Ricardo Flores Magón, la utopía anarquista

8 abril, 2022

Este periodista marcó una senda extraña dentro de la Revolución Mexicana, con esmero se dedicó a cultivar la rebeldía de sus lectores. Las ideas sobre las armas, su agitación fue tan turbulenta que le hicieron pagar caro su irreverencia al sistema; aunque hoy se le venere desde la oficialidad.

@ignaciodealba 

El gobierno declaró este el “2022 como el año de Ricardo Flores Magón”. El revolucionario se convirtió en el sello de toda la papelería oficial. Es curioso, cuando el gobierno de la Unión Soviética quiso sepultar el anarquismo lo volvió ceremonioso, después de haberlo perseguido. 

Incluso, Lenin realizó un funeral de Estado para enterrar al líder anarquista más venerado en su país, Piotr Kropotkin. La apropiación simbólica fue un palazo de tierra dañero para el anarquismo. Cuando Ricardo Flores Magón murió (aunque hay quien duda de su cardiopatía fatal) en la Penitenciaría de Leavenworth, en Kansas City los restos de Ricardo Flores Magón fueron sacados de la cárcel y el gobierno de Álvaro Obregón pactó con la familia del revolucionario para que su administración sufragara los gastos de traslado y el funeral. El Estado que lo persiguió ahora dedicaba a traerlo muerto y darle un pomposo funeral, reconociéndolo como precursor de la Revolución Mexicana. 

Flores Magón era originario de Eloxochitlán, Oaxaca. Un pequeño pueblo en donde la familia Flores administraba un par de propiedades. Contrario a lo que decía Ricardo, quien aseguraba que era descendiente de aztecas y de extracto humilde, se sabe que la familia vivía con holgura, en comparación con sus coterráneos. Aunque la situación familiar cambió con la muerte del padre. 

La familia se mudó a la Ciudad de México, donde los hermanos Jesús, Ricardo y Enrique estudiaron en la Escuela de Jurisprudencia. Ahí se involucraron en los movimientos estudiantiles de 1892, desde entonces la vida de Ricardo transcurriría en distintas cárceles. 

Para Ricardo era fundamental construir las vías ideológicas por la cual pudiera transitar el tren de la revolución. Ricardo y sus hermanos crearon Regeneración, el periódico mediante el cual se difundían ideas anarquistas, de hecho esta fue la primera publicación en oponerse abiertamente al régimen de Porfirio Díaz. 

La pluma fue el oficio de Ricardo, quien estaba seguro que su rol como escritor e ideólogo era más importante que su participación en la lucha armada. Cuidar la ideología era más importante para la causa del proletariado que la ascensión de otro caudillo. Pero para el revolucionario su definición no era tan clara, de hecho él mismo se cuestionó escribir desde un refugio en Los Ángeles, mientras se llevaba a cabo la guerra. 

De hecho, Ricardo Flores Magón se había visto obligado a refugiarse en Estados Unidos, por un prematuro intento de levantamiento armado por parte de los integrantes del Partido Liberal Mexicano. Los miembros del partido carecían de estrategias claras, rápidamente fueron infiltrados por el gobierno y se inició una dura persecución en su contra. A pesar de que buena parte de ellos se refugiaron en Estados Unidos, las autoridades de ambos países accionaron redes de espionaje para desvanecer cualquier intento de disidencia. 

El intelectual Claudio Lomnitz, describe así la gran paradoja de la vida de Ricardo Flores Magón: “la de haber sido ideológicamente central y políticamente marginal”. 

En Estados Unidos, Ricardo Flores Magón fue encarcelado en varias ocasiones, algunos comités de apoyo a la causa mexicana se organizaron para que el anarquista pudiera tener una buena defensa legal. Pero apenas y Ricardo salía de la cárcel, se dedicaba a escribir. Gente cercana al revolucionario ha relatado que la misma tarde en que Ricardo salía de la prisión buscaba su máquina de escribir, presto para reabrir Regeneración. 

Según el propio Ricardo gracias al periódico en México se vivía un ambiente revolucionario. En la Revolución Mexicana, donde las ideologías eran nebulosas, el magonismo dio una de las únicas – junto con el zapatismo- guías políticas coherentes. En el fondo él se intentó construir un movimiento que combatía los personalismos, la propiedad privada y el Estado. A cambio buscó fundar una sociedad basada en la cooperación humana. 

Ricardo ocupaba un papel de pedagogo, se tenía que crear un ambiente propicio para la Revolución. Flores Magón escribió: “¿Cómo se va a establecer una comunidad anarquista en un país donde nadie entiende la filosofía anarquista? Yo, con Ferrer, pienso que el pueblo debe ser primeramente educado”. 

Su arma era la pluma, él mismo lo reconoció: 

“Mi arma -mi pluma–, la única arma que jamás he empuñado, el arma que me trajo hasta acá [la cárcel], el arma que me acompañó en los infiernos de treinta años de lucha en pos de lo que es hermoso”. 

Pero la Revolución Mexicana se agazapó más que en ideologías, bajo la poderosa personalidad de los caudillos. Que dominaron la escena y lejos de refundar un contrato social, agruparon nuevos clanes de poder, bajo reglas políticas más o menos iguales a la del porfiriato y bajo un sistema económico igual. Dominado por la propiedad privada y los pujantes intereses extranjeros. 

Ricardo Flores Magón escribió: “el egoísmo es un veneno que permanece en la profundidad de nuestros huesos. Es el resultado natural de siglos y siglos de educación individualista y de entrenamiento de las masas en ese sentido”.

Ricardo murió deteriorado por las condiciones en las que vivió en la cárcel el 21 de noviembre de 1922. Muchos de sus seguidores siempre dudaron de que muriera de “angina de pecho”, en su celda. Hoy los restos de Flores Magón se encuentran en el Panteón de los Hombres Ilustres de la Ciudad de México. 

*Recomiendo el libro “El regreso del camarada Ricardo Flores Magón” de Claudio Lomnitz. 

Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).