La nueva película de Maria Bäck, Psicosis en Estocolmo, es un retrato de un tema tabú en nuestra sociedad: la complejidad de ser neurodivergente y lo que ello implica individual y colectivamente
Texto: Andi Sarmiento Pastrana
Foto: Tomada del Trailer Oficial
CIUDAD DE MÉXICO. – El último largometraje de la directora sueca Maria Bäck titulado Psicosis en Estocolmo, narra el viaje de una madre con su hija a la capital de Suecia con motivo de festejar los 14 años de la chica. En el camino, la madre empieza a desarrollar un brote psicótico, el cual va evolucionando con el pasar de los días.
La película enseña la complejidad de ser neurodivergente dentro de la sociedad, no solo para quien lo vive sino también para quien le rodea.
A pesar de que desde muy pequeña la menor se ha acostumbrado a los brotes de su madre, eso no quita el hecho de que a veces sea difícil para ella seguirle el ritmo. Es consciente de que necesita mucha comprensión y empatía, sabe que su madre ha luchado para sacarlas adelante y criarla de la forma más amorosa posible, además, por su propia cuenta, pues el padre se deslindó al enterarse del embarazo y no sabemos nada del resto de la familia.
Sin embargo, los trastornos mentales no siempre se pueden lidiar a base de paciencia, existen situaciones donde nos podemos ver rebasados por la gravedad del asunto y al no ser profesionales, no tenemos claridad sobre cómo actuar. Esta es una de las problemáticas de vivir con una persona con un grado alto de algún trastorno. Como espectadores, es duro ver a un ser querido poco a poco perderse en sí mismo, notar cómo su percepción de la realidad se va distorsionado y sobre todo, saber que esto les puede conllevar un gran sufrimiento; y tan pesado es eso como lo es asimilar que hay casos en los que llega un punto donde ya no podemos hacer mucho para ayudarle.
Sumado a esto, debemos considerar que nuestra protagonista se encuentra en los primeros años de su adolescencia, época en la que los conflictos con los padres comienzan, donde uno quiere explorar fuera de su casa y con ello aprender a cuidarse a sí mismo. Es una edad donde a pesar de ser consciente de muchas situaciones, aún falta alcanzar cierto grado de madurez para muchas cosas como lo puede ser cuidar de alguien más.
Su relación ha sido un reto para las dos puesto que no solo han tenido que aprender a lidiar una con la otra, también con una sociedad que critica toda actitud que salga de la normativa, la cual es más estricta al llegar a la edad adulta.
Se tiene la idea de que los adultos representan una clase específica de orden, por lo que la gente siempre voltea hacia el que hace algo más que caminar y guardar silencio la mayoría del tiempo. Dicho prejuicio es un factor importante en el tema de salud mental, pues la opinión social nos guste o no, sí es relevante para la mayoría.
La película nos plantea todas las partes que influyen en el camino que toma un trastorno mental. Desde el funcionamiento neuronal de la madre hasta las decisiones que toma su hija al respecto son cruciales para su desarrollo, pero no podemos dejarles toda la responsabilidad, ya que también se debe tomar en cuenta la respuesta de la sociedad y con ello, la de las autoridades y el servicio médico.
Ante un desorden mental, el ojo se suele poner sobre quien lo tiene y sus conocidos, pero llega un nivel en el que ni las familias, ni los amigos ni uno mismo tienen claridad de cómo reaccionar y es ahí cuando es necesario acudir a la atención psiquiátrica, la cual puede ser de mucha ayuda o al contrario, perjudicial.
El tratamiento que reciba la persona es decisivo para su futuro, el problema viene cuando se deja de ver a los pacientes como personas y son tratados como seres sin valor. La realidad en bastantes hospitales psiquiátricos es que a los internos no se les da el trato digno que merece cada ser sintiente, la prioridad más que su bienestar es mantener a la gente apaciguada, sin importar que sus métodos sean poco éticos o provoquen un trauma mayor.
Psicosis en Estocolmo refleja las complejidades que conlleva un trastorno mental, tanto en el círculo cercano como a nivel social. Por ello es importante referirse con empatía y respeto no solo a quien lo padece, también a quienes le rodean, pues es un proceso difícil con el que cada quien lidia con lo que puede y como cree que es mejor.
Como Dottern, a los que no nos especializamos en materia de salud mental, nos toca actuar desde el cariño que le tenemos a nuestro amigo o familiar y exigir que se le de un trato justo y digno. Pero a su vez, asimilar que no todo está bajo nuestro control, que existe una parte neuronal sobre la cual no tenemos dominio ya que cada persona es un mundo distinto; nunca sabemos qué es exactamente lo que pasa por la cabeza del otro y, aunque duela, no siempre podremos hacer algo al respecto
Me gusta escribir lo que pienso y siempre busco formas de cambiar el mundo; siempre analizo y observo mi entorno y no puedo estar en un lugar por mucho tiempo
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