El Pole Dance es una disciplina que cada día es practicada por más mujeres. Para quienes realizan este deporte, esto se ha convertido en una oportunidad para aceptar y reconocer su cuerpo, y también para fortalecer los lazos entre ellas.
Texto y fotos: Isabel Briseño
CIUDAD DE MÉXICO.- Fernanda es instructora de pole dance: una disciplina deportivo-artística que consiste en combinar acrobacias y danza en una barra vertical.
Fer recuerda que la disciplina cobró relevancia en el año 2009. Su interés en tomar clases aumentó al observar la fuerza que se requiere en los brazos para cargar el peso del cuerpo.
“Cuando yo toqué el pole dije: ‘Quiero esto para mi. Me encantó’”, dice Fer quien lo considera mágico.
La instructora, que también se considera feminista, relata que tomar clases de pole dance le ayudó a romper estereotipos respecto al cuerpo y a las mujeres. También le ayudó a generar amistades sanas y de confianza con otras mujeres.
“El pole tiene algo mágico que es aprender a alegrarte de los logros de otras personas. A las mujeres nos educan para tener una competencia insana entre nosotras. Cuando entras al pole y te empiezas a dar cuenta que puedes alegrarte de los logros de la compañera y que la otra no es tu competencia, te suma para crear relaciones de apoyo”.
Así es como nace la idea del estudio: un espacio seguro en donde las mujeres se sientan cómodas con sus cuerpos, que les ayude a eliminar estereotipos, limitantes y que toda persona que quiera aprender, se acerque.
El estudio Flying Angels abre sus puertas en el año 2017. Pensado y creado como un espacio seguro en el que las usuarias se sientan libres y en confianza.
Pese a que esta actividad física es muy estigmatizada por venir de los Street clubs. Fernanda señala que sus orígenes también vienen del Mallakhamba (un deporte tradicional indio) y del mástil chino, (disciplina de las artes circenses).
El pole dance duele, duele mucho. Se necesita desarrollar condición física, entrenamiento, fuerza, flexibilidad y una disciplina. Constantemente los cuerpos quedan rosados, con moretones, raspados y las caídas son constantes.
Fernanda considera que hubo un retroceso a raíz de la pandemia que exacerbó el machismo dentro de los hogares. Por otro lado, también hubo un despertar. Las mujeres que ya practicaban pole dance, comenzaron a subir videos con rutinas que hacían desde sus hogares.
Las redes sociales, a las que muchas personas se sumaron durante la pandemia, también se convirtieron en un aliado para quienes querían hablar o adentrarse al tema.
“Creo que muchas personas están entrenando porque quieren probar algo nuevo”.
Actualmente el pole ha pasado de bares a gimnasios, a representaciones artísticas y a competencias atléticas mundiales. Cada vez se discute más de cerca el tema de convertir al Pole Fitness en una disciplina olímpica.
“Las mujeres no hacemos las cosas para los hombres, hacemos este deporte por y para nosotras”.
Las mujeres solemos tener una exigencia muy alta sobre nuestros cuerpos. Queremos que nuestro cuerpo sea perfecto y conforme a los cánones de belleza impuestos. Pero ¿quién dice qué es perfecto y qué no?.
Para las alumnas de Flying Angels, el pole dance las ayuda a valorar y amar el cuerpo: no por cómo se ve, sino por lo que puede hacer. Conforme pasan las clases se olvidan de la celulitis, las estrías, del tono de piel, de las arrugas, los gorditos o de las llantas para concentrarse únicamente en coordinar la mente y el cuerpo para lograr complejas figuras.
“Todo cambia, y te das cuenta que todas estamos destinadas a envejecer, entonces no podemos dejar de hacer lo que queremos por lo que van a pensar o decir las personas, mucho menos dejar de hacer algo por no aceptarnos”.
Las alumnas de Flying Angels aseguran que no importa el tamaño de cuerpo que tengas, lo importante es atreverse a hacer lo que la sociedad te dice que no puedes: moverlo, ejercitarlo, mostrarlo o sentirte orgullosa de él.
“A mí me salvó la vida”. “Es inspirador”. “Me apasiona”. “Me hace relacionarme con gente preciosa que no hubiera conocido si no estuviera aquí”. “Lo amo, porque es liberador, me llena de confianza y fuerza”. Son algunos comentarios de las alumnas.
Socialmente también han tenido que enfrentar las críticas y estigmas que existen respecto a esta disciplina.
Diana, la instructora de la clase de básicas apunta: “Sonará trillado, pero [el pole dance] me brindó mucho empoderamiento. Como maestra me encanta verlas crecer, al verlas crecer, me lleno de fuerza, son mi motivación”.
Otra alumna comparte:
“Yo estuve muchos años muy peleada con mi cuerpo, al grado de convertirse en odio. Al llegar a este espacio, con estas personas e ir descubriendo todo lo que mi cuerpo podía hacer, mi pensamiento cambió. Cuándo salí de la primera clase, al llegar a casa lloré porque descubrí que todas esas creencias y limitaciones que me había hecho sobre mi cuerpo sólo estaban en mi cabeza. El pole me ayudó a conectar con mi cuerpo y a quererle por todo lo que puede ayudarme a hacer”.
Caer en el espacio correcto. Las alumnas de la clase básica, se sienten afortunadas de haber llegado a un lugar seguro que las motiva a continuar.
El ambiente y la comunidad que encontraron les hace sentirse protegidas, queridas y muy acompañadas. Siempre que algo les sale, por muy mínimo que sea, se celebran, aplauden y se echan porras en cada clase que comparten.
Nunca me ha gustado que las historias felices se acaben por eso las preservo con mi cámara, y las historias dolorosas las registro para buscarles una respuesta.
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