¿Por qué México es visto como un peligro para Estados Unidos?

26 enero, 2025

La frontera sur de Estados Unidos representa un problema para los estadounidenses, somos su contacto más cercano con el mundo. Lo más trágico para ellos es que no entienden lo que pasa en el sur. Somos el farwest. Ellos, en cambio, siguen siendo los colonos que viven amurallados en una realidad desconocida

Por José Ignacio De Alba / X: @ignaciodealba

México comparte más de 3 mil kilómetros de frontera con Estados Unidos. El país más poderoso tiene una frontera abierta con México que es tan grande como inquietante. Cualquiera que haya visitado este lugar sabe que en esa amplitud de espacios la única certeza es la porosidad. Los millonarios recursos invertidos para construir una muralla, pueden ser fácilmente abatidos con una escalera de fabricación casera o un túnel artesanal. 

La muralla sólo ocupa una tercera parte de la frontera. Lo demás, son espacios abiertos. Ahí, la limitada Border Patrol se encarga de arrestar a los migrantes. Muy orgulloso, podríamos ver al agente “García” detener  a un migrante que también se podría apellidar “García”. Más desconcertante aún es ver que dicho patrullero se parece al detenido. 

Aunque evocamos tradiciones distintas, la realidad es que un estadounidense común puede ser bastante mexicano, por no decir puertoriqueño. Uno de cada cinco estadounidenses es de origen latino, según la Oficina de Censo de Estados Unidos. Eso no evita que esta población no sea republicana, racista o hasta patrulleros (como el ficticio patrullero “García”).

Es destacable el caso de Marco Rubio, el político latino que ha logrado escalar más alto en la política estadounidense. De origen cubano, en el actual gobierno de Donald Trump ocupa el cargo de Secretario de Estado. Es decir, lo latinoamericano no quita lo facho. Obviamos recapitular aquí a la población latina que votó por Trump. 

A pesar de la composición demográfica, Estados Unidos ve al sur como el farwest. La cultura anglosajona vive en constante miedo sobre lo que llega desde México. La violencia, la ilegalidad, la sociedad empobrecida. Vivimos en un western moderno. El gobierno estadounidense sigue pensando en instalar una empalizada para refugiarse del sur indómito. Y desde ahí se estudia en una avanzada. 

Es un glosario que removió los miedos del electorado trumpista. El presidente estadounidense ahora tiene un encargo, enfrentarse a un enemigo imaginario. Por su lado, el gobierno de México deberá encarar a un gigante enloquecido. 

Trump asegura que deportará a 12 millones de personas. Los estadounidenses se extirparán un órgano con la esperanza de curar su malestar. Después del paliativo se darán cuenta que su país está más enfermo que antes. 

Trump no solo es un político, es un conducto divino. “Fui salvado por dios para hacer grande de nuevo a Estados Unidos”, dijo el mandatario en la toma de protesta. Es el destino manifiesto, del siglo XIX. 

Trump abandonó los Acuerdos de París. También acabó con las políticas de diversidad y decreto (¿se puede decretar la identidad?) que solo hay “dos géneros”. Estados Unidos abandona sin máscaras su cruzada por la democracia.

México, que para desencanto de los estadounidenses, también es norteamérica. Vive constreñido en esta vecindad obligada. El gobierno de Claudia Sheinbaum tiene una idea clara del momento histórico, aunque necesitará de talento para reaccionar a los tres ejes en los que se mueve la nueva relación con nuestro vecino: migración, seguridad, aranceles.

También habrá que encarar ocurrencias de diversa índole, como el Golfo de México que ahora podría ser renombrado como Golfo de América. El gobierno de Trump también busca reapropiarse del Canal de Panamá. Son el bandido de siempre, pero ahora sin máscara. 

Desde su amurallada frontera Estados Unidos busca civilizar el farwest, pero esta vez no serán enfundados cowboys. Trump es partidario de una nueva forma de capitalismo, uno fraccionario. Donde las corporaciones son las nuevas organizadoras sociales. El acompañamiento a su gobierno que hacen los magnates tecnológicos es prueba de ello. 

Hay que tener claridad para entender que el Make America Great Again (hacer grande a América de nuevo) no es un eslogan que representa a Estados Unidos, es un país convertido en una marca, en una nueva era del capitalismo tribal. 

Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).