En plena invasión francesa, Maximiliano de Habsburgo le regaló a un mariscal francés el Palacio de los Condes de Buenavista. El militar invasor ejerció el poder tras el trono durante algunos años. Su esposa Pepita, la Mariscala, se convirtió en la segunda mujer más poderosa, después de Carlota
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Durante la invasión francesa, apoyada por grupos conservadores mexicanos, llegó al país un príncipe católico —Maximiliano de Habsburgo— con su esposa para gobernar una república de cuento. Al mismo tiempo, el emperador francés, Napoleón III, mandó a México al mariscal François Achille Bazaine para hacer valer los intereses del imperio extranjero.
François ejerció su poder en México desde octubre de 1863. Su esposa, María Juana Gregoria Tormo, se quedó en Francia cultivando un amor clandestino con un escritor español, cuyo nombre no sabemos. Los amantes fueron descubiertos por la esposa del escritor. La celosa mujer decidió notificar a Bazaine, quien se encontraba muy ocupado en México.
María Juana acudió entonces con el emperador Napoleón III para que bloqueara la correspondencia y que su esposo no se enterara. Pero las cartas que revelaban su amorío ya estaban en altamar. Sin consuelo, María Juana se suicidó con una dosis de veneno en París.
La carta acusatoria llegó a México, pero un subalterno de Bazaine la leyó y decidió quemarla, antes que darla a su jefe. Napoleón prohibió que se le notificara al mariscal de las infidelidades de su esposa, aunque sí fue notificado sobre el suicidio.
Como era natural, Bazaine se deprimió terriblemente. Pero el ejército de ocupación también acudía a bailes en la capital, así que una muchacha sacó del abatimiento al mariscal, quien se enamoró de La Esmeralda. Paco Ignacio Taibo nos regala en Patria una breve descripción de aquella novia: “Queda claro por las crónicas de la época que era ‘una griseta joven de condición modesta, amiga de galanteos, pero no venal’. O sea que de prostituta, nada”, relata el escritor.
Se sabe que La Esmeralda tenía un bonito cuerpo y un frondoso busto. La nueva novia del mariscal se convirtió de pronto en una persona poderosa en el país, hubo presos que ganaron su libertad gracias a sus favores.
Pero con el tiempo, el mariscal Bazaine se enamoró de veras. Fue en un baile organizado en honor a los nuevos emperadores, Maximiliano y Carlota, organizado en el Palacio de los Condes de Buenavista. Se dice que desde que el mariscal conoció a Josefa de la Peaña y Azcarate le regresó el ánimo por los bailes.
Josefa era hija única de una de las familias más adineradas de la capital, una élite que se quiso revestir de aristocracia europea. Bazaine, de 57 años, y Josefa, de 17, se casaron con el permiso de Napoleón III el 26 de julio de 1865. La pareja estableció su residencia en el Palacio de Buenavista, regalo de boda de los emperadores.
Maximiliano escribió:
“Mi querido Mariscal Bazaine: Queriendo darle a usted una prueba tanto de amistad personal como de mi reconocimiento por los servicios prestados a nuestra patria, y aprovechando la ocasión del matrimonio de usted, le damos a la Mariscala Bazaine el palacio de Buenavista, comprendiendo el jardín y los muebles, bajo la reserva de que el día que usted se vuelva a Europa, o si por cualquier motivo no quisiera usted conservar la posesión de dicho palacio para la Mariscala, la Nación volverá a hacerse de él, en cuyo caso se obliga el gobierno a dar a la Mariscala, como dote, cien mil pesos.”
La sociedad mexicana quedó enfurecida. Regalar el palacio era el exceso de la frivolidad. Mientras se hacían bailes, como si fuera una corte europea. En esos años, el presidente Benito Juárez estuvo de gira por el país tratando de unificar la república y tratando de resistir a la invasión francesa.
El Palacio tiene su historia, fue construido en el Siglo XVIII, a manos del arquitecto Manuel Tolsá, el más importante incursor del neoclásico en la Nueva España. Desde entonces, la construcción estuvo en poder de familias adineradas. Incluso el dictador Antonio López de Santa Anna la ocupó como residencia de campo.
El Palacio de Buenavista, ubicado en el corazón de la colonia Tabacalera, sobre la calzada México-Tacuba fue la residencia de la pareja invasora durante tres años, ahí tuvieron a dos hijos. Cuando la república fue restaurada por los liberales, el mariscal y Pepita, la Mariscala se fueron para Francia.
Bazaine participó en otras guerras, hasta que en 1870 rindió al ejército francés frente al prusiano en la batalla de Metz. El mariscal fue degradado y encarcelado. Sus últimos años de vida los pasó en España. Por su parte, Pepita, la Mariscala volvió a México con sus hijos y reclamó al gobierno mexicano una indemnización por la expropiación del Palacio de Buenavista. El gobierno no cedió a la petición y Pepita, la Mariscala, murió en la pobreza.
Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).
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