Por qué a todos debería indignarnos el asesinato de una gallina en el Senado… Incluso si no eres animalista

12 mayo, 2024

Resulta, cuando menos dudoso, que la ofrenda de una gallina, animal que no estaba presente en tiempos prehispánicos en el continente americano, forme parte de un ritual indígena a Tláloc, el dios de la lluvia. 

Por Luis Sáenz

Hechos.
A las 10 am del 24 de abril, con motivo del día de la lluvia se realizó una ofrenda al dios Tlaloc en la terraza del segundo piso de la sede del Senado en Paseo de la Reforma. La ofrenda fue organizada por el senador Adolfo Gómez Hernández de Morena. Durante la ofrenda se asesinó una gallina: se le cortó el cuello y su sangre se derramó en un recipiente. El acto se transmitió en vivo en redes sociales por parte del senado. Ante el rechazo de usuarios por la agresión a este animal el senado interrumpió la transmisión.

La presidenta de la mesa Ejecutiva del Senado, la senadora por Morena Ana Lilia Rivera se deslindó del acto a través de un comunicado y aseguró que Gómez Hernández realizó el acto bajo su responsabilidad individual. También informó que al senador se le había comunicado que no estaba autorizado para ingresar animales (no humanos) a la sede del senado, y reiteró que el Senado ha trabajado en una agenda de derechos de los animales.

Ante la polémica, el coordinador del grupo parlamentario de Morena, Ricardo Monreal, afirmó que en comunicación personal se había conminado a Gómez Hernández a no realizar el acto. Se proclamó animalista y en contra de cualquier tipo de sacrificio de ningún animal.

Gómez Hernández también manifestó su postura en entrevista. Justificó sus actos argumentando que el ritual es parte de los usos y costumbres de comunidades indígenas, las cuales protege el artículo segundo constitucional. Pidió tolerancia a costumbres que se han satanizado por 500 años. Además afirmó: “todo es violento… ¿Quién de ustedes no come gallina? ¿Quién de ustedes no prueba pollo? ¿Quién de ustedes no prueba res? ¿Quién de ustedes come vegetariano… es vegano al 100%?”.

Adolfo Gómez Hernández es licenciado en Derecho, es senador por Oaxaca electo por el Principio de mayoría relativa, es senador suplente del gobernador de aquel estado: Salomón Jara. Su agenda legislativa se ha enfocado en la representatividad de pueblo y comunidades indígenas.

El asesinato de la gallina en la sede del Senado causó descontentó entre diversas asociaciones animalistas, las cuales se manifestaron el jueves 25 de abril. Las autoridades permitieron su ingreso durante el homenaje a Rock bajo la promesa de después poder participar en la sesión plenaria y poder plantear sus inconformidades a los miembros del Senado. Sin embargo, al terminar el evento se les pidió desalojaran el recinto para volver a tramitar su ingreso. Sólo dos activistas permanecieron dentro de la sede, en contra de las indicaciones de las autoridades.

Sin embargo, se les negó el reingreso a los activistas que desalojaron, los cuales se mantuvieron protestando por varias horas fuera de la sede del senado. Los activistas que permanecieron dentro buscaron expresar sus inconformidades a diversos senadores, pero ninguno les concedió una entrevista.

Ante estos hechos es necesario realizar tres niveles de análisis. Un análisis legal, para aclarar si se cometió de algún delito; y un análisis integral para establecer si, más allá de la legislación vigente, el respecto a las culturas indígenas permite justificar estos actos; y un análisis político, son las conclusiones de este último las que nos deberían preocupar a todos.

Análisis legal

Como afirma el senador Gómez Hernández, el artículo 2º constitucional establece que la Constitución garantiza la autonomía de los pueblos y comunidades indígenas para “Preservar y enriquecer sus lenguas, conocimientos y todos los elementos que constituyan su cultura e identidad”. Así, apelando la Constitución como la ley suprema, el senador por Morena afirma sus actos no son constitutivos de delito. 

Lo que el senador no dice, es que el mismo artículo constitucional reconoce que este no debe interpretarse como que los habitantes de comunicades indígenas o las prácticas de sus comunicades están exentos del resto de disposiciones legales. La constitución establece que la legislación mexicana debe tomar en cuenta que una actividad forma parte identitaria de una cultura al regularla, pero no establece que estas actividades no puedan ser reguladas.

Pasemos entonces a ver qué dice la legislación de la Ciudad de México sobre el maltrato animal. Primero, la constitución de la Ciudad de México establece en su artículo 13:

“En la Ciudad de México toda persona tiene un deber ético y obligación jurídica de respetar la vida y la integridad de los animales”. Más aún “Las autoridades de la Ciudad garantizarán la protección, bienestar, así como el trato digno y respetuoso a los animales y fomentarán una cultura de cuidado y tutela responsable”.

Esta disposición general es retomada en Ley de Protección a los Animales, la cual de manera explícita en su artículo 25 establece que está prohibido:

“El uso de animales en la celebración de ritos y usos tradicionales que puedan afectar el bienestar animal”.

De manera que la legislación no deja lugar a duda, no sólo la ofrenda realizada está expresamente prohibida, sino que claramente no fomenta una cultura de cuidado responsable. Peor aún, como aclaró la presidenta del senado, el ingreso de animales no humanos no está autorizado en la sede del senado. Así que establecida la violación a una tercera regulación.

Análisis integral

Más allá de lo que establece contundentemente la legislación, vale la pena preguntarse si no estamos ante un caso de una acción legítima que la ley prohíbe injustamente. El senador ha argumentado que de manera consistente las prácticas culturales de las comunidades indígenas han sido menospreciadas, lo que es cierto. Precisamente por esto el artículo segundo constitucional llama a tener especial consideración con este tipo de prácticas.

Sin embargo, el supuesto mismo de la línea de argumentación del senador es altamente cuestionable. El Consejo Autónomo de Pueblos y Barrios Originarios (CAPyBO), a través de un comunicado se deslindó de este acto y declaró que no lo autorizaron, mientras que pidieron respeto a las actividades que realizan de manera respetuosa y en el marco constitucional. Adicionalmente el antropólogo y político indígena Marcos Matías Alonso criticó fuertemente el ritual por verse “absurdo, incoherente y ridículo”, pues la ofrenda en el senado saca de contexto un originario de los pueblos indígenas. 

En efecto, resulta, cuando menos dudoso, que la ofrenda de una gallina, animal que no estaba presente en tiempos prehispánico en el continente americano, forme parte de un ritual indígena a Tláloc, el Dios de la lluvia. 

Sin embargo, existen otras razones para rechazar esta justificación del senador por Morena. Como aclara el CAPyBO, los rituales indígenas que son acreedores de protección legal son aquellos que respetan la pluralidad de creencias y culturas propias de toda sociedad democrática moderna. Resulta impensable que una legislación deba respetar una práctica cultural que discrimina a las mujeres, oprime a una minoría racial o margina a personas discapacitadas. De manera análoga, lo que resultaría injusto sería una legislación que protegiese a las prácticas culturales que dañan a los animales no humanos.

Esto último no sólo es cierto porque, como he argumentado en otro artículo [link al abc del veganismo], las lógicas que defienden los animalistas son las mismas que reivindican los feminismos y los movimientos antirracistas. Sino tanto porque una cultura que fomenta el maltrato animal fomenta la violencia, la cual nos daña a todos. Como porque, y esto es lo más importante, los animales no humanos tienen valor propio, y es, como afirma la Constitución de la CDMX, responsabilidad de todos protegerlos. 

Es cierto que todos los ciudadanos mexicanos debemos ser conscientes y respetuosos de aquellas personas que han sido históricamente marginados, lo cual nos lleva ofrecer una protección adicional a las prácticas de las culturas indígenas. Pero esa misma conciencia nos debe llevar a proteger a los animales no humanos quienes también han sido históricamente violentados. Es un sinsentido pedir que la consideración a los pueblos indígenas elimine la consideración a los animales no humanos.

Análisis Político

Una vez que hemos aclarado que los actos del 24 de abril son justamente constitutivos de delito. ¿Qué hacer?

Por una parte, debemos condenar los pretextos esgrimidos por el senador de Morena en su entrevista posterior a la ofrenda. 

Argumentar que la ley debe tomar partido por los violentadores porque “todo es violencia” es un discurso que no tiene lugar en una sociedad respetuosa de los derechos de todas y todos. De este discurso a pedir que no se castigue a violentadores domésticos hay sólo un paso y no podemos permitir que este paso se dé.

El segundo pretexto: si no eres vegano no puedes criticarme, es aborrecible. Yo sí soy vegano, pero lo crítico no porque sea vegano. No sólo los moralmente intachables pueden criticar actos reprobables. Las leyes mexicanas cada vez amplían más la protección a los animales no humanos no porque todos los mexicanos sean veganos, sino porque cada vez más mexicanos reconocen que estos animales merecen nuestro respeto. 

Adicionalmente, los actos del senador resultan criticables pues no es la primera vez que pretende apelar a su ascendencia indígena para obtener privilegios. Como ocurrió el 13 de octubre de 2023, cuando se rehusó a pagar su entrada al sitio arqueológico de Monte Albán argumentando que no pagaría por algo que construyeron sus ancestros.

Es decir, el senador Adolfo Gómez Hernández ha violado diversas legislaciones cometiendo delitos, esgrimido un discurso de apología de la violencia y realizado un uso a conveniencia e ilegítimo de los justos derechos de los integrantes de pueblos indígenas.

¿Cómo ha reaccionado el partido y la bancada de Morena antes esto? Con el silencio. No es la primera vez que, por un cálculo político, este partido decide no tomar represalias en contra de un integrante de este. Sin embargo, este el más grave, pues a diferencia de, por ejemplo, las primeras declaraciones de Lily Tellez, entonces senadora de Morena, en 2019 contra la interrupción legal del embarazo, el senador Gómez Hernández violó la ley. 

Diversos miembros de Morena se han declarado a favor de la causa animalista. El líder de Morena en el senado, Ricardo Monreal lo hizo el mismo 24 de abril. Además, una de las reformas presentadas por el presidente Andrés Manuel López Obrador el 5 de febrero incluye una modificación a la constitución para crear una Ley Federal de Protección Animal [aquí puedes escuchar nuestro podcast al respecto]. Resulta así sorprendente que, a pesar de tener conocimiento del asesinato público de un animal en el recinto parlamentario, ningún senador haya hecho nada para evitarlo. Y que ya consumado el acto no se hayan tomado acciones para amonestarlo.

Esto nos plantea una disyuntiva: o bien la agenda animalista de Morena no es honesta, sino es sólo parte de un discurso electorero para ganar adeptos sin respaldar sus exigencias con convicción. O bien, y lo que es peor, los miembros de Morena sí tienen una convicción animalista pero pesa más su pragmatismo político para no perder escaños en el senado que sus ideales.

Es esto último lo que debería preocupar a animalistas y no animalistas por igual. Que tengamos un partido en el gobierno que o bien miente sobre sus ideales, o bien los valora por debajo de su cálculo pragmático.

Es una falta de respeto que después de lo ocurrido el 24 de abril no se haya recibido a los activistas que exigían justicia. Lo mínimo que debe hacer el poder legislativo para resarcir el daño es escuchar a los inconformes y aprobar la reforma constitucional que ya está en discusión y que garantizaría una mayor protección a las víctimas de este acto.

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