31 octubre, 2024
Desde su creación, el Recorrido al Mictlán ha puesto a la niñez y la juventud en el centro del proceso. El programa de Gestores Culturales Juveniles es una plataforma clave para que jóvenes adquieran herramientas emocionales, relacionales y artísticas, convirtiéndolos en referentes para sus pares y futuros guardianes de sus comunidades
Por Andrea Fajardo y Sebastian Giraldo
El Día de Muertos es una celebración profundamente arraigada en México, y si bien cada pueblo y familia aporta desde su singularidad a la diversidad de expresiones que conocemos, existe una raíz en común: una forma de duelo colectivo que fortalece la memoria de quienes soñaron nuestro presente. Esta fiesta honra a los muertos y nutre la conversación entre la vida y la muerte, tejiendo comunidad a través de la celebración y el encuentro. Sin embargo, en el voraz proceso de mercantilización de la vida se ha usado esta celebración como un espectáculo de consumo desarraigado de los procesos de memoria comunitaria que la parieron.
Este fenómeno ha querido convertir distintos pueblos en parques temáticos, donde la tradición se ha convertido en una puesta en escena disneylandezca y un souvenir turístico. Pero en medio de este escenario existe resistencia cultural: comunidades que, año con año, mantienen viva la llama de la memoria colectiva.
Malinalco es uno de estos bastiones de resistencia. Aquí, familias se preparan con esmero para levantar ofrendas monumentales dedicadas a los «nuevos muertos», aquellos que han fallecido en el último año. Estas ofrendas, donde se representan aspectos cotidianos de la vida del difunto —su cancha de fútbol, el tianguis donde vendía, o la iglesia donde tocaba las campanas—, son el reflejo de una memoria viva que se atiza y se comparte entre abrazos, historias y recuerdos.
Desde hace una década, esta tradición se entrelaza con el Recorrido al Mictlán, un encuentro artístico y comunitario que nace del esfuerzo de niñas, niños y jóvenes. Más que un festival, el Recorrido es el fruto de un proceso formativo profundo que invita a las nuevas generaciones a reflexionar sobre su territorio y la memoria de sus ancestros. Durante meses, los jóvenes participan en un proceso de investigación comunitaria, planteándose preguntas clave: ¿Qué queremos contar? ¿Cómo queremos contar nuestra historia?
Este año, el tema «La Muerte que Honramos» surge de la necesidad de entender que el territorio que habitan es el fruto de una historia de amor que cultivaron sus ancestros con los bosques, ríos, y montañas que hay que cuidar y defender. Que fueron ellas y ellos quienes nos enseñaron a honrar una muerte profundamente ligada a la vida, una muerte cíclica que nutre la tierra, permitiendo que la vida florezca. En contraste, señalan la “muerte destructiva” que en búsqueda de un crecimiento desmedido devasta los ojos de agua, tala los bosques y resquebraja el tejido comunitario.
Desde su creación, el Recorrido al Mictlán ha puesto a la niñez y la juventud en el centro del proceso. El programa de Gestores Culturales Juveniles es una plataforma clave para que jóvenes adquieran herramientas emocionales, relacionales y artísticas, convirtiéndolos en referentes para sus pares y futuros guardianes de sus comunidades. Al participar en cada aspecto de la organización, estos jóvenes asumen un compromiso activo con su entorno y se nutren de valores de respeto, solidaridad y cuidado territorial.
Este año, los jóvenes representarán al territorio a través de cuatro guardianes simbólicos: Dianthus, guardián del bosque; Intawi, guardiana de las aguas; Uay Tlacuatzin, protectora de la comunidad; y Tlatonalli, guardián de la memoria. Cada guardián encarna una relación única con el territorio, pero juntos representan la interconexión que permite el equilibrio entre la vida y la muerte. Los jóvenes darán vida a estos personajes a través de títeres gigantes que protagonizarán un desfile vibrante, acompañado por comparsas de distintos grupos locales, que recorrerán las calles de Malinalco en un acto de memoria, resistencia y celebración.
El evento culminará en el Lienzo Charro, donde más de 3000 personas se congregarán para presenciar una puesta en escena creada por los jóvenes, quienes buscan pensar con al público: ¿Cuál es la muerte que honramos? ¿Cómo podemos seguir siendo guardianes del ciclo de vida y muerte que nuestras comunidades han protegido hasta hoy?
Lejos de ser un espectáculo para el turismo, el Recorrido al Mictlán es un espacio de resistencia cultural, donde la comunidad y el arte se encuentran para honrar la vida, la muerte y el territorio. Aquí, en Malinalco, los jóvenes, las familias y los guardianes del territorio nos recuerdan que la memoria y el cuidado mutuo son el mayor tributo que podemos ofrecer a quienes nos precedieron y a quienes vendrán.
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