El pasado 10 de mayo, la jueza de enjuiciamiento del Penal Neza-Bordo dictó determinó que Roxana, una madre mixteca de 23 años, sufrió un ataque sexual y ella se defendió legítimamente. Pero también se excedió en su defensa. En los próximos días se establecerá si vuelve a la cárcel y por cuánto tiempo
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Los hechos dieron inicio el 8 de mayo de 2021, cuando Roxana salió de su trabajo en plena noche, y regresaba a su casa por “el camino largo”, buscando botellas de pet… aunque quizá los hechos iniciaron desde muchos años antes, porque Roxana ya había sufrido otras violencias.
Roxana migró al oriente de la Ciudad, desde Pinotepa Nacional a la edad de 14 años, buscando una mejor vida. Lo hizo con quien entonces era su pareja, el que luego sería padre de su hijo. Ella se pregunta “cómo de algo malo puede salir algo bueno, lo que más amo en el mundo, que es mi hijo”, dice, en una entrevista telefónica, después del veredicto. Ella sufrió mucho maltrato por parte de su pareja, mas ella misma reconoce que de estas violencias, no fue consciente sino hasta años después, cuando ya se encontraba enmedio de este juicio… aunque nos estamos adelantando a los hechos…
Llegó a los 14 a Ciudad Nezahualcóyotl, la periferia de la Ciudad de México; trabajó limpiando casas, atendiendo puestos callejeros. A los 16 años, siendo ella misma una niña, tuvo a su hijo. Y cuando el pequeño cumplió dos años decidió dejar al papá por los malos tratos que éste le daba; Se encontró de pronto con 18 años, sin estudios–apenas terminó la secundaria– con un hijo pequeño, en la enorme ciudad. Y aún así la posibilidad de regresar a Pinotepa Nacional era peor que quedarse. Aquí su hijo al menos tendría posibilidad de estudiar mejor; aquí ella podía trabajar.
Así pasaron los años. Trabajó en un lugar y luego en otro, siempre trabajos precarios, provisionales, igual que el cuartito que rentaba. Así fue que a inicio de 2021, comenzó a atender el puesto de papas ahí. Aquel día llegó al turno de la tarde, porque hasta esa hora una tía paterna del niño pudo cuidarlo. Así que Roxana cerró el puesto ya por la noche.
“Yo no pasaba por ahí, fue la primera vez que regresé por (esa calle). Pero ese día iba a recoger botellas de pet para el reciclaje. Normalmente tomaba un bus, pero ese día decidí caminar» y juntar unos pesos más.
Cuando pasó frente a la tienda, vio a otra joven tomando una cerveza, Roxana le preguntó si tenía botellas de pet, pero la joven en cambio le invitó un trago de cerveza, y Roxana aceptó. Una joven de 21 años, madre desde los 16, trabajadora de tiempo completo.
Al cabo de un rato fueron llegando más jóvenes que trabajaban en una tienda de nombre “El Zorro”, las cuales pertenecen a la agrupación Antorcha Campesina. Los muchachos se sumaron a la cheleada sobre la calle. Entre ellos, Sinaí a quien Roxana no conocía antes. “Esa fue la primera vez que se cruzaron nuestros caminos”, asegura Roxana.
Pasaron un par de horas y sí, todos tomaron. “Entre todos yo pude haber dicho mi dirección. Y esta persona (SInaí) dijo que vivía cerca y que le quedaba el tumbo. Por eso no se me hizo raro que dijo que me acompañaba”. Se fueron caminando, “pero yo me di cuenta que no vivía por ahí porque empezó a hacer comentarios como “ay, dónde estamos’, o ‘me quieres perder’”. De hecho, cuando estaban frente al Oxxo en la esquina de Chimalhuacán con Carmelo, Roxana se ofreció a ponerle saldo al celular de él para que regresar a su casa. Pero él se negó.
El problema fue cuando llegaron al cuarto que la joven rentaba. Ella se quiso despedir, pero Sinaí le impidió cerrar la puerta: “¿me vas a dejar como un perro?”, le dijo. Así que, asegura Roxana, ella se sintió culpable y lo dejó pasar.
Puso dos colchonetas en el suelo (era todo lo que tenía), y casi inmediatamente se quedó dormida. Pero un rato después despertó, cuando sintió al muchacho encima de ella, queriendo quitarle el pantalón. “Ahí empezó el motivo de este infierno”, ella remata.
Primero entre los forcejeos, ella lo golpeó y comenzó a salirle mucha sangre de la nariz, lo que lo distrajo. Ella aprovechó para zafarse y tratar de salir del cuarto. “Pero me puse nerviosa y no pude abrir la puerta rápido”. Entonces él la alcanzó y cerró de nuevo de un portazo. “La casera dice que no escuchó, no entiendo cómo no lo escuchó”, advierte la joven.
Entonces ella se escondió detrás de una mesa y él la perseguía, “empezamos como a bailar” alrededor de la mesa, mientras tanto él le decía “que me dejara o me iba a matar”.
Fue así que ella se defendió.
Durante la noche madrugada entre el día 9 y 10 de mayo de 2021, Roxana fue detenida, cuando intentaba deshacerse del cuerpo de Sinaí. Desde el inicio dio esta versión, pero el ministerio público no ordenó aplicar pruebas ni físicas ni psicológicas que pudieran acreditar la agresión de índole sexual que sufrió.
“Sólo me hicieron un peritaje psicofísico”, dice. Ninguna prueba ginecológica. Y tampoco un peritaje psicológico.
Se hizo, sí un peritaje para hallar prueba de fosfato ácida prostática, pero se hizo 40 horas después del hecho, por lo que fue negativa.
Este testimonio lo da Yazul, una participante en la colectiva Nos queremos vivas Neza. Ella advierte:
“En el momento en el que a Roxana la detuvieron, aunque ella se había defendido porque estaba siendo violada, (las autoridades) no le hicieron ningún peritaje psicológico ni médico. Y automáticamente la encarcelaron. La defensa, la abogada de oficio, le dijo que se declarara culpable y que le iban a dar entre 30 y 70 años de prisión. La organización Nos Queremos vivas muy constantemente está afuera del penal, acompañando algunos casos, y la mamá de Roxana un día se acercó con las compañeras, les comentó el caso, les dijo que eran mujeres indígenas que no tenían recursos para acompañar el proceso legal”.
Entonces la organización aceptó el caso debido a esta intersección de desigualdades. Por medio de esto, y con los abogados, lograron sacar a Roxana de la cárcel bajo la figura de libertad preventiva en febrero de 2022. Habían pasado 9 meses desde el evento. En aquel tiempo, por medio de dos peritajes psicológicos (uno presentado por la defensa de Roxana, y el otro colegiado, presentado por la fiscalía) se acreditó legalmente que Roxana fue víctima de abuso sexual la noche del 8 de mayo de 2021.
Pero se sumó un nuevo problema, advierte la colectiva Nos Queremos Vivas Neza. Familiares de Sinaí tienen relación o forman parte de Antorcha Campesina, una de las organizaciones clientelares y de choque más grandes del país. Así que también este grupo ha estado presente durante las audiencias en el penal Bordo Neza.
Las agresiones fueron aumentando hasta el grado que el pasado 16 de abril (la última audiencia antes de la sentencia), un automovilista estuvo constantemente aventando el carro a la colectiva feminista.
De acuerdo con las redes sociales de los familiares de Sinaí, éste era originario de San Pedro Hueyahualco, municipio de Zinacantepec, estado de México. Contaba con 22 años, y había migrado a Nezahualcóyotl, como muchos otros jóvenes, como la propia Roxana en busca de trabajo y un futuro. Fue así que llegó con sus tíos.
Después de la sentencia, Roxana habló por teléfono con su hijo, que ya tiene seis años y está próximo a terminar el preescolar. El pequeño le preguntó:
-¿Ya puedo vivir contigo?, ¿ya vamos a ser felices?
El niño le pide que nunca más vuelva a aceptar ese “trabajo en el que tenía que vivir en un lugar donde no puede salir”: la cárcel.
Roxana le ha tenido que explicar que todavía no; aún no pueden estar juntos.
*Actualización 16 de mayo.
Este lunes a Roxana la condenaron a seis años de cárcel. Todo por defenderse de su agresor.
Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).
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