El hecho de que las obras de artistas reconocidos resulten inaccesibles para la mayoría de la población, no las vuelve innecesarias. Hay una gran confusión entre la moda vista desde la banalidad, y la moda vista desde la apreciación del arte.
Por: Évolet Aceves
Tw: @EvoletAceves
La casa de moda italiana Schiaparelli fue fundada por la modista dadaísta y surrealista Elsa Schiaparelli en 1927. Esta casa se ha distinguido por mantenerse fiel a la vanguardia del Surrealismo.
La modista y empresaria Schiaparelli, amiga cercana de Salvador Dalí y Jean Cocteau, llegó a colaborar con ambos, creando ilusiones ópticas en las obras —o prendas— exhibidas durante sus pasarelas. Ejemplo de ello es el sombrero-zapato, diseñado por Schiaparelli tras ver un dibujo de Dalí, a su vez inspirado en una fotografía de su entonces esposa, la modelo Gala —quien antes fue esposa del poeta francés Paul Éluard. Otra surrealista con quien Elsa Schiaparelli tuvo una relación muy cercana fue con la pintora argentina Leonor Fini y con el fotógrafo estadounidense Man Ray.
La moda y las bellas artes desde siempre han estado ligadas, prueba de ello, para mantenernos en la línea del surrealismo, son las constantes colaboraciones que llegaron a hacer los artistas multidisciplinarios Jean Cocteau y Salvador Dalí con la también diseñadora Coco Chanel.
Las esculturas eran a la vez escenarios de diseño de interiores: un sillón en forma de labios rojos, titulado sofá-labio “Mae West”, y que surgió a raíz de un encargo hecho por el coleccionista inglés Edward James a Salvador Dalí, esta obra formaría parte de diferentes ensamblajes en conjunto con fotomurales de modelos y actrices de la época, fungiendo el sillón “Mae West” como los labios de éstas. Schiaparelli, influenciada por los labios hechos por Dalí en diferentes disciplinas plásticas, creó los broches de labios rojos, los cuales estarían bordados o yuxtapuestos en vestidos y sombreros.
Asimismo, la joyería de Schiaparelli ha sido única e icónica, utilizando elementos faciales en diseños surrealistas, como ojos, labios, orejas, narices, para hacer de ellos gigantescos aretes, collares, lentes y un sinfín de accesorios en donde utiliza una colorimetría dorada; incluso accesorios-esculturas de caras y troncos metálicos colocados sobre el cuerpo de las modelos.
Durante la semana de la moda, se dio a conocer la nueva colección primavera 2023 de Schiaparelli. Esta colección causó revuelo entre críticos de moda y ambientalistas, dado que los vestidos presentados durante la pasarela, incluían esculturas realistas de animales —león, leopardo y loba— ensambladas en los vestidos de terciopelo que igualmente simulaban ser piel de dichos animales.
La razón por la que causó indignación ante cierto público fue porque supuestamente era una “glorificación a los trofeos”, “haciendo ver a los animales muertos como algo deseable en la industria”.
También he leído comentarios relacionados con un aporte innecesario a la vestimenta, y que sólo está dirigida hacia un porcentaje mínimo de la población: la gente rica. No lo niego, sin embargo, piezas de Elsa Chiaparelli han sido expuestas en los museos más grandes del mundo, la última vez que se expuso surrealismo en Bellas Artes, apenas el año pasado, había esculturas/diseños hechos por Schiaparelli, igualmente ha sido expuesta en museos de Florencia y Florida.
A lo que quiero llegar, es que hay cierta incongruencia en que se critiquen las cabezas y pieles falsos utilizados durante la última colección de Schiaparelli, mientras los performances no sólo caros sino absurdos de Gabriel Orozco, en los que utiliza animales reales, permanecen absueltos de toda crítica.
No voy a negar que Schiaparelli sea una casa de moda costosa, como toda alta costura, pero lo mismo sucede con pinturas y esculturas de artistas mundialmente reconocidos, ¿cuántos tenemos un Rivera, un Carrington en casa? El hecho de que las obras de artistas reconocidos resulten inaccesibles para la mayoría de la población, no las vuelve innecesarias. Hay una gran confusión entre la moda vista desde la banalidad, y la moda vista desde la apreciación del arte.
Los diseños de Schiaparelli han sido referentes para artistas contemporáneos, prueba de ello son los accesorios utilizados por le voguere Dómina, bailarine disidente que ha utilizado accesorios schiaparellianos durante sus interpretaciones dancísticas.
Cierro con una cita de Christian Dior: “La moda tiene vida y leyes propias, que son difíciles de comprender para la inteligencia ordinaria”.
Évolet Aceves
Twitter: @EvoletAceves
Instagram: @evolet.aceves
Évolet Aceves escribe poesía, cuento, novela, ensayo, crónica y entrevistas a personajes del mundo cultural. Además de escritora, es psicóloga, periodista cultural y fotógrafa. Estudió en México y Polonia. Autora de Tapizado corazón de orquídeas negras (Tusquets, 2023), forma parte de la antología Monstrua (UNAM, 2022). Desde 2022 escribe su columna Jardín de Espejos en Pie de Página. Ha colaborado en revistas, semanarios y suplementos culturales, como: Pie de Página, Nexos, Replicante, La Lengua de Sor Juana, Praxis, El Cultural (La Razón), Este País, entre otros. Fue galardonada en el Certamen de ensayo Jesús Reyes Heroles (Universidad Veracruzana y Revista Praxis, 2021). Ha realizado dos exposiciones fotográficas individuales. Trabajó en Capgemini, Amazon y Microsoft. Actualmente estudia un posgrado en la Universidad de Nuevo México (Albuquerque, Estados Unidos), donde radica. Esteta y transfeminista.
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