20 agosto, 2021
Ellos son los responsables de que los institutos de Salud en el país sean de alta especialidad. Pero no tienen certeza laboral. Por eso han ido a huelga.
Texto y fotos: Arturo Contreras Camero
CIUDAD DE MÉXICO.- “La diversidad de la ciencia está en peligro, la capacidad de democratizar la ciencia, se podría perder”, acusa desde la plaza Manuel Gamio, entre Catedral y Templo Mayor, Alejandro Valdés Cruz, secretario del Sindicato Independiente de los Trabajadores en Investigación de Ciencias de la Salud.
A las seis de la mañana, la plaza está casi vacía, también el Zócalo. Alejandro, junto con otro grupo de investigadores, un grupo de normalistas y un colectivo de buscadores rompen el silencio del amanecer. Se aglutinan cerca de la bocacalle que lleva a la entrada de Palacio Nacional; ahí donde se efectúa la conferencia de prensa del presidente, Andrés Manuel López Obrador.
Desde hace dos años, los investigadores buscan que haya reglas claras en la labor de investigación que hacen, y sobre todo, que se les reconozca en un contrato colectivo de trabajo. El contrato actual contempla al personal médico, al administrativo y a otros, pero no a ellos. Los omite, aunque son parte medular del sistema de institutos nacionales de salud y hospitales de alta especialidad.
“En la discusión de fondo el contrato colectivo no plantea ningún privilegio extra para nosotros, nada más allá de la ley, o de lo que reciben los demás. Más bien plantea una relación laboral transparente, que podamos ser parte de las decisiones académicas”, explica Valdés Cruz.
“Como trabajadores nos han excluido de prestaciones básicas para cualquier trabajador. Días económicos permisos por defunción o cuidados parentales. Reconocimiento básico de nuestros horarios laborales y lo más importante: la asignación de plazas. La asignación de recursos está hecha por comités cerrados, en los que no se puede discutir los criterios de asignación”.
Desde el once de agosto pasado, un grupo de investigadores de los institutos de Perinatología, de Enfermedades Respiratorias, de Psiquiatría, Rehabilitación Neurología y del Hospital Infantil de México Federico Gómez iniciaron una huelga, que ahora solo mantienen de forma “activa”. Es decir: asisten a sus labores, pero bajo protesta, por las represiones que sufrieron. En total son 1,400 investigadoras, investigadores y ayudantes de investigación.
“Estamos en huelga activa permanente, ralentizamos los procesos burocráticos y acrecentamos otros, como lo académico, es nuestra forma de hacer valer nuestra huelga”.
Alejandro Valdés Cruz
Empezaron la huelga en las áreas de investigación de los institutos, lo que no comprometió nunca su atención clínica, pero no la pudieron continuar por los despidos y represalias que sufrieron.
La lucha de estos investigadores es por lineamientos claros a partir de los cuáles se decidan qué líneas de investigación científica se desarrolla y cuáles no. Actualmente, estos procesos están sujetos a esquemas opacos, que dependen de un sistema de cercanías y amiguismo, acusa el secretario del sindicato de investigadores.
“En psiquiatría compraron un microscopio especial, hay que abrir el laboratorio, o sea tirar paredes y hacer una obra para instalarlo. Lo malo es que es un microscopio de un grupo específico, para el beneficio de unos cuantos. Cosas como esas son en las que queremos participar. Si se abre una plaza de investigador, estas no salen a concurso, se asignan por dedazo. Claro, tienen que cumplir un perfil de investigadores y tener las credenciales académicas. Nosotros queremos que se planteen concursos de oposición”.
Este sector, el de los investigadores, es el más importante y el más olvidado de estos institutos, por no decir que también es el más pequeño. Por ejemplo, de 5 mil trabajadores que puede haber en un instituto, solo 50 son investigadores.
“La relación laboral en los instituots tiene mucho de discrecional. Aunque hay un reglamento que regula las relaciones, su asignación está muy abierta; le dan mucha importancia a los directores generales que son los que pueden disponer de los recursos a discreción. La decisión de qué se gasta, cómo y con quién es a los criterios de ellos”, explica un investigador.
La cantidad de recursos disponibles está ligada a la producción científica; mientras más recursos, mayor producción. Desde ahí, uno de los problemas de la falta de transparencia en su asignación, pero debajo de este, yace otro, que pone en mayor vulnerabilidad a los investigadores que no son beneficiados.
“Este contexto nos pone en un sistema de productividad, en el que nos certifican cada tres o cinco años, es un sistema de ‘estímulos’ en el que si no se acreditan estos certificados, te castigan por 5 años para no tener ese estímulo, que representa una tercera parte de nuestro ingreso. Incluso, estas evaluaciones se convierten en un método de presión para dejar el trabajo, con algunos compañeros se usó como presión para hacerlos renunciar”.
“Por eso hicimos un sindicato —continúa Alejandro en una entrevista sobre una banca fría del centro de la Ciudad de México— creamos un principio básico del asunto colectivo. A partir de lo colectivo se resuelven los asuntos individuales y no al revés, y tampoco se hace por medio de la jerarquía científica”.
Hacer un sindicato, además, los define como trabajadores, algo que nunca ha reconocido la Secretaría de Salud, de la que dependen estos institutos y hospitales. Desde este sindicato planean trabajar en un contrato colectivo.
“Consideramos que ya tenemos las fuerzas suficientes para hablar con la Secretaría de Salud. Pero no nos han contestado ni un solo oficio. En los institutos ningún director de investigación nos reconoció y no nos abrieron el diálogo”.
Hay cierta indefinición de quién sería el responsable de esta relación laboral, según explica Alejandro. En los estatutos de los institutos se define el perfil de la investigación y las estructuras, se definen las reglas generales, sin embargo, las instrumentaciones quedan muy abiertas.
Primero, las autoridades los mandaron con la Secretaría de Salud, que regula la situación laboral del resto del personal de los institutos; pero ahí, a su vez los mandaron con las direcciones de los institutos, quienes dijeron que tenían autonomía suficiente para darles solución. Hasta el momento, ni el diálogo, ni la solución han llegado.
Después de un par de horas de estar en la entrada a la calle de Moneda, cercada por vallas policiales, sin lograr ningún tipo de diálogo, el grupo de investigadores recoge sus mantas y se retira.
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