La periodista veracruzana, asesinada hace 10 años, estuvo presente en la marcha de cientos de mujeres realizada el 24 de abril en Xalapa, donde fue recordada. A una década de su asesinato, salen a la luz pistas que apuntan a un crimen de Estado que continúa impune
Texto: Rodrigo Soberanes/ @rodsantin / La Marea
Fotos: La Marea
XALAPA, VERACRUZ.- El domingo 30 de abril de 2012, en la plaza pública más importante de Veracruz, se exigía justicia por la periodista Regina Martínez Pérez porque la habían matado dos días antes en su casa con violencia brutal.
Su pequeña casa de Xalapa, ubicada en un callejón sin salida, era su búnker, su hermética fortaleza donde muy pocas personas tenían permitido entrar.
Regina, reportera de la revista Proceso y el periódico local Política, “fue asesinada en el punto álgido de las tensiones en Veracruz en un contexto de intensificación de los ataques contra los periodistas, dice el informe The murder of Regina Martínez Pérez: An opportunuty for justice, publicado en marzo de 2021.
Entre abril de 2005 y julio de 2011 habían sido asesinados ocho periodistas en Veracruz. Regina cubrió todos esos casos.
La Dirección de Comunicación Social del gobierno de Veracruz, encabezada por Gina Domínguez, llamó a dos personas cercanas a Regina un día después del crimen para preguntarles expresamente si sabían si Regina tenía “novio o algún tipo de pareja”.
No eran pesquisas oficiales, sólo llamadas informales realizadas desde una dependencia de gobierno sin competencia legal para investigar. En las llamadas, según supo La Marea, no se hizo una sola pregunta sobre qué temas estaba investigando Regina.
La marcha por Regina de hace diez años salió de la Plaza Lerdo de Xalapa, donde la propia periodista realizó cientos de entrevistas a manifestantes. Había reporteras y reporteros que se sumaron con pancartas; activistas, académicas, representantes de la clase trabajadora, lectoras y lectores del trabajo de Martínez. Y como siempre, los “orejas”, que son espías del gobierno estatal.
El recorrido fue breve, de alrededor de media hora, y terminó en la propia plaza donde siguieron las consignas y la rabia, y también conversaciones en voz baja sobre un posible “crimen de Estado” debido a las señales que el gobierno enviaba al intentar hacer “control de daños”.
Es decir, control y manejo a conveniencia de la investigación.
La Fiscalía de Veracruz (entonces Procuraduría) detuvo seis meses después a un hombre llamado Jorge Antonio Hernández Silva, a quien atribuyó el mote de El Silva y perfiló como una persona “de la calle” y con adicciones.
Además, por alguna razón esa dependencia, que era encabezada por el priísta Amadeo Flores, se encargó de difundir que el detenido es homosexual y portador de VIH-Sida.
La Marea tuvo contacto con una persona que estuvo presa en Pacho Viejo en una celda aledaña a la de Antonio Hernández Silva. En una rápida conversación, y bajo condición de anonimato, contó que solía platicar con él durante su estancia en prisión.
El sospechoso -narró la fuente- estaba sólo en la cárcel, no lo iba a visitar nadie. A pesar de estar detenido por el supuesto homicidio de una mujer, nadie lo agredió al entrar a prisión, como suele suceder en esos casos. De hecho, era visto como “un pagador”. Es decir, alguien que está pagando por un ilícito que no cometió.
En una descripción general, dijo que “el detenido por lo de la periodista” era una persona retraída y afable cuya principal preocupación era no suspender su tratamiento de antirretrovirales contra los efectos del VIH-Sida.
¿Cómo creerle a alguien que es un pagador en un lugar donde todos dicen que lo son? Porque en su caso se le notaba que había sido torturado para confesar el homicidio de Regina, señaló la fuente.
Los autores del informe Murder of Regina Martínez Pérez: An opportunity for justice realizaron una investigación paralela a la oficial y revisaron el expediente del caso, y hablaron con personas conocidas de Regina y con actores clave, como el propio detenido, Jorge Antonio Hernández Silva.
La conversación con Hernández, según supo La Marea, se realizó a finales de 2020 dentro del penal de Pacho Viejo, pero no de manera presencial, debido a la pandemia del Covid, sino por videollamada de circuito cerrado. A pesar de ello se notaba a través del monitor que el detenido estaba “muy delgado”, mucho más que cuando fue detenido.
Las declaraciones que hizo en esa entrevista son consistentes con la versión de la persona que convivió con él dentro de la cárcel.
El sospechoso declaró que fue detenido ilegalmente un mes antes de realizar la confesión y recibió instrucciones específicas de la policía con respecto al contenido de esta. Asimismo, declara que fue torturado para que diese su confesión oficial”, relata el informe.
Esa confesión es la prueba principal que uso la Fiscalía para ejecutar la detención y determinar que el homicidio de Regina Martínez, la periodista más reconocida de Veracruz en ese momento, no tuvo ninguna relación con su trabajo.
Cuando la Fiscalía presentó al detenido ante la opinión pública, comunicó supuestos detalles del homicidio que apuntaban hacia el lado contrario de la línea de investigación del trabajo como periodista de Regina Martínez.
Por ejemplo, se dijo que fueron encontradas botellas de cerveza dentro de la casa, como si Regina hubiera hecho una fiesta dentro de su casa, de su búnker, y se cita la declaración de un supuesto testigo ocular, Diego Hernández Villa, quien habría sustentado el tema de la compra de las cervezas y de la reunión.
Esta versión también fue desmentida por el Informe: el testigo murió antes que Regina.
La acusación de la fiscalía se basa en parte en dicha declaración, que afirma que la noche del asesinato, Regina Martínez Pérez compró cerveza en la tienda de “Cecilia” (omitimos su nombre por su seguridad). Nuestro equipo de investigación descubrió que este testigo ocular había fallecido. Además, en una entrevista, Cecilia declaró que Regina no había acudido a su tienda la noche del asesinato y que Regina solo bebía una marca de cerveza que ella no vendía”.
Jorge Antonio Hernández Silva fue sentenciado a 38 años de prisión por delitos de homicidio calificado y robo calificado.
El perfil del trabajo periodístico de Regina estaba definido por sus coberturas de temas sociales, como conflictos sindicales, abusos de autoridad sobre la clase trabajadora e injusticias cometidas en contra de comunidades y personas indígenas.
Pero también investigaba al poder político y a la delincuencia, los dos grandes temas de esa época en que Fidel Herrera -con cuyo gobierno ella había sido especialmente crítica- acababa de terminar su periodo como gobernador y había heredado el poder a su ex asistente personal y secretario de Finanzas, Javier Duarte.
El informe concluye que “la investigación del asesinato de Regina Martínez Pérez se vio comprometida a nivel estatal y que hay claros indicios de obstrucción a la justicia por parte de los inspectores de la Fiscalía General del Estado de Veracruz”.
Es decir, concluye lo que se comentaba el día de la marcha por Regina.
Ha pasado una década desde que Regina luchó por su vida en el centro de su intimidad, en su baño, donde fue hallada estrangulada. Han pasado administraciones del PRI, PAN y Morena y la Fiscalía de Veracruz no ha modificado el resultado de la investigación a pesar de que el 17 de noviembre de 2020 el presidente Andrés Manuel López se comprometió públicamente a reactivar al caso.
En estos 10 años, la Plaza Lerdo fue renombrada como Plaza Regina. El fotorreportero que participó en la colocación de una placa con la leyenda “Plaza Regina Martínez”, Rubén Espinoza, fue asesinado también. De hecho, otros 19 periodistas han sido asesinados en Veracruz desde el crimen de Regina.
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La placa la pusieron y los “orejas” la quitaron. Así sucedió varias veces y ya no hay ninguna placa. Pero la plaza se nombra Plaza Regina aunque su nombre oficial sea el anterior.
Su tumba tiene grabada la imagen de una mujer trabajando en una máquina de escribir. Hay dos arreglos de flores recientes. Uno de ellos tiene un pequeño mensaje de agradecimiento por su labor periodística y el ejemplo que dejó.
Hasta la fecha de esta publicación no había ninguna convocatoria desde el gremio de periodistas de Veracruz para conmemorar los 10 años sin Regina. Pero el pasado 24 de abril, en el fin de semana previo a la conmemoración de 10 años de su asesinato, cientos de mujeres la nombraron.
Fue en la marcha para exigir alto a los feminicidios, alto al asesinato de mujeres, como el de Juana Ovando, la mujer que tantas veces marchó en las calles de Xalapa en solidaridad con sus compañeras y quien fue asesinada por un vecino.
“¡Juana, hermana, aquí está tu manada!”, gritaban.
Fue una dolorosa marcha fúnebre que salió desde la avenida Ávila Camacho con cerca de mil participantes vestidas de negro que pararon, como es costumbre, en el Monumento a la Madre para hacer un minuto de silencio y hacer un pase de lista de las que ya no están.
Nombraron a Juana y a muchas otras. A demasiadas. También a Regina.
“Regina Martínez, ¡presente!”
En el túnel que pasa abajo del Parque Juárez hay una ilustración que forma parte de una intervención llamada Históricas. Ahí está también Regina, de espaldas, con su nombre escrito en su cabello, abrazada por otra mujer. Dentro de la manada.
“Regina Martínez, 10 años sin justicia”, decía la pancarta de una periodista que marchó por primera vez en su vida aquel 30 de abril de 2012 y que volvió hacerlo 10 años después.
Es una mujer que conoció a Regina, que la acompañó hasta su sepelio. Es una periodista que ese día por la tarde llegó a la televisora donde trabajaba y recibió la orden de no mencionar lo sucedido en la marcha.
Le dijeron que sólo se mencionaría la postura del gobierno de Duarte por órdenes de Comunicación Social, la misma instancia que hacía llamadas a conocidos de Regina buscando algo que les sirviera para desviar la atención del trabajo periodístico de Regina.
Aquel día, la periodista no obedeció las órdenes que llegaron a su trabajo e hizo silencio al aire, planeando en ese instante su salida de ese medio, dejando que el otro conductor cumpliera sin chistar, al pie de la letra, lo que le ordenaron.
Diez años después, cuando escuchó el nombre de Regina en boca de tantas chicas desconocidas, se preguntó: “¿quiénes serán, cuántos años tenían hace 10, en dónde estarían, cómo saben de Regina”.
Mi primera marcha para pedir justicia por un feminicidio fue por Regina, 10 años después volví a cargar una pancarta pidiendo justicia por ella. En la marcha del pasado 24 de abril pude ver a Regina en todas partes: en el pase de lista, pintada en el mural del viaducto, en la plaza que ahora lleva su nombre. Todo eso nos hace recordar que la justicia no ha llegado”, dijo.
Y pensó que Regina Martínez está en la manada. Pensó que Regina Vive.
*Este trabajo fue realizado por LA MAREA, integrante de la alianza de medios de la Red de Periodistas de A Pie. Aquí puedes leer la original.
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