gestionado la solicitud de despensas.
“Nosotros fuimos a Protección Civil, en Villahermosa, para entregar una lista de las personas afectadas por cada uno de los sectores”, reclamaba una y otra vez, Mirta Velázquez Carrasco, quien presumía trabajar en los programas asistenciales de la Secretaría de Bienestar, como servidora de la nación.
Los brigadistas, conminaron a la conciliación y aceptaron a realizar el recorrido de reparto a cada uno de los sectores, porque insistieron en que la instrucción presidencial es que el reparto fuera casa por casa y a la mano de cada representante de familia damnificada.
Dar cumplimento a esa encomienda presidencial, significó entonces una labor de más de tres horas. El recorrido se extendió a lo largo de otros 12 kilómetros de la ranchería, a través de una vía principal con varios tramos inundados y dos caminos vecinales más.
En cada punto, el personal de Protección Civil advierte: “Señoras esta es una primera ayuda, vamos a regresar con más apoyo, con colchoneta, pero en esta ocasión tengan paciencia”.
Finalmente, la brigada entregó despensas a otras 56 familias damnificadas del sector Cinturón, 25 de Los Pajaritos, 14 de Carlos Pellicer, 40 de Flores Magón, 5 de Jobo, y 14 más del sector San Ramón, que se encontraban entre los caseríos instalados en la carretera, un lugar al menos seguros para ellas: contra la creciente del Grijalva.
Periodista ex corresponsal del Grupo Reforma en Tabasco y doctorante en Ciencias Humanas para el Desarrollo Interdisciplinario enfocado a temas de gestión del agua, desastres naturales, de resistencias, explotación petrolera, megaproyectos, pobreza y desigualdad de desarrollo en la región sur.
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