¿Qué llevó a la Ciudad de México a construir la plaza de toros más grande del mundo y, ahora, a querer cerrarla?

3 febrero, 2024

Toma aérea de la Monumental Plaza de Toros México. Foto: Mario Jasso / Cuartoscuro

Se cumple el aniversario 78 de la Plaza de Toros México. Pero la ciudad que construyó el coso más grande del mundo ya no es la misma. Hoy, la tauromaquia podría vivir sus últimos días en la capital del país. El escritor Daniel Salinas explica qué cambió en los capitalinos

Texto: José Ignacio De Alba

Foto: Mario Jasso / Cuartoscuro

CIUDAD DE MÉXICO. -Semanas antes de la inauguración de la Monumental Plaza de Toros México, los capitalinos eran escépticos que una construcción tan grande lograra mantener en pie, con todo y espectadores. La preocupación llegó hasta el gobierno. Fue entonces cuando el presidente Manuel Ávila Camacho ordenó que el ejército llenara el coso con costales rellenos de arena, para poner a prueba el recinto.

La Monumental pasó la prueba y fue inaugurada en 1946. La plaza resistió a los sismos de 1957, 1985 y 2017. Pero en este 2024 la plaza de toros más grande del mundo está en riesgo, no por la fiabilidad de sus construcción, sino por la disminución de asistencia y la presión de grupos animalistas. ¿Terminará convertida en un centro comercial, como el viejo estadio de beisbol?

Daniel Salinas, autor del libro “Homenaje a la Plaza México más de 70 años de historia”, explica los cambios que ha habido en la Ciudad de México, desde la construcción del recinto taurino más importante del país.  

—¿Qué tan importante fue, en su momento, la inauguración de la Plaza México?

—La inauguración de la Plaza de Toros México fue uno de los eventos más importantes en la década de los 40. En ese entonces estábamos acostumbrados al entretenimiento fuera de casa, porque el radio apenas empezaba. No había televisión, el cine ya estaba en auge.

Salinas hace el recuento de una ciudad que hoy parece lejana: la jornada laboral se terminaba en sábado. El domingo era el día de descanso, pero el día de asueto de un capitalino era o ir a misa o ir al panteón, obviamente desayunar en casa, comer en casa de algún familiar.

“Porque en aquella época no había una gran oferta de restaurantes, tampoco había una gran oferta de entretenimiento, como hay ahora. La gente iba a las carpas, al teatro, al cine y el espectáculo número uno del país eran los toros”.

—¿El esparcimiento de las familias de la Ciudad de México era en exteriores?

—Claro, el entretenimiento ahora depende de un aparato electrónico. El promedio de número de usuarios de consolas de videojuegos es atletismo, la gente invierte dos o tres horas de su vida diaria frente a una pantalla, por lo menos.

La gente rompió su conexión con el campo

La Ciudad de México era entonces una ciudad de tres millones de habitantes, pero sin ningún problema llenaba la nueva Plaza de Toros, con capacidad para más de 30 mil personas. De hecho, uno de los argumentos para abrir este coso fue que la antigua Plaza de Toros de la Condesa era chica para la cantidad de aficionados de la capital.

Además, en México había algunos de los mejores matadores del mundo. Silverio Pérez y Carlos Arruza, “que era la persona que más había toreado en 1945, en España. Incluso, había tenido más corridas que Manolete (la gran figura del toreo mundial)”.

La inauguración de la Plaza México fue tan importante que trascendió durante décadas, explica Salinas. ”En ese momento la Ciudad de México, a diferencia de otras grandes ciudades no tenía un día festivo. Tiene un 12 de diciembre, pero es un tema religioso. Entonces, en aquella época el 5 de febrero se convirtió también un poco en la fiesta de la ciudad”.

—¿Cómo se integraba la población de la Ciudad de México?

—En esa época era muy común que un capitalino tuviera sus raíces en algún pequeño poblado del interior de la república. Poca gente nacía en la Ciudad de México. Efectivamente, la población era marcadamente rural.

Salinas cuenta que en esas décadas la Ciudad de México comenzó una gran migración del campo a la ciudad, gente en busca de oportunidades para estudiar o encontrar trabajo. Pero con los años “la gente deja de ir al campo, ya no lo ve como una región cercana”.

La gente rompió su conexión con el campo, la relación con los animales también cambió drásticamente.

Salinas explica que “es importante resaltar que el animalismo confunde mucho el tema de la clasificación de los animales; no debemos olvidar que hay animales de consumo, animales de trabajo, animales de compañía. Sin embargo, últimamente se ha confundido mucho que tienes que tratar de la misma forma a un animal de compañía, como un gato o a un perro, con un bovino que se va a sacrificar”.

El escritor destaca que a partir de la década de los años 50 comenzaron a llegar “influencias culturales muy importantes; básicamente anglosajonas”. Una cultura que propone otra relación con los animales, donde el humanismo y el animalismo son equiparables.  

El factor televisión

—¿En qué momento destaca el fútbol soccer sobre las corridas de toros?

—La gente sí era aficionada al fútbol, pero no había llegado el fenómeno de la televisión. No se había construido el Estadio Azteca. La gente era aficionada al soccer, pero más bien porque lo practicaba, lo practicaba con amigos, en las universidades.

Una prueba de que el soccer era menos popular que las corridas de toros es la construcción del Estadio Azul, que se construyó en los mismos tiempos que la Plaza México y con una capacidad menor.

El escritor cuenta que la liga profesional de soccer no era tan importante como lo es ahora. El primer mundial televisado fue en el 66 y el primer mundial a color fue en el 70. Ese, fue un factor que cambió el entretenimiento de los fines de semana.

“Hoy encuentras espectáculos deportivos, prácticamente todos los días. Viernes, sábado y domingo, mañana, tarde y noche”, dice Salinas.

El escritor relata que esto se puede observar aun hoy, la población urbana “está más a la expectativa del Super Bowl, que de lo que pueda pasar en la Plaza México”.

Nuevos ídolos

—El torero es un héroe en su forma más clásica, un personaje que ahora parece anacrónico. ¿Cómo han mudado nuestros ídolos?

—Hoy en día una persona tiene a su ídolo al alcance de la mano, los puedes ver una vez, dos veces, eso ha hecho, desde mi punto de vista, que los ídolos se convirtieran en figuras de remplazo. Se convirtieron en productos de consumo.

Salinas cuenta que cuando Manolete llegó a México por primera vez, en 1945, fue una de las visitas que más expectativa causaron en el país. Incluso, Salinas dice que solo fueron superados por el Escuadrón 201, que participaron en la Segunda Guerra Mundial. “Imagínate Tener un autógrafo de él, olvídate una fotografía”.

El escritor explica “hoy en día dime qué jugador de futbol quieres ver, que cantante quieres ver. Quieres ver los videos, quieres ver con quién se casó, quieres ver quiénes son sus hijos. La información la tienes en la palma de la mano. Yo creo que eso ha provocado que tengamos una relación diferente con los ídolos”.

—¿En qué momento empieza a ver gente que está en contra de la corridas de toros en la Ciudad de México?

—Es una investigación pendiente. Yo creo que primero empieza a ver detractores. Pues creo que es gana influencia la cultura anglosajona, así se crea un poco la ‘sociedad protectora de animales’, que tiene mucho impulso por las mascotas. También por las mascotas empieza a ver un gran negocio, la alimentación, en los cuidados, en los accesorios. Bueno, pareciera que la oferta de alimentos para mascotas es equiparable a la que hay para bebés.

—Ahora uno va a un parque y encuentra el área de juegos para niños vacía y el área de juegos de mascotas llena

—Claro, mucha gente que solo ha vivido en la Ciudad de México, que estudió la universidad aquí, que vive en un departamento en la Condesa y que la única relación que ha tenido con un animal vivo es un perro. A esa persona difícilmente la podrías llevar a ver charrería, ya no digamos a una corrida de toros.

Un edificio cansado

Salinas asegura que aprovechar a los animales forma no solo parte de nuestra historia “lo más natural es que los humanos sacrifiquemos animales para consumirlos. Ir a cazar un animal y cocerlo. Lo traemos casi en el ADN”.

En esta ciudad, dice, sucede un fenómeno invisible. “La famosa barbacoa de los domingos ¿de dónde salen todos esos borregos?,¿Dónde se sacrifican? Y luego ves que mucha gente consume barbacoa los domingos y los animalistas no van y protegen a esos animales. Que se sacrifican de una forma inhumana. Yo ahí sí no entiendo a los animalistas o a los prohibicionistas”.

La tauromaquia sigue siendo importante para la Ciudad de México, aunque haya grupos de detractores, insiste. “Imagínate qué importante son los toros para la ciudad que en los últimos 623 días se han sacrificado seis toros en la Plaza de Toros México y unos 20 o 24 en la Plaza de Toros del Restaurante Arrollo. Estamos hablando de unos 30 animales. Si los animalistas vieran cuántos animales matan en el Rastro de la Ciudad de México, estarían espantados”.

Salinas dice que ahora la gente está expuesta a un bombardeo continuo de información, que no necesariamente está generando conocimiento “es un poco lo que pasa ahora con los críticos de la tauromaquia, juzgan muy rápido a partir de una imagen”.

—¿Crees que a la Plaza de Toros México termine siendo un centro comercial, como pasó en Barcelona?

— La tauromaquia es un evento complejo, por la cantidad de factores que intervienen. Necesitas médicos, monosabios, subalternos, banderilleros, en fin. Es mucha gente la que interviene. La plaza de toros está hecha para ser eso. Pero el edificio está cansado, tiene casi 80 años. Se le han hecho algunos ajustes, algunas remodelaciones. Pero la construcción original no se ha tocado.

Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).

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