Al Glaciar Jamapa, el más alto del país, le quedan máximo 40 de años de vida, según expertos. Peligra el abasto de agua para dos millones de personas en Veracruz que viven cerca del volcán donde se encuentra.
Texto: Rodrigo Soberanes/La Marea
Fotos: Cortesía La Marea
XALAPA.- El último glaciar de México se está derritiendo y en 2060 ya no existirá. El cambio climático y otros factores que permanecen como incógnitas para los científicos están causando la desaparición del mítico Glaciar Jamapa, ubicado en el Pico de Orizaba, un volcán que es la montaña más alta del país.
El Pico de Orizaba también es la tercera montaña más alta de Norteamérica, con 5 mil 610 metros sobre el nivel del mar, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (aunque hay mediciones que sitúan la cima hasta en 5 mil 685 MSNM).
El volcán tenía 14 glaciares y ahora sólo le queda el glaciar Jamapa.
Hay registros donde se señala que la lengua glaciar del Jamapa descendió hasta los 4 mil 395 metros. Hoy ese cuerpo de hielo está fijado ya sobre la barrera de los 5 mil 060 metros, y avanza con 750 metros de ancho y mil metros de longitud hasta el cráter.
Entre esa barrera marcada por la punta de la lengua del glaciar y la playa, hay tan solo a unos 225 kilómetros.
Es el símbolo del deterioro de una montaña que, con las filtraciones del Glaciar y la producción de sus bosques, genera agua para el consumo de dos millones de personas en los estados de Veracruz y Puebla.
De acuerdo con un estudio encabezado por el investigador de la universidad de Texas, Blake Weissling, el glaciar ha perdido el 65 por ciento de su superficie desde que comenzó a ser estudiado, en 1957.
La retracción de la lengua glaciar primaria del Jamapa continúa. Lo muestran imágenes satelitales recientes, lo demuestran investigaciones geofísicas “y relatos de primera mano de expediciones de escalada”, dice Weissling.
En su estudio llamado Enigmatic glacial ice recession on a sub-tropical glacier, Pico de Orizaba, Mexico, el investigador señala que la tasa de deshielo de el Jamapa es “consistente” con lo observado en sistemas glaciares tropicales y subtropicales del resto del mundo.
Es un fenómeno -asegura el científico- atribuido al calentamiento global o al “secado atmosférico”, pero en el caso del Pico de Orizaba, “no está claro si la pérdida de hielo puede atribuirse total o parcialmente al forzamiento del cambio climático.”
Durante el verano, cuando es la temporada de deshielo, weissling dijo que observó flujos de agua emanando no desde la superficie del glaciar, sino por debajo del hielo, lo cual “quizá” sugiere “un fenómeno de derretimiento del fondo que juega el papel dominante en la recesión del glaciar”.
Carlos Welsh Rodríguez, investigador del Centro de Ciencias de la Tierra de la Universidad Veracruzana (que ha realizado investigaciones en el Pico de Orizaba con la Universidad de Texas) asegura que no hay vuelta atrás.
De acuerdo con Welsh, al Glaciar Jamapa le quedan entre 35 y 40 años de existencia “como máximo” antes de que sea declarado como desaparecido.
Hay 20 mil hectáreas rodeando la gran montaña que pertenecen al Parque Nacional Pico de Orizaba, decretado en 1937. Hay tres ecosistemas en esta delimitación; uno de ellos está en las praderas de alta montaña con los bosques de Pino Negro (Pinus hartwegii).
El director del Parque, Raúl Álvarez Oceguera, destacó en entrevista con La Marea, que esta especie, la que alcanza a crecer en los parajes más altos del planeta, encontró en el Pico de Orizaba el lugar más alto de la Tierra para crecer, por encima, por ejemplo, de la Cordillera de Los Himalayas.
“Crece sobre los 4 mil 500 metros sobre el nivel del mar. Es uno de los candidatos para el Programa de Terraformación en Marte, pues se supone que pudiera aguantar las condiciones en Marte para generar la colonización”, contó Álvarez Oceguera.
Otro ecosistema son los bosques de Oyamel, creciendo desde los 3 mil 200 hasta los 3 mil 600 MSNM, y después están los bosques de pino y pastizales.
En estos ecosistemas, explicó Álvarez Oceguera, hay cerca de 350 especies de flora y 172 especies de aves registradas, “muchas de ellas migratorias que vienen acá a pasar los veranos en la montaña y después emigran hasta Norteamérica o bajan a los bosques mesófilos cercanos”.
En México hay otros volcanes emblemáticos, como el Popocatépetl, que está en el centro del país y rodeado de pueblos y ciudades. Aislado entre el crecimiento de asentamientos humanos.
No es el caso del Pico de Orizaba, pues está en un corredor biológico de más de 50 kilómetros kilómetros que lo une con el Cofre de Perote, una montaña de 4 mil 282 MSNM. Es un territorio de cañadas, ríos, bosques templados y mesófilos, y cafetales.
“No es diversidad aislada: una característica muy, muy importante es que hay un corredor biológico con el Cofre de Perote. Se junta esta masa forestal y a través de las cañadas ha conectividad incluso con el mar”, dijo Álvarez Oceguera.
El corredor enmarcado por el Pico y el Cofre es el mayor macizo montañoso de México, de acuerdo con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio). Es una región definida como prioritaria “por considerarse el contacto entre las zonas tropicales húmedas del este, templadas al norte y semiáridas al oeste” de México.
En el Pico de Orizaba nacen los ríos Blanco, Cotaxtla, Metlac y Jamapa. En su conjunto abastecen a 31 municipios.
Son alrededor de dos millones de personas las que viven en esas poblaciones esperando el agua que llega desde aquellos parajes lejanos ubicados en la alta montaña.
Hay ciudades llamadas Tehuacán, Córdoba, Orizaba, Huatusco, Coscomatepec, Puerto de Veracruz y Boca del Río que dependen de las aguas que nacen en el glaciar, a 5,060 y se van encontrando con las filtraciones de los bosques que forman el río Jamapa, el más caudaloso.
Pero poco se sabe de quienes viven en esos parajes. Son, en su mayoría, lugares donde las personas viven en condiciones de alta pobreza, según explicó el director del Parque.
“son comunidades muy marginadas. Hay madres de 14 o 15 años, índices de mortalidad muy alta en edades tempranas, muertes evitables, pulmonías mal atendidas. Las opciones para la vida también son escasas. Son tierras altamente siniestrables por sequías, heladas, plagas. La actividad agrícola está muy dada a la suerte, es muy aleatoria. No hay seguridad”.
Las personas, con fines de supervivencia, se dedican principalmente a la extracción de los bosques, ya sea con ganadería o con tala ilegal.
El caso de la tala funciona a través de personajes de los poblados con mayor capacidad adquisitiva, que poseen vehículos para transportar madera. Son ellos quienes fungen como acopiadores de madera pagada a precios bajos y luego transportada hacia el centro del país.
Y los proveedores son campesinos que necesitan ganar unos pesos como sea y se meten al bosque a cortar árboles con sus sierras, lo cual -explicó Álvarez- tampoco los saca de la pobreza debido a los bajos costos impuestos por los dueños del transporte.
“Yo conozco a la gente que anda en la tala y están igual de pobres que cuando los conocí. Lo que hacen es sobrevivir. Ellos no son los que controlan la cadena de comercialización. A ellos les pagan por cortar, les pagan a destajo. Andan mal comidos y vestidos. Sus familias, igual. Pero hay un rico en el pueblo que es el que tiene su camioneta, compra la madera y la va a vender.
Ese coyote es el que está enriqueciendo a costa de la vida de un montón de gentes que andan cortándoles madera y a costa de gente que nos estamos quedando sin agua. Es un esquema injusto e insostenible. No hay acciones contundentes que controlen esta situación”, afirmó el director del Parque, Álvarez Oceguera.
Ricardo Rodríguez Doménegui, fundador de la organización Salvemos el Pico de Orizaba, lleva 40 años realizando emprendimientos para la conservación de la montaña y ha visto cómo funciona la tala ilegal.
“Hay grandes cadenas de corrupción organizada. Viajan camiones cargados de madera para uso industrial y para otros usos. No es un simple pastor que lleva su carga de leña en la espalda o un campesino que lleva cargando leña en su burro, no. Son camiones que ocupan para bajar tablones de madera todos los días bajan los camiones de manera clandestina”, explicó a La Marea.
Hay en total 30 caminos que los talamontes ocupan para sacar sus camiones del Parque. Son rutas plenamente identificadas por Rodríguez y su equipo de trabajo. Saben qué cuando los camiones bajan cargados de madera pagan “tarifas” informales.
Con controlando esas salidas, se puede controlar el movimiento de la madera clandestina. Y no se hace. El señor que lleva su camión cargado de madera ilegal ya tiene una cuota marcada por si se encuentra a la policía municipal, o la guardia nacional. Se les dan sus moches y se acabaron los problemas”, contó.
La desaparición del glaciar está acompañada del constante deterioro de los bosques de las faldas del volcán, protegidos, en teoría, por un decreto emitido en 1937 que creó el Parque Nacional Pico de Orizaba.
Los bosques de alta montaña que desaparecen día a día en el Pico de Orizaba no se desarrollan a la velocidad, por ejemplo, de los que están en las faldas, a menos de 2000 metros donde quienes hacen manejo silvícola cosechan pinos a los 25 de años de la siembra con troncos de 50 centímetros de diámetro.
En el Parque Nacional, ese mismo proceso tarda alrededor de 120 años. Por lo tanto, son árboles que no deberían ser cortados ni siquiera para manejo silvícola. Son parte fundamental de la fábrica de agua, explicó Raúl Álvarez Oceguera, director del Parque.
Una hectárea a menos de 2000 metros es ocho veces más productiva que una hectárea en el parque en términos de madera. En términos de agua es al revés, pues en el Pico de Orizaba los árboles, por su lento crecimiento, no consumen tanta agua.
“Casi todo lo que llueve se filtra y alimenta manantiales, entonces en términos de valor ecológico, una hectárea del parque nacional es muchísimo más importante que una hectárea forestal en lugares más bajos”.
Raúl Álvarez Oceguera reconoce que no hay políticas públicas eficaces para protegerlo, y si las hay, siempre chocan unas con otras y terminan por no ser eficaces.
Como ejemplo de ello está la presencia de ganado pastando dentro del Parque con aretes de control que indican que el gobierno mexicano los donó a campesinos, o la propagación de parcelas, o la falta de aplicación de las leyes para detener la tala inmoderada.
“hay quien paga para reforestar y hay quien paga para meter cultivos. De pronto hay ganado con arete dado por dependencias oficiales dentro del Parque Nacional”, dijo Álvarez Oceguera.
En su opinión, la solución para revertir el deterioro de la producción de agua debería es la recuperación de los ecosistemas, desde la costa hasta la montaña. La desaparición del glaciar -afirma el especialista- es inminente e irreversible, pero la aniquilación de los bosques, que es donde se produce la mayor cantidad de agua, no.
Ricardo Rodríguez Domenégui, es una de las personas que ha dedicado su vida a la conservación de la montaña. En sus más de cuatro décadas de lucha, ha sido testigo de la desaparición de los glaciares y ahora hace lo posible por cuidar las 400 hectáreas de hielo que dan forma al Glaciar Jamapa.
“He hecho una vida relacionada al volcán y por eso he visto los cambios y los problemas que mantiene. He visto desaparecer 13 glaciares. (Tengo) preocupación creciente por la pérdida del glaciar Jamapa. Nos ha generado una gran situación de riesgo: es tanta la gente que depende de él, del consumo de agua”.
Ricardo Rodríguez
Al Glaciar Jamapa, que medía aproximadamente nueve kilómetros cuadrados, le quedan cerca de 3.4. “Hemos alzado la voz en muchos foros diciendo que nos queda el 35 por ciento del glaciar. “Es terrible”, expresó Rodríguez.
En su opinión, la inminente desaparición del glaciar lleva un mensaje: la crisis del agua ya llegó.
El municipio de Boca del Río se llama así porque se fundó como un pueblo de pescadores a la orilla del Río Jamapa, justo donde desemboca al mar. Es la localidad más rica de Veracruz y es parte de una zona conurbada con el Puerto de Veracruz.
Es una de las zonas urbanas más pobladas y pujantes económicamente en el sur de México. Pero ya escasea el agua. Pasa lo mismo en cada poblado que hay tierra adentro a los largo del recorrido de más de 200 kilómetros hasta llegar al Parque Nacional Pico de Orizaba.
“Tenemos problemas de agua. Le llaman tandeos, reparación de pozos, limpieza de ductos, cambio de tuberías. La situación real es que por dos días que no corre agua en nuestro domicilio, en el tercero, sí. Son 48 horas de tandeo acostumbrado: tenemos un problema de escasez de agua”.
Ricardo Rodríguez
-¿Cuál es su perspectiva, su estado de ánimo?, le preguntamos a Rodríguez, el hombre de los 40 años al cuidado del bosque.
“He hecho una vida relacionada al volcán y por eso he visto los cambios y los problemas que mantiene. Mi estado de ánimo no decae, pero sí invito a la gente a que ahorren agua, la siguiente guerra mundial va a ser por agua”, concluyó.
En opinión del director del Parque Nacional, el deshielo del glaciar, que es parte de un fenómeno global, no es la preocupación principal, sino la recuperación de los bosques:
La lluvia se depositó en los glaciares en forma de nieve y granizo y es agua fósil. Está hace miles de años. Antes llovía y no se derretía porque no había temperatura, entonces se almacenaba. El agua que sirve es la que se cosecha de los bosques. Refrescan el suelo y ello llama al vapor, que por física busca lugares fríos y se condensa. Los bosques llaman la lluvia y ayudan a que la lluvia se filtre hacia ríos subterráneos que van hacia manantiales, arroyos… y a los ríos. Lo que hemos hecho es alterar ese proceso. Lo que es motivo de preocupación es recuperar los bosques en donde crecen bosques”.
*Este trabajo fue publicado originalmente en La Marea. Aquí puedes consultar la publicación original.
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