“Queremos llegar a arreglos con la gente”: Fonatur

17 agosto, 2020

El director del Fondo Nacional para el Fomento, Rogelio Jiménez Pons, asegura que la fórmula para que el proyecto del Tren Maya no se convierta en otro Cancún es la inclusión social. “Tendremos errores, pero no van a ser los del pasado”

Texto: Daniela Pastrana

Foto: Especial

Consenso. Acuerdos. Nada impuesto. Es un mensaje que se repite entre los funcionarios del gobierno encargados de sacar adelante los proyectos de desarrollo para el sureste mexicano. Lo dicen los encargados del Corredor Interoceánico, el director del Instituto Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, y lo repite, una y otra vez, Rogelio Jiménez Pons, el responsable de Fondo Nacional del Fomento al Turismo, Fonatur, cabeza de uno de los proyectos más controversiales del gobierno: el Tren Maya.

Lo que no termina de quedar claro son los tiempos ni los cómos.

Jiménez Pons Toma la llamada a Pie de Página días después de presentar el proyecto en la conferencia diaria que hay en el Palacio Nacional sobre los programas de Bienestar. Le pido abundar en una frase que dijo en la conferencia: “lo que se tiene que evitar con el Tren Maya es que sea otro Cancún”.

¿Cómo evitarlo? ¿Cómo controlar que el impacto urbano no termine destruyendo el entorno y a las comunidades?

“El proyecto tiene que ser incluyente”, responde de botepronto.

Luego se explaya: “Cancún se planeó para la clase media. Por eso se forman los cinturones de miseria con gente que queda fuera de las dotaciones de la tierra. Nosotros necesitamos generar una sustentabilidad real en términos de espacio físico. Un equilibrio de aprovechamientos del espacio, no puede estar sometido a la especulación y al desalojo de la gente que vive ahí”

—¿En Campeche la gente dice que la quieren desalojar?

—Ahorita hablamos de Campeche. Te puedo decir que solo vamos a despejar el espacio del derecho de vía. Pero antes quiero aclarar lo de Cancún. Si vas a hacer un desarrollo, lo que tienes que hacer es que los dueños originales participen del proceso. Lo que pasó en Cancún es que les compraron la tierra y luego regresaron ahí a trabajar.  

El funcionario habla entonces de dos esquemas: renta o participación. El primero tiene que acordarse de acuerdo al valor de la propiedad, no puede ser un despojo. En el segundo, el propietario aportas el terreno al negocio y se convierte en socio para el desarrollo del mismo.  Y ahí puede incidir, dice, en establecer un desarrollo que priorice las áreas verdes y no tenga más de 30 por ciento de equipamiento urbano, que es como se está proyectando la propuesta.

En cualquier caso, insiste, “se están buscando fórmulas para mantener al dueño original”.

Tulum: una joya que hay que cuidar

Vamos por partes. Primero, la que para Jiménez Pons es la más complicada: Tulum.

Ahí, dice, se están considerando un volumen importante de acciones: 300. Y se proyecta que sea un desarrollo con 80 por ciento de zonas verdes y sólo 20 por ciento urbanizado

Pero el problema, al menos para el gobierno federal, es que la propiedad ejidal se vendió.

“Tulum es una zona que está creciendo con la mejor hotelería pero sin servicios, y el problema es poner de acuerdo a los particulares, porque ahí hubo un crecimiento a lo tonto. Los (pobladores) locales ya vendieron el 70 por ciento del ejido y estamos recuperando, pero es lento, porque está muy pulverizado, ahí tenemos un escenario desastroso de pulverización del ejido”.

Se trata de un ejido 23 mil hectáreas, que prácticamente está en manos de particulares, dice Jiménez Pons.

“Tulum es una joya que hay que cuidar por muchos lados. El problema que tiene un crecimiento inercial descontrolado. Pero estamos buscando ejidos en la zona de Bacalar. Y queremos que ese sea el ejemplo de todos lo demás”.

Campeche y Palenque: soluciones distintas

En Campeche, dice, lo que se va a retirar es a la gente que tiene su vivienda sobre el derecho de vía federal. Es incluso un tema de seguridad, porque a los 160 kilómetros que está proyectado que viaje el tren pueden provocarse muchos accidentes.

Pero asegura: “Tenemos 100 por ciento de firmadas las actas, menos las de las familias que están en un tramo de 2 kilómetros y que tienen muchos años, dicen ellos que de 30 a 69. Pero entonces no había problemas porque eran trenes muy lentos, ahora sí”.

Asegura que ninguna persona de las que está en esa situación puede tener la propiedad del terreno porque es un terreno federal y los derechos de vía no prescriben. Sin embargo, «se están buscando opciones justas y les vamos a dar sus títulos de propiedad».

“Estamos conformando varias soluciones para la gente. No queremos pelearnos que la gente, ni que nos vea mal. Queremos llegar a arreglos Hay gente que está muy convencida de que no, y yo lo que les digo es: ‘Déjame inventarme algo que te convenza’. Así que necesitamos buscar soluciones inteligentes”.

Palenque, Chiapas, es el caso contrario, dice Jiménez Pons. La gente que vive ahí tiene menos de 2 años viviendo en esa propiedad y ha sido engañada.

Es un problema distinto y hay buscar soluciones diferenciadas para cada uno, dice Jiménez Pons.

“Nos está ayudando ONU-Habitat a buscar soluciones. No puedes dejar que siga su asentamiento irregular y se mantengan los cinturones de miseria. Hay que reponerles lo que tengan. El proyecto tiene suficiente presupuesto para tener soluciones justas. Y va a haber el tiempo necesario para hacerlo bien”, insiste.

Que no piensen que somos brutos

— Ustedes firmaron con ONU-Habitat un contrato para la ejecución del proyecto por 5.5 millones de pesos. ¿Qué significa eso? ¿Qué es lo que va a hacer ONU-Habitat?

Es una asesoría para trabajo de campo. Se les pagan servicios adicionales. Mira, estamos pagando las mejores prácticas internacionales para que las afectaciones sociales sean mínimas. Para nosotros es fundamental aplicar las mejores prácticas internacionales en la materia, y ellos son cuadro reconocidos a nivel mundial, especialistas.

Lo mismo pasa con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH)

“Tenemos diálogo hace un año con el INAH, ya nos hizo cambiar de ruta de Izamal-Valladolid porque tiene una cantidad de cenotes y yacimientos arqueológicos. Hay un sistema laser que te va describiendo todos los vestigios, es impresionante. Pero ya todo esto está planeado desde el principio», jura.

«Lo que me molesta, y te voy a ser muy sincero, es que piensen que somo brutos. Que me digan que no están los estudios de geofísica, pues es obvio que si están”,

“En el proyecto tenemos involucrado al INAH, a la Unesco, a ONU-Habitat, que nos obligan a supervisar lo que estamos haciendo. Pero además, tenemos una mesa técnica o científica, con Javier Velázquez y Jaime Urrutia. Y tenemos otros convenios con la UNAM y el Poli, para que las decisiones que tomemos sean sustentadas por mucha gente. Hay mucha inteligencia detrás de todo esto”.  

La comunicación y la política

¿Qué ha fallado? La comunicación, dice.

“No se sabe suficiente. Hay demasiados absurdos. Sí tenemos un problema grande de insuficiencia de comunicación, un reclamo es eso, pero otra cosa es que digan que no está la información porque son posiciones dogmáticas de académicos que se oponen porque se están tomando decisiones consensuadas, de muchas cosas, casi de todas”.

En todo caso, dice, también hay una incapacidad de aceptar la realidad.

«La devastación ya está, arrasada por la ampliación de la carretera Escárcega-Chetumal y nadie dijo nada cuando se amplió esa carretera. Ahora nos dicen que la ruta actual pasa por vestigios en Campeche y la vamos a sacar de ahí. Vamos a moverla, igual que las reservas ambientales, en Calakmul a solicitud de la gente de la reserva de la biósfera, le vamos a dar la vuelta al volcán”.

Ni siquiera es solo por una decisión ética, que ya sería importante, asegura, sino por una opción pragmática: un accidente saldría muy caro por los seguros.

Al final de la entrevista, seguimos sin respuestas de los cómos. Los están pensando y los van resolviendo, dice. Pero asegura que habrá acuerdos.

“Tenemos que demostrar con hechos y no con palabras, y el hecho es que todos estamos de acuerdo en avanzar. Y sí, vamos a ser los primeros autocríticos, tendremos a errores y los vamos a patentar, pero no van a ser los errores del pasado”

Quería ser exploradora y conocer el mundo, pero conoció el periodismo y prefirió tratar de entender a las sociedades humanas. Dirigió seis años la Red de Periodistas de a Pie, y fundó Pie de Página, un medio digital que busca cambiar la narrativa del terror instalada en la prensa mexicana. Siempre tiene más dudas que respuestas.