19 abril, 2019

Semana Santa tiene dos imágenes: el martirologio de Iztapalapa y las playas. Hacinamiento, playa, sol, gente, ruido, bullicio, carreteras. ¿Esto acaso no es otra forma de martirologio? La celebración de la vida es eclipsada por la muerte y el sufrimiento

@lydicar

pascua

(Del lat. vulg. pascŭa, este del lat. pascha, este del gr. πάσχα, y este del hebr. pesaḥ, infl. por el lat. pascuum, lugar de pastos, por alus. a la terminación del ayuno).

1. f. Fiesta la más solemne de los hebreos, que celebraban a la mitad de la luna de marzo, en memoria de la libertad del cautiverio de Egipto.

2. f. En la Iglesia católica, fiesta solemne de la Resurrección del Señor, que se celebra el domingo siguiente al plenilunio posterior al 20 de marzo. Oscila entre el 22 de marzo y el 25 de abril.

3. f. Cada una de las solemnidades del nacimiento de Cristo, del reconocimiento y adoración de los Reyes Magos y de la venida del Espíritu Santo sobre el Colegio Apostólico.

4. f. pl. Tiempo desde la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo hasta el día de Reyes inclusive.

Nuestra obsesión con la muerte

En una ocasión, un monje dominico de apellido Balderas, profesor de asignatura en la carrera de Ciencias Religiosas, explicaba que los católicos –a diferencia de otros cristianos, como los protestantes o incluso los ortodoxos– ponían mucho énfasis en la conmemoración del martirologio de Cristo y celebraban poco o nada la resurrección.

Los católicos –decía– ponen el acento en el sufrimiento, en la crucifixión. Y de ahí venían estas representaciones bárbaras, como la de Iztapalapa. La sangre, la cruz, el martirio. El domingo de Ramos o resurrección, en cambio, era sí celebrado, pero mucho menos.

Es decir, la culminación, la vida eterna, la salvación, la celebración de la vida es eclipsada por la muerte y el sufrimiento.

Y quizá sea por eso que en los países protestantes, como Estados Unidos y Gran Bretaña, perviva más la costumbre de los huevos de pascua escondidos en los jardines, y también algunos ortodoxos rusos decoran huevos y perfeccionan esta tradición hasta llegar a niveles de arte culto… el huevo, ese símbolo milenario del renacimiento y que parece quedar en segundo plano con la muerte y resurrección de Cristo… Y es que en la historia de la humanidad, las religiones, los cultos y fiestas se superponen, se mezclan, pero en general, los motivos son los mismos: esa necesidad de aliviar la ansiedad o la fascinación frente a la muerte, el nacimiento, o el renacimiento primaveral de la tierra.

Semana Santa

Semana Santa tiene dos imágenes: el martirologio de Iztapalapa y las playas. Playas cercanas a la capital, Acapulco, sobre todo, Veracruz, quizá. Calores insoportables, el agua de mar, ese caldo tibio y salado, impregnado de cientos y cientos de cuerpos que se bañan bajo el sol. Hacinamiento, playa, sol, gente, ruido, bullicio, carreteras.

¿Esto acaso no es otra forma de martirologio? Exponerse al sol inmisericorde, bañarse junto a otros cientos de penitentes en las aguas caldosas, embriagarse hasta caer en un estado extático –entre la insolación y el alcohol.

Sempre de vuelta al mar:

Mar. mére (madre en francés), mare (yegua en inglés), o nightmare (pesadilla), mara (bruja en eslavo), more (pesadilla en polaco), Mar (furia)… Mar, mére, merr, mare, mara, marah, de nuevo el morir, el regresar al seno materno, exhausto caer rendido, insolado, perecer, extraviarse… y renacer.

Regresar al trabajo, resurrecto (si se es católico), o renacido (si se es pagano o budista). Semana Santa, Easter, Ishtar, Primavera. Momentos de la muerte y el renacimiento.

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Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).