Pescados y mariscos, por las alturas

14 abril, 2022

Comerciantes y clientes coinciden en que los precios de pescados y mariscos aumentan un 30% en cuaresma. Miles de personas buscan un ahorro en su economía al visitar la Nueva Viga, al oriente de Ciudad de México

Texto y fotos: Isabel Briseño

CIUDAD DE MÉXICO.- Desde las tres de la mañana los trabajadores de La Nueva Viga van y vienen corriendo con sus diablos repletos de pescado y mariscos.

“¿Qué le damos? ¡Escójale, reina, pura calidad, huachinanguito del Pacífico! Es nuestra especialidad, huachinango y robalo”. Grita a todo pulmón Luis, un empleado del local D-37 quien con desánimo dice que la venta está muy tranquila. “Está mejor que el año pasado, pero ésto aún no se compone”, conversa el hombre que oferta “pura calidad” a 300 pesos el kilo de huachinango.

Félix, quien ha trabajado desde los 15 años en la Nueva Viga en distintas actividades, dice que los precios de entrada incrementaron entre 20 y 30 por ciento, razón por la que ellos también suben los costos. La mojarra que antes estaba en  60 pesos el kilo, este año subió a 80 pesos y es uno de los productos que más buscan las familias mexicanas. 

Kevin y José descargan 10 toneladas de mojarra tilapia. En camión 85 y se revende.

La pescadería Félix, ubicada en el local D42, es atendida por el chico de 25 años que dice “inició desde abajo”. Desde hace 6 años es propietario y da empleo a tres personas más; cuenta con mucha felicidad su logro, pues dice que la mayoría de los que son patrones heredaron su negocio en la familia, caso contrario al suyo. 

El joven originario de la alcaldía Iztapalapa compra su mercancía a vendedores de los estados de Veracruz y Tabasco. El pescado sierra se lo vendieron este año a 120 pesos, 30 pesos más caro que el año anterior.  

Las personas resistieron las intensas temperaturas mientras hacían largas filas para ser atendidas.

“Todo sube en estos días y la alta demanda hace que se escasee el producto y por eso suben los precios, pero luego vuelven a bajar”. El señor Delfino Díaz originario de Pinotepa Nacional trabaja desde los 18 años como filetero.

“Se arregla pescado”, se lee o se escucha por los pasillos del mercado. El señor que por vivir en la costa de Oaxaca ya tenía conocimientos sobre el manejo del pescado trabaja con mucha facilidad y destreza los machetes y cuchillos que se usan para entregar el pescado listo para lavar y cocinar. 

Para este trabajador de 50 años no le es difícil su empleo, ni siquiera las extenuantes jornadas que debe cumplir. “Yo le conozco de todo y hasta les doy recomendaciones a los clientes que me preguntan en donde pueden comprar empanadas o quesadillas”, dice el hombre que tiene los dedos blancos e hinchados por el manejo de los pescados congelados. 

“Hay seis meses malos y seis buenos de venta, en temporada de lluvia baja la venta y ahorita en cuaresma también no es nuestra mejor venta”, dice. La venta estuvo mejor días antes de que empezara la temporada de Semana Santa, añade. 

La Agencia de Protección Sanitaria del Gobierno de la Ciudad de México (AGEPSA) realiza recorridos por los locales del mercado en donde verifica el correcto estado de los alimentos.

Desde el Estado de México llegó la familia Neri Aguilar en busca de precios accesibles. La señora Rosario originaria de Tecamac pensó que ahorraría viajando casi 2 horas pero dice que le salió peor.

“Acá te cobran 30 pesos  por limpiarlo y los precios están igual, si lo hubiera comprado en el tianguis de la casa me hubiera ahorrado tiempo, pasajes y hasta la la limpiada”, dice la señora que resignada ve con buenos ojos que al menos ya salieron a dar la vuelta. 

La señora Rocío también acudió a la Nueva Viga por primera vez y compró camarón a 220 el kilo y la mojarra en 90 pesos. Son 5 los integrantes de su familia y aunque no va convencida de que economizó porque desembolsó 2 mil pesos para alimentar a sus seres queridos, dice que es el único gusto para el que les alcanza, pues no puede salir de vacaciones como otras personas.

“Imagínese, si acá ya me eché mi gasto de la quincena, cuándo cree que con eso me alcanzaría para irme aunque sea a un balneario”, finaliza la señora que se va con cajas de cartón y cubetas llenas de productos del mar. 

Nunca me ha gustado que las historias felices se acaben por eso las preservo con mi cámara, y las historias dolorosas las registro para buscarles una respuesta.

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