Punitivismo ≠ justicia

14 junio, 2023

Hay quienes aún pensamos que las leyes de acceso de las mujeres son las bases más sólidas y sin las que no tendríamos ni piso, ¿cuál podría ser el problema en promover más leyes que protejan y castiguen con mayor contundencia las violencias específicas que afectan a mujeres y niñas? Cuando miramos con lupa feminista los datos de la población penitenciaria lo primero que detectamos es que existe una mayoría de mujeres jóvenes en relación con los hombres de la misma edad privados de su libertad

Tw: @Celiawarrior

La discusión sobre punitivismo ≠ justicia ha estado presente en los círculos feministas mexicanos desde hace tiempo. Pero más recientemente sería incluso peligroso no darle la suficiente importancia o dejarla pasar a segundo plano, en especial a la luz de la promoción de leyes que buscan aumentar las sanciones y penas por delitos relacionados a la violencia sexual, contra las mujeres, que incluso llevan el nombre de las promotoras o víctimas por las se impulsaron; y también considerando la reciente problematización de la prisión preventiva oficiosa o automática en el país.

Ley Olimpia, ley Ingrid, ley Sabina, ley Malena, cada una representativa de una violencia y muchas víctimas, todas con orígenes y procesos complejos, que deben abordarse considerando sus matices. Hay quienes aún pensamos que las leyes de acceso de las mujeres son las bases más sólidas y sin las que no tendríamos ni piso, así que ¿cuál podría ser el problema en promover más leyes que protejan y castiguen con mayor contundencia las violencias específicas que afectan a mujeres y niñas?

Tampoco se trata de un asunto exclusivo de México. Son tan solo ejemplos de una tendencia regional, sostenida en gran parte por la popularización de la lucha contra la violencia machista, en Argentina: la ley Brisa, para la reparación económica para hijas e hijos de víctimas de feminicidio; la ley Micaela, que establece la capacitación obligatoria en género y violencia de género para funcionarios. Y podríamos continuar hacia otras latitudes latinoamericanas.

Sin embargo, vale la pena también abordar críticamente la proliferación o tendencia de medidas que no necesariamente por existir garantizan el ideal de una vida libre de violencia y volver siempre, desde el feminismo, a la pregunta: cuál es la justicia anhelada. No dejar de señalar la delgada línea hacia el punitivismo, sobretodo porque hay que considerar lo que este representa para las mujeres.

En 2021 los hombres eran el 94.4 por ciento de la población privada de la libertad en México, frente al 5.6 por ciento de mujeres, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad (ENPOL).

Pero cuando miramos con lupa feminista los datos de la población penitenciaria lo primero que detectamos es que existe una mayoría de mujeres jóvenes, de 18 a 29 años, en comparación a los hombres privados de la libertad en ese mismo rango de edad: 33, frente a 25 por ciento, respectivamente.

Otro dato que definitivamente deberíamos considerar es la situación jurídica de las mujeres encarceladas: un 46 por ciento aún esperaban una sentencia; frente a un 27 por ciento de los hombres. En otras palabras, como lo explicó detalladamente la organización Intersecta cuando analizó las afectaciones de la prisión preventiva: hay más mujeres en prisión inocentes que condenadas.

También en la ENPOL de 2021, el porcentaje de mujeres con sentencia, los delitos más recurrentes fueron: secuestro y secuestro exprés, seguido de homicidio doloso, robo de vehículo y posesión ilegal de drogas.

De hecho, el secuestro y secuestro exprés, posesión ilegal de drogas y delincuencia organizada fueron los tres principales delitos en los que el porcentaje de mujeres sentenciadas y en proceso superó al de los hombres.

Entonces, con tan solo algunas muestras podemos señalar afectaciones relevantes: más mujeres jóvenes privadas de la libertad; más mujeres en prisión a la espera de obtener una sentencia, y no dejemos de poner atención a los principales delitos por los que están siendo procesadas o fueron sentenciadas.

¿Tener una visión más amplia de cómo afecta el sistema penitenciario de manera diferenciada y desproporcionada a las mujeres debería necesariamente colocarnos del lado antipunitivista? Más que una duda, es una invitación a la discusión. Porque para absolutos o blancos y negros no estamos.