“Quiero que no se olvide el 1DMx”

1 diciembre, 2020

9 de diciembre.- 56 jóvenes que permanecían detenidos tras durante las manifestaciones en contra de la toma de protesta de Enrique Peña Nieto como presidente salieron libres.

El 1 de diciembre del 2012 miles de personas se manifestaron contra de toma de protesta de Enrique Peña Nieto como presidente de México. Un operativo policial contuvo con detenciones arbitrarias a manifestantes en Ciudad de México. Éste es el relato de Rita Emilia Neri Moctezuma, la estudiante de enfermería que permaneció encarcelada injustamente en el penal de Santa Martha Acatitla

Texto: Ana Ivonne Cedillo

Fotos: Cuartoscuro

Es la madrugada del domingo 9 de diciembre. La voz de una custodia rompe con el silencio que se vive en las celdas donde se encuentran detenidas 11 mujeres asustadas, confundidas. Llevan días de vivir con incertidumbre, no saben de qué se les acusa, tampoco por qué las llevaron ahí. Si acaso han podido platicar sobre la experiencia que tienen en común: haber sido detenidas por policías en las calles de Ciudad de México mientras se manifestaban en contra de la toma de protesta de Enrique Peña Nieto.

-¡Vengan, tienen una diligencia! – ordena una de las vigilantes encargada de poner disciplina en el penal de Santa Martha Acatitla.

La custodia las saca de sus celdas y las lleva hacia el área de jurídico. Ahí, otra mujer con hojas en mano, como si desplegara un pergamino, comienza a leer y a nombrar a cada una de las detenidas: 

– ¡Jessica Viviana Reyna, Judith Gómez Contreras, Mariana Muñiz Nieto, Regina López Martínez …!

Mientras la mujer habla, Rita Neri Moctezuma escucha los nombres de cada una de sus compañeras y voltea a verlas, como si con la mirada confirmara los nombres de ese listado -ella ya está, ella también, repasa con la mente-.

De pronto, la mujer calla. Neri asustada comienza a preguntar a cada una de las mujeres si fueron nombradas. 

– ¿Regina, estabas en la lista? 

– Sí

– ¿Judith estabas en la lista? 

– ¡Si wey!, ¿tú no? 

– ¡Ey, ella no está en la lista! -, gritan sus compañeras asustadas e intentan reclamar.

La mujer del pergamino, con tono autoritario, pide silencio y comienza un nuevo listado del que Neri solo recuerda haber escuchado:

– ¡Rita Nery Moctezuma, Obed Palagot Echavarría, serán sometidos a proceso!

Ese 9 de diciembre fueron liberadas 56 personas, todas apresadas durante el operativo policial del 1 de diciembre del 2012. Del Reclusorio Norte salieron libres 46 hombres; del Penal de Santa Martha, 10 mujeres. Con auto de formal prisión se mantuvo a 13 hombres y a Rita Neri Moctezuma, la única mujer.

***

Neri es una mujer delgada, su cabello es rizado y tan largo que alcanza a cubrir toda su espalda. Sus ojos son grandes y sus labios gruesos. Cuando sonríe, su boca crece y aunque se cubre la cara con sus manos se alcanza a colar entre sus dedos la felicidad. Ella es enfermera. Egresó de la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). 

En el año 2012, justo cuando en México se daba una transición en el gobierno, Rita Emilia Neri Moctezuma era una estudiante de 22 años que concluía sus carrera. Inconforme como buena parte de los estudiantes de ese momento por el regreso del PRI a la presidencia de México, Neri se integró a las manifestaciones que el movimiento #YoSoy132 y otras organizaciones convocaron para el día en que Enrique Peña Nieto fuera nombrado presidente de la República. 

Desde las primeras horas de aquel sábado 1 de diciembre, los medios de comunicación ya informaban sobre la presencia de diversos grupos de manifestantes que salían a las calles de Ciudad de México a expresar su inconformidad por la toma de protesta de Peña Nieto. Grupos de diversas organizaciones civiles y políticas se instalaban en la periferia de la Cámara de Diputados para iniciar las protestas con mantas, carteles y consignas. 

Horas más tarde, elementos de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSPDF) en coordinación con el Estado Mayor Presidencial evitaron que los manifestantes se acercaran a toda costa, no solo al Palacio Legislativo si no a otros puntos de la ciudad donde asistiría el nuevo presidente de México (Palacio Nacional, Campo Marte y Castillo de Chapultepec). Haber impedido el paso a las personas que protestaban provocó enfrentamientos entre policías y manifestantes afuera de San Lázaro, y horas más tarde detenciones con uso excesivo de la fuerza en las avenidas Eje Central, Juárez y en el exterior del Palacio Nacional. Al mismo tiempo, las calles de Isabel la Católica, 20 de noviembre, Pino Suarez, Correo Mayor, Venustiano Carranza y Moneda, en el Centro Histórico, eran reforzadas por policías capitalinos para evitar el paso de los inconformes hacia el Zócalo. 

***

Es mediodía del sábado 1 de diciembre y Enrique Peña Nieto ya ha sido nombrado presidente de México. Mientras tanto, Neri ya se encuentra en las calles del Centro Histórico y junto con sus amigos, Ana y Obed, observan las reacciones de lo anunciado: grupos de manifestantes reprimidos y bloques de granaderos por todos lados.

Una señora intenta pasar a su domicilio, pero es imposible, los granaderos se lo impiden, todo está cercado. En calle Palma hay un grupo de jóvenes detenidos y decenas de personas exigiendo su libertad, Neri y sus amigos se les unen. 

En Eje Central el caos persiste. Neri ve “piedras y tabiques embarrados en el piso”, como si alguien los hubiera aventado para defenderse. De pronto aparece un camión de soldados que transita en sentido contrario y da vuelta hacia el Palacio de Bellas Artes. Todo eso desconcierta a Neri, quien tan solo buscaba un contingente para poder unírseles, marchar y protestar. Sin embargo, el escenario es todo lo contrario.

La duda por saber qué es lo qué está pasando, aunado a las noticias de la represión horas antes en San Lázaro la perturban. Antes de llegar a la calle 5 de Mayo, Neri se detiene y se resguarda en un puesto de periódicos. Se da cuenta que Ana y Obed ya no van con ella, los ha perdido. De pronto un bloque de policías rompe filas y comienzan a perseguir a todos con dirección a Garibaldi. La contención de los manifestantes en esas calles comienza.  

– “Yo recuerdo a un camarógrafo, que no vuelvo a ver en ningún video, pero estoy segura que era un camarógrafo pues traía una cámara enorme, él me dijo: ¡corre, corre! Comencé a correr, subí a la banqueta, brinqué un policía, bajé la banqueta, en eso llegó otro policía, uno muy gordito con un chaleco fluorescente y me detuvo con el antebrazo”.

Neri fue detenida alrededor de la una de la tarde sobre el Eje Central casi esquina con calle 5 de Mayo. Así quedó registrado en un video. Ella portaba una blusa color café, un paliacate en el cuello que la cubrió por horas de los gases lacrimógenos y sostenía su mochila. Neri camina mientras una policía la sujeta fuertemente de sus brazos.

-¿Por qué te llevan?- se alcanza a escuchar la voz de un hombre que la cuestiona mientras graba el momento.

-Porque vengo a expresar mi libertad -responde ella, mientras desparece entre la multitud de granaderos y camiones de la policía.

***

Sola en su celda, Neri llora y lamenta no haber sido liberada como sus demás compañeras. No acepta la acusación por la que se quedó sola. No acepta ser la mujer vista en un video aventando piedras, no lo acepta porque ella sabe que jamás aventó una piedra.

Ahora está sola en ese lugar, escuchando las palabras de la custodia que tuvo que tomarla por la fuerza para alejarla de las demás:

-Cálmate, no te conviene ponerte así. Te van a tratar mal, chaparrita, tienen que encontrar a un culpable, seas o no lo seas, ellos tienen que atorar a alguien. Te tocó a ti– le dice la custodia.

Al amanecer Neri va al teléfono, necesita decirle a su familia la noticia de que todas han sido liberadas menos ella. Cuando su tía Hortensia le contesta, ya lo sabían, se pudieron enterar minutos antes de que Neri les marcara. Ahora, solo bastaba dar tiempo al tiempo.

***

Rita Neri lava la celda con agua y jabón. Mientras lo hace, decenas chinches corren por el suelo y las paredes. Ella está horrorizada, pero sabe que ese nuevo espacio será de ella y lo compartirá con una nueva compañera por un tiempo, no sabe por cuánto.

Estar acompañada es conveniente, el robo que vivió los días que permaneció sola en otra celda la han preocupado y alarmado. Ahora sabe que sus pertenecías no están a salvo. Ropa, papel, toallas sanitarias y hasta una tarjeta telefónica le fueron extraídos de su lugar. 

Pero ya no se siente sola. Han llegado algunas internas para ofrecerle su amistad, su plática y sus cuidados. Claudia es una de ellas, con la venta de sus botanas y “salchipulpos” Neri ha encontrado una forma de distraerse, ahora son compañeras de venta. Cada día, ambas cargan las cajas con la mercancía e instalan el negocio.

– ¡132, ven, ayúdame a bajar mi canasta! – le dice Claudia sonriendo a su nueva ayudante.

A medida que van pasando las semanas, pierde peso. Es extraño porque no ha dejado de comer todo lo que adentro le ofrecen: jamón picado con chícharos, salchichas, chicharrón en salsa verde y decenas de tortillas. De hecho, lo que le dan de comer es demasiado, por lo que ella y su compañera han encontrado la manera de guardar los sobrantes dentro de su celda. Para que no se les eche a perder, la colocan dentro de algunos toppers y los meten en la cisterna donde el agua permanece helada. Han logrado que la comida les dure en buenas condiciones hasta por cuatro días. También han almacenado kilos de tortillas. Si quieren calentar una para comerla, solo basta colocarla sobre el foco que sale de la pared, si la tortilla se pone amarilla es la señal de que está lista. 

Dentro del penal el tiempo transcurre lento. Se necesita encontrar actividades para que el ánimo no decaiga. Quizá hacer bolsas con figuras de rafia o platicar horas con las otras internas. Eso es lo que Neri hace. 

Los días no han sido fáciles. El peso que Neri ha perdido no se debe a que come seguido, es por toda la preocupación que la invade. Hay noches que sueña con su papá fallecido y le pide una señal para saber si podrá salir. Ha sido complicado mostrarse fuerte, sobre todo frente a su mamá que la visita seguido. Si no fuera por la relación que ha construido con algunas de las jefas (custodias) y con las demás internas la estancia no sería llevadera.

***

Afuera del penal de Santa Martha Acatitla diversas organizaciones estudiantiles, familiares y amigos de Rita Neri han instalado un plantón para exigir su libertad. Sobre las carpas y los alambrados colocan mantas y carteles con su imagen. Sin importar el frío de las noches de diciembre, ellos duermen ahí. A veces botean, informan a los transeúntes, recitan poesía, imparten talleres, proyectan videos. Hacen todo lo que está en sus manos y aseguran que no desistirán hasta verla afuera.

Sobre la calzada Ermita Iztapalapa, vía aledaña al penal, llegan contingentes marchando y con fuertes consignas le hacen saber a Neri que están con ella. La mayoría de las veces, Neri alcanza a escucharlos, estar en una celda cercana a la calle se lo permite.

-Ya viste el desmadre que está en la avenida por tu culpa- le expresan algunas custodias.

Neri no cree el impacto que las movilizaciones en su ayuda han provocado. Tampoco cree que las voces que alcanza a escuchar a través de un megáfono son de las personas que ella quiere

– ¿Sí estoy escuchando bien? – Se cuestiona a ratos ella misma. 

Las manifestaciones en la cárcel de Santa Martha no han sido las únicas. Su tía Hortensia le ha dicho que el objetivo es liberarla a ella, pero también a los 13 hombres que siguen detenidos en el Reclusorio Norte. Así que las marchas por las calles de Ciudad de México no han parado. 

-Pronto se organizará una hacia el Zócalo capitalino, ¿por qué no escribes una carta para que la lean? – le propone su tía. 

Ella no lo duda, así que toma papel, pluma y escribe: 

“…No es fácil estar aquí adentro, sobre todo sabiendo que todo esto es una injusticia total y que están haciéndonos sufrir. Lo peor del caso es que no sólo a nosotros sino también a nuestras familias. El saber que hay tanta gente que nos espera allá afuera nos hace seguir en pie y seguir luchando junto con ustedes aquí adentro…”.

Gracias a las manifestaciones, se logró la modificación del artículo 362 del código penal del Distrito Federal, que contemplaba el delito de ataques a la paz pública en pandilla o mejor dicho el delito de terrorismo, del cual eran acusados los 14 detenidos y por el que los mantendrían encarcelados hasta por 30 años.

Rita Emilia Neri Moctezuma salió libre del Penal de Santa Martha Acatitla una noche fría del 27 de diciembre, a la par que los 13 hombres del Reclusorio Norte. Con ropa color beige, un rebozo sobre sus hombros y una flor de alcatraz entre sus manos. Fue recibida por los abrazos de su mamá y su tía Hortensia, que la esperaban afuera. 

Fue hasta el 17 de septiembre de 2013 que recibió “una buena noticia”. Las pruebas que la acusaban de ser la mujer aventando piedras no procedió. Tampoco se le comprobó que en su mochila llevara drogas o algún martillo. A falta de toda prueba, el proceso penal de Neri concluyó.  

***

Es el mediodía de un viernes 30 de enero del 2020. Neri está sentada en una mesa de un café en la calle Regina en Ciudad de México. Con sus manos delgadas sostiene una taza y bebe un capuchino. Como si viajara en el tiempo comienza a recordar con detalle cada suceso que vivió años atrás cuando se manifestó contra la toma de protesta de Enrique Peña Nieto.

Entre cada silencio, los ojos grandes de Neri comunican que a su cabeza llegan imágenes y sentires:

-Cuando me dices 1 de diciembre a mi cabeza vienen muchas imágenes. Más que palabras vienen escenas de represión muy fuertes a personas que jamás se imaginaron que iban a vivirlo- comenta. 

Con cada suceso que describe, en su rostro muestra enojo, llanto, en momentos hasta sonrisas. Las experiencias que vivió ahí se quedarán, jamás se borrarán de su memoria. 

-Quiero que no se olvide el 1 de diciembre. Quiero que la gente sepa que ellos tienen toda la libertad para exigir sus derechos, porque si las personas se manifiestan es por algo, no es por gusto- concluye Neri, mientras se toma de la mano de su novio y se pierde entre la gente que camina por la calle de Regina.

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