Parque Nacional Revillagigedo, bajo el acoso de la pesca ilegal

3 enero, 2021

Tiburones martillo en las aguas de Revillagigedo. Foto: Conanp/Erick Higuera

En 2017, el gobierno mexicano declaró al archipiélago de Revillagigedo como Parque Nacional y prohibió la pesca en la zona, considerada refugio para mantas gigantes y tiburones. Esa prohibición no ha sido respetada. Al menos 17 embarcaciones con bandera mexicana y una de Estados Unidos —dedicada a la pesca deportiva— realizan actividades sospechosas dentro del área natural protegida

Texto: Thelma Gómez Durán / Mongabay Latam

Fotos: Conanp

Cuando comenzaba a caer la tarde del viernes 25 de enero de 2019, el buque pesquero Benito García entró al Parque Nacional Revillagigedo, la reserva marina más grande de América del Norte, ubicada en el Pacífico mexicano y en donde está prohibido pescar. La embarcación ingresó por la zona norte, bajó su velocidad y cuando se encontraba a 33 millas náuticas de la isla Roca Partida, se detuvo. Ahí permaneció, por lo menos, nueve horas. La madrugada del sábado dejó el Área Natural Protegida.

Su salida solo fue por algunas horas.

La embarcación de bandera mexicana dedicada a la pesca de tiburón volvió a entrar al polígono del parque la tarde del sábado. Ese día se acercó aún más a Roca Partida, zona señalada por científicos como punto de concentración de tiburones, atunes y mantas gigantes. Ahí se instaló durante dos días.

Fue hasta las 8 de la noche del lunes 28 de enero de 2019 que el barco salió del parque, de acuerdo con datos del Sistema de Monitoreo Satelital de Embarcaciones Pesqueras (SISMEP) y reportes de ruta que Mongabay Latam obtuvo a través de solicitudes de información realizadas a la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca) y a la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp).

El buque Benito García no es el único que ha realizado actividades sospechosas de pesca dentro de las 14 millones 808 mil 780 hectáreas hectáreas del Parque Nacional Revillagigedo, reserva marina considerada por investigadores como un lugar “excepcional” porque, entre otras cosas, alberga las mayores agregaciones de mantas gigantes y de tiburones.

Desde el 27 de noviembre de 2017, fecha en que el gobierno mexicano declaró a Revillagigedo como parque nacional, y prohibió todo tipo de pesca en sus aguas, al menos 18 embarcaciones han realizado actividades sospechosas de pesca.

Estas embarcaciones se identificaron al analizar los reportes de barcos que ingresaron a Revillagigedo —obtenidos a través de solicitudes de información—, así como los datos del SISMEP que la organización Oceana-México obtuvo desde 2018, gracias a la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública. También se consultó la plataforma Global Fishing Watch, que permite visualizar los trayectos de aquellos barcos pesqueros que cuentan con el Sistema de Identificación Automática (AIS, por sus siglas en inglés).

Los buques que se identificaron disminuyeron su velocidad en forma considerable cuando se encontraban dentro del parque, cambiaron de trayectoria dentro del área y varios de ellos, incluso, permanecieron en un solo lugar durante varias horas.

Pescar dentro del Parque Nacional Revillagigedo no solo es un delito ambiental. Científicos que realizan investigaciones en el área coinciden en que esta actividad compromete la población y el futuro de especies marinas, como los tiburones, vitales para mantener el equilibrio ecológico del océano.

Vulnerar un refugio

Si una característica tienen los archipiélagos es que son lugares donde la vida marina abunda. Son refugios naturales, sobre todo cuando se encuentran muy lejos de la costa. En México, el Archipiélago de Revillagigedo está a 540 kilómetros de Los Cabos, Baja California Sur, y a 890 kilómetros del puerto de Manzanillo, Colima. Las aguas que rodean sus cuatro islas —San Benedicto, Socorro, Roca Partida y Clarión— marcan la frontera del país en el Pacífico.

Este archipiélago es clave para la reproducción y conservación de especies como la ballena jorobada (Megaptera novaeangliae), tortugas marinas, tiburones como el martillo (Sphyrna lewini) o el puntas plateadas (Carcharhinus albimarginatus). En un solo buceo, aseguran científicos marinos, es posible mirar hasta cinco diferentes especies de tiburón; en otros lugares como Galápagos (Ecuador) o Isla del Coco (Costa Rica) normalmente se miran dos o tres especies, resalta el investigador James Ketchum, de la organización Pelagios Kakunjá. Además, es uno de los pocos sitios en donde se observa a la manta gigante (Mobula birostris).

Por su importancia biológica, el Archipiélago de Revillagigedo se declaró Reserva de la Biósfera en 1994 y la Unesco lo inscribió en la lista de Patrimonio Mundial Natural en 2016. Estas declaratorias no fueron suficientes para evitar la presencia de buques pesqueros en sus aguas.

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En 2016, se registró la entrada de 60 barcos y para el 2017, la cifra se elevó a 123, de acuerdo con un análisis de los datos del Sistema Satelital de Monitoreo de Embarcaciones Pesqueras (VMS, por sus siglas en inglés), realizado por el doctor en ecología marina Fabio Favoretto, profesor de la Universidad Autónoma de Baja California Sur.

Octavio Aburto, investigador del Instituto de Oceanografía Scrippsde la Universidad de California, Estados Unidos, y uno de los científicos que impulsaron la creación del Parque Nacional Revillagigedo, recuerda el por qué de esta iniciativa: “Cada vez se veían más barcos atuneros pescando alrededor de las islas, dentro del área núcleo de la Reserva; también era común mirar barcos de pesca deportiva sacando muchos animales”.

Hacer de Revillagigedo un lugar libre de pesca, para así garantizar su futuro como un lugar excepcional para la vida marina, fue lo que llevó a que el 27 de noviembre de 2017 se elevara su categoría de protección y se le declarara parque nacional.

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El Archipiélago es uno de los pocos sitios en los que se puede observar a la manta gigante. Foto: Octavio Aburto.

Desde entonces, la presencia de barcos pesqueros disminuyó en forma considerable. Pero eso no significa que la actividad pesquera se haya desterrado. En el Parque Nacional de Revillagigedo, la pesca continúa.

Los datos muestran que enero, marzo, abril y agosto son los meses que más registran actividades sospechosas de pesca dentro de Revillagigedo.

De las 17 embarcaciones pesqueras que se identificaron, doce se dedican a la pesca de tiburón, tres son barcos atuneros y dos pescan calamar gigante y pez espada. Todas ellas tienen bandera mexicana. También se corroboró que una embarcación de pesca deportiva, de la flota de San Diego, Estados Unidos, realizó actividades de pesca dentro de Revillagigedo.

Tiburones a la vista

En enero de 2018, dos meses después de la creación del Parque Nacional Revillagigedo, el barco Propemex Y-5-A entró a la zona y realizó acciones sospechosas de pesca. Lo hizo en enero, pero también en febrero y marzo de ese año. En cada uno de sus ingresos cambió de dirección y se mantuvo varias horas navegando a velocidades de 0.87 y 0.00 nudos.

El barco de bandera mexicana pertenece a Pesca Gagui, compañía que de acuerdo con el Registro Público de Comercio tiene entre sus accionistas a Guillermo Alonso Félix, quien también es dueño de Pesca Magui, empresa a la que pertenece el buque Memillo V, embarcación que a principios de enero de 2018 también realizó acciones sospechosas de pesca en Revillagigedo.

En 2018, otras embarcaciones que registraron actividades similares fueron: Exmar II y Ali III (Pesquera Moneto), Pez de Acero VIIPez de Acero XI y Don Agustín IV (Pesquera Jusajeli) y Crustáceos I, embarcación a nombre de Ranulfo García Aranda, con base en el puerto de Salina Cruz, Oaxaca.

La mayoría de estos barcos tienen permisos para pescar tiburón; solo Crustáceos I tiene para pez espada, de acuerdo con datos de la Conapesca.

En 2019, el barco que inauguró el año realizando actividades sospechosas de pesca en Revillagigedo fue el Benito García, que pertenece a la Sociedad Cooperativa de Producción Pesquera Sucett, de acuerdo con información pública de la Conapesca. Este buque no entró solo al parque.

La noche del domingo 27 de enero del 2019 —cuando el Benito García permanecía a unas 30 millas náuticas de Isla Partida—, el barco El Panzas, también registrado como propiedad de Sucett, entró por el noroeste del parque. A las 20:19 horas bajó su velocidad a 0.87 nudos y se instaló durante diez horas dentro de la reserva.

En febrero de 2019, El Panzas regresó a Revillagigedo. Esta vez lo hizo por la zona sur y ahí se mantuvo 17 horas, a una velocidad de 6.95 a 0.85 nudos, a unas 30 millas náuticas de Clarión. Los alrededores de esta isla, así como los vértices y los límites del polígono, son las zonas “con mayor amenaza de pesca ilegal”, de acuerdo con el documento “Diagnóstico de la supervisión y vigilancia en el Parque Nacional Revillagigedo”, el cual se obtuvo a través de una solicitud de información.

Semanas después de que ingresaron al parque, los buques Benito García y El Panzas arribaron al puerto de Mazatlán, donde desembarcaron su carga.

Pesca ilegal
Los barcos pesqueros El Panzas y Benito García pertenecen a la misma compañía. Foto: Tomada de la página de internet de la Comisión Interamericana de Atún Tropical.

En febrero de 2019, el buque Benito García declaró 3.8 toneladas de tiburón zorro, 16 toneladas de tiburón azul, 100 kilos de tiburón volador, 300 kilos de tiburón mako, 100 kilos de pez espada, 200 kilos de marlín y 100 kilos de atún aleta amarilla, de acuerdo con datos sobre desembarcos, obtenidos a través de una solicitud de información.

A principios de marzo de 2019, El Panzas desembarcó 14 toneladas de tiburón azul, 1.83 toneladas de tiburón zorro, 290 kilos de tiburón mako y 200 kilos de marlín.

El “paso inocente” de los atuneros

Desde hace 30 años, el investigador James Ketchum, de la organización Pelagios Kakunjá, visita Revillagigedo para estudiar los arrecifes y, en los últimos años, los trayectos de mantas gigantes y tiburones dentro y fuera del archipiélago.

Los datos de sus investigaciones —así como de otros científicos— sirvieron para determinar el polígono de protección del Parque Nacional Revillagigedo.

El investigador también ha documentado los altibajos en las poblaciones de tiburones y de otras especies de pelágicos, como los atunes. Desde la creación del parque, resalta el científico, “hemos visto un poco más de tiburones y atunes aleta amarilla, sobre todo atunes jóvenes. Lo que estamos esperando es que regresen los atunes gigantes de más de dos metros, que llegan a pesar hasta 200 kilos”.

En 2017, cuando se discutía la posibilidad de crear el Parque Nacional Revillagigedo, las principales empresas atuneras del país se opusieron a que el archipiélago cambiara de categoría y se prohibiera la pesca dentro de su polígono; argumentaron que se afectaría en 20 % la pesca en aguas nacionales y en 8 % la pesca de sus flotas.

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Una de las cuatro islas que integran el Archipiélago de Revillagigedo. Foto: Conanp/ Napoleón Fillat

Desde que Revillagigedo se declaró parque nacional, en la zona se disminuyó la presencia de los atuneros en forma considerable. Sin embargo, datos obtenidos por transparencia y Global Fishing Watch muestran que los barcos que aún siguen entrando son los de Pesca Azteca, empresa que posee la mayor flota atunera de América Latina.

La mayoría de esos buques mantienen una velocidad constante (arriba de los 10 nudos), tienen una trayectoria lineal y no cambian de ruta. Tanto personal de la Conapesca, la Secretaría de Marina y la Conanp se refieren a estos trayectos como “pasos inocentes”; es decir, en teoría solo cruzan por la reserva.

El director del Parque Nacional Revillagigedo, el oceanólogo Alejandro González Leija, recuerda que cuando se elaboraba el Programa de Manejo para el área —publicado en noviembre de 2018—, se intentó prohibir el tránsito de los barcos pesqueros dentro del polígono de la reserva: “Se dio una discusión grandísima sobre ese tema. Al final, no se logró tener esa regla”.

En respuesta a preguntas enviadas por Mongabay Latam, personal de Pesca Azteca aseguró que cuando sus barcos regresan al puerto base, ubicado en Mazatlán, Sinaloa, requieren cruzar por el parque. Cuando esto sucede, “se da aviso al centro de monitoreo de Conapesca, quien autoriza la ruta de tránsito inocente”. No cruzar por el área natural protegida, argumenta la compañía, “implicaría de uno a dos días más de navegación”.

Sin embargo, el análisis de los datos del Sistema de Monitoreo Satelital de Embarcaciones Pesqueras muestra que tres barcos de Pesca Azteca no cumplen con lo que se consideraría “un paso inocente”.

Archipiélago de Revillagigedo
Roca Partida, una de las islas de Revillagigedo. Foto: Conanp / Eric Higuera.

El 12 de julio de 2019, por ejemplo, el barco Tamara se detuvo alrededor de una hora dentro del parque. Un mes después, el 15 de agosto, el buque Azteca 8 bajó su velocidad de 12.16 a 0.87 nudos, cambió de rumbo y registró una velocidad de 9.56 a 8.69 nudos durante poco más de una hora.

El tercer barco es el Azteca 10. Desde las dos de la mañana del 27 de agosto de 2019 y hasta las seis de la mañana del día siguiente permaneció, con una velocidad promedio de 0.87 nudos, en la zona norte del parque. Un análisis realizado por expertos en visualización de datos satelitales de embarcaciones señala que el buque realizó un repentino cambio de rumbo, disminuyó su velocidad y, antes de salir del área, registró una maniobra parecida a la de un cerco de pesca.

Mongabay Latam buscó la versión de Pesca Azteca. Sobre el buque Tamara respondió que fue un “paso inocente avisado a la Conapesca”; en el caso del Azteca 8 se trató “de un accidente con un colaborador dentro de la embarcación” y sobre el Azteca 10 informaron que “la embarcación sufrió una avería en la transmisión del motor principal de propulsión a su regreso a Mazatlán, quedando varado dentro de la zona por un transcurso de 4 a 5 horas hasta que otra de nuestras embarcaciones —Azteca 3— acudió a su auxilio para remolcarlo hasta Mazatlán”. Como prueba, presentaron copia de los correos de aviso que enviaron a la Conapesca.

Los datos obtenidos por transparencia, así como de Global Fishing Watch, muestran que el Azteca 10 permaneció dentro del área protegida alrededor de 28 horas.

Barco asegurado en 2017
En 2017, este barco que pertenece a Pesca Azteca fue retenido por realizar actividades de pesca comercial dentro de la Reserva de la Biósfera El Vizcaíno; la empresa pagó una multa equivalente a 3.6 millones de pesos. Foto: Tomada de un video de Profepa de 2017.

Ignorar la presencia militar

En febrero de 2018, el oceanólogo Alejandro González Leija fue nombrado director del Parque Nacional Revillagigedo; antes había estado al frente de los parques nacionales Cabo Pulmo y Bahía de Loreto. Ninguno de los dos se compara con el reto que implica estar al frente del área marina protegida más grande de México, zona que equivale al territorio de Coahuila, el tercer estado del país con mayor superficie.

El mayor reto, acepta González, es la vigilancia en alta mar. Sobre todo porque depende de la Conapesca para tener los datos sobre entradas, alertas y rutas de los barcos pesqueros.

Además, los recursos para monitoreo y vigilancia son mínimos: la reserva tiene una plantilla de diez personas, 58 710 pesos (2687 dólares) de presupuesto para estas acciones y una embarcación tipo dingui, con un motor de 150 caballos de fuerza. Los buques dedicados a la pesca comercial, como el Benito García, tienen motores con una potencia de 400 caballos de fuerza; los barcos atuneros (como el Azteca 10) tienen motores de 3600 y 6000 caballos de fuerza.

“Necesitamos tener capacidad en campo para interceptar a estos barcos y tener pruebas suficientes de que estaban pescando en ese momento”, señala el oceanólogo Alejandro González.

Por su parte, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) solo realiza dos operativos de inspección y vigilancia en Revillagigedo, en abril y noviembre, de acuerdo con una respuesta a una solicitud de información.

La presencia de personal militar en Revillagigedo tampoco ha sido una barrera para detener la pesca ilegal. En Socorro hay instalaciones de la Secretaría de Marina; mientras que en Clarión hay un pequeño destacamento.

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Los capitanes de los barcos pesqueros saben cuáles son las zonas más vulnerables en Revillagigedo: es común que muchas de las actividades sospechosas de pesca se realicen en los límites del parque.

Por ejemplo, en abril de 2019, el buque Zoe (de la empresa Pescamil) se ubicó en los límites de la zona norte de la reserva, a una velocidad de 8.69 a 0.87 nudos.

Hay barcos que, incluso, entran y salen del parque. En octubre de 2019, el buque Thor registró varios ingresos; en tres de ellos cambió de rumbo, disminuyó de velocidad y se instaló durante 21 horas en la parte este de la reserva. En junio de 2020, la embarcación que pertenece a Pesquera Thor, con sede en Ensenada, Baja California, regresó a Revillagigedo.

También en junio de 2020, el barco Yumano (Pesquera Thor) se mantuvo por ocho horas, a una velocidad de 5.21 nudos, dentro de la reserva.

En 2020, otro barco que realizó actividades sospechosas de pesca en Revillagigedo fue Puerto Chale II, embarcación registrada a nombre de Sofía Bencomo Pérez y con un permiso para pescar calamar gigante.

Mongabay Latam buscó a las empresas dueñas de todos los barcos que se mencionan en esta investigación. La única compañía que respondió a la solicitud de entrevista fue Pesca Azteca.

Denuncias que se hacen agua

Desde diciembre de 2018, solo tres embarcaciones han sido denunciadas por presunta pesca ilegal en Revillagigedo: Benito García, El Panzas y Royal Polaris, barco de San Diego, Estados Unidos, dedicado a la pesca deportiva y que, en abril de 2019, se le encontró in fraganti realizando actividades de pesca de atún cerca de Clarión.

El director del parque explica que solo se han denunciado esos barcos ante Profepa, “porque son de los únicos en donde contaba con elementos que sugieren que se realizaron faenas de pesca”.

Sobre los otros barcos, el funcionario de la Conanp señala que, como el parque no cuenta con un sistema de monitoreo de embarcaciones en tiempo real, depende de la información y las alertas que le envíe el personal de la Conapesca: “La responsabilidad es mía, como director del parque. Pero sí creo que hay más corresponsables. Sobre todo, porque nosotros dependemos de la información y el trabajo de otras dependencias”.

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Revilllagigedo es un lugar clave para la reproducción y conservación de varias especies marinas, entre ellas diferentes tipos de tiburón: Foto: Octavio Aburto.

A una solicitud de información, la Profepa aseguró que su delegación en Colima presentó la denuncia penal en contra de Sucett y que el recurso legal se encuentra “en trámite” ante la Fiscalía General de la República. No se menciona que exista una denuncia penal en contra del barco Royal Polaris. Mongabay Latam también solicitó, en varias ocasiones, entrevista a Profepa para aclarar esta información, pero no tuvo respuesta.

También se buscó la postura de la empresa dueña de Royal Polaris; no contestaron a la solicitud de entrevista.

En el caso de los dos barcos de Sucett, estos siguieron activos y pese a las denuncias penales las embarcaciones regresaron a Revillagigedo y realizaron actividades sospechosas de pesca: Benito García lo hizo en abril de 2019 y El Panzas, en agosto de 2019.

Conocer una parte de la historia de Sucett permite tener una imagen de lo que sucede en la pesca mexicana.

Sucett se presenta como una cooperativa, con sede en Mazatlán, Sinaloa; su administrador único es José Ángel García Astorga, de acuerdo con el Registro Público de Comercio. Como la mayoría de las compañías cuyos barcos han realizado actividades de pesca en Revillagigedo, entre 2012 y 2017, la cooperativa recibió subsidios del gobierno federal, como parte del programa de apoyos para la modernización de la flota pesquera. Durante ese periodo, a Sucett se le otorgaron alrededor de 3 865 000 pesos (178 mil dólares).

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Desde que se declaró Parque Nacional aumentó el número de turistas que visitan Revillagigedo para realizar buceo. Foto: Octavio Aburto.

Mongabay Latam buscó a los dueños de Sucett. Rosa María García Astorga respondió a la llamada telefónica; confirmó que la empresa es una cooperativa familiar dirigida por su hermano y que conoce las denuncias que existen en su contra por presunta pesca ilegal. Pero aseguró que, hace dos años, José Ángel García vendió los buques Benito García y El Panzas a Ro’chi, empresa que “está incursionando en la pesca”.

¿Por qué los barcos siguen registrados a nombre de Sucett? Rosa María respondió que su hermano firmó “una especie de contrato ante un notario”, con los dueños de Ro’chi, para que las embarcaciones utilizaran los permisos de la cooperativa.

— ¿Su hermano vendió los permisos de pesca que tenían los dos barcos?

—Los estaba transfiriendo. Solo sé que estaba muy lento el trámite para hacer el cambio de titular del permiso.

Los acuerdos entre particulares, para transferir permisos de pesca, no se contemplan en la Ley General de Acuacultura y Pesca Sostenible. Esta legislación señala, en su artículo 132, que es una infracción “sustituir al titular de los derechos consignados en las concesiones o permisos sin autorización expresa de la Secretaría (Conapesca)”.

La Conapesca no respondió a la solicitud de entrevista.

Solo una parte de la historia

El programa de Manejo de Revillagigedo establece que todas las embarcaciones que entren al área deben contar, y tener prendido, su sistema de monitoreo satelital. Pero esto tampoco se respeta.

Hay barcos que apagan sus sistemas de monitoreo antes de entrar a la reserva, uno de ellos fue el Royal Polaris: “Detectamos que estaba pescando, porque estábamos ahí, en la zona. Cuando pedimos sus datos de ruta, vimos que había apagado sus sistema de monitoreo muchas horas antes”, explica el director del parque.

Otros barcos que apagaron sus sistemas de monitoreo dentro del parque, de acuerdo con los datos obtenidos por transparencia, son Propemex Y-5-A y El Panzas.

Si se tomara una fotografía de todos los barcos sospechosos de realizar actividades de pesca en Revillagigedo, las 18 embarcaciones identificadas en esta investigación solo ocuparían una parte de esa imagen. Sobre todo si se toma en cuenta que los barcos no solo apagan sus sistemas de monitoreo; hay algunos que ni siquiera tienen instalada esta tecnología.

La organización Oceana-México ha documentado que en el país están registradas cerca de 77 000 embarcaciones, de las cuales alrededor de 3500 son mayores (se clasifican así por su tamaño); de ellas solo cerca de 2000 tienen un sistema de monitoreo satelital (VMS, por sus siglas en inglés).

Este universo se reduce aún más cuando se trata de barcos que, además del VMS, también cuentan con el Sistema de Identificación Automática (AIS, por sus siglas en inglés). En México, solo lo tienen cerca de 40 embarcaciones pesqueras, la mayoría son atuneros.

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Los áreas marinas protegidas son un refugio para garantizar la conservación de especies como las mantas gigantes. Foto: Octavio Aburto.

Plataformas gratuitas como Global Fishing Watch solo permiten monitorear embarcaciones que cuentan con AIS o que llevan la bandera de algún país que ha compartido y aceptado que sean públicos los datos VMS de sus flotas pesqueras. Hasta ahora, México no lo ha hecho. Los países que sí han hecho públicos sus datos son Perú, Indonesia, Panamá, Chile y Costa Rica.

Hay otras plataformas privadas, como Skylight, que también permiten hacer seguimiento de los barcos pesqueros que cuentan con AIS.

Los científicos dedicados a la conservación de las especies marinas, así como el director del Parque Nacional Revillagigedo, coinciden en que además de un presupuesto mayor, de barcos que se muevan más rápido y una tripulación preparada, una de las alternativas para combatir la pesca ilegal es utilizar la tecnología de monitoreo satelital y, sobre todo, que México haga públicos sus datos VMS.

A principios de septiembre de 2020, la empresa que desarrolla Skylight, la Fundación Vulcan, la Conanp, el programa para la conservación marina Pristine Seas, de National Geographic, y el Centro para la Biodiversidad Marina y la Conservación ajustaban los detalles para formalizar un convenio de colaboración para que el Parque Nacional Revillagigedo sea la primera área natural protegida del país en utilizar la herramienta de monitoreo satelital como parte de un programa piloto de vigilancia y combate a la pesca ilegal.

Esta publicación forma parte del Especial Pesca ilegal: la gran amenaza a los santuarios marinos de Latinoamérica coordinado por Mongabay Latam en alianza con Ciper de Chile, Cuestión Pública de Colombia y El Universo de Ecuador. Fue uno de las 10 reportajes más leídos de Mongabay en 2020. Puede ver la publicación original en este link

NOTA DE LA EDICIÓN: El 21 de octubre de 2020, la empresa Pesca Azteca envió una carta donde presenta su versión sobre esta investigación periodística. Como se puede leer en el artículo, durante el proceso de la reportería Mongabay Latam solicitó una entrevista con los representantes de Pesca Azteca. Su personal de prensa pidió que se enviara las preguntas por escrito, las cuales contestaron vía correo electrónico. Mongabay Latam incluyó en el texto las explicaciones que la empresa otorgó sobre la presencia de los tres barcos que se detectaron dentro del Parque Nacional Revillagigedo.  Aquí la carta completa de Pesca Azteca.

El análisis de todas las bases de datos obtenidas por transparencia, así como de la información del Sistema de Monitoreo Satelital de Embarcaciones Pesqueras (VMS) lo realizó el investigador Fabio Favoretto, quien colabora con el Programa Marino del Golfo de California.

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