La manifestación que conmemora seis años desde la desaparición forzada de 43 estudiantes fue menos nutrida que otros años: por la pandemia no todos pudieron venir. Pero el reclamo de justicia estalló a todo pulmón en el Paseo de la Reforma, la Avenida Juárez y la calle 5 de Mayo.
Texto: Kau Sirenio
Fotos: Daniel Lobato
Ciudad de México.- “¡Porque vivos se los llevaron!/ ¡vivos los queremos!”, retumba desde el Ángel de la Independencia hasta el zócalo de la Ciudad de México. La histórica consigna alterna con el no menos tradicional conteo del uno al cuarenta y tres, recurrente en las marchas que cada 26 de septiembre se llevan a cabo desde hace seis años.
La marcha por el sexto aniversario de la desaparición forzada de 43 estudiantes inundó las principales avenidas y calles de la ciudad la tarde del sábado 26, a pesar de la contingencia por la pandemia de la covid-19.
Pero hubo diferencias. En años pasados, los contingentes se nutrían con los universitarios de la UNAM, UAM, IPN, ENAH, UPN y la Normal de Maestros. Además de los maestros de los estados de Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapa. Ahora, “no pudimos venir todos por la contingencia” confía un maestro de Guerrero egresado de Ayotzinapa.
Son casi las cuatro de la tarde. Miles de manifestantes se arremolinan en el Ángel de la Independencia con sus banderines y carteles alusivos a los normalistas. El mosaico de activistas se pinta de colores, lenguas, ideologías, religiones y culturas. Todos están ahí por una causa común: “Presentación con vida de los 43 normalistas y castigo a los culpables”.
La marcha parte rumbo al zócalo de la Ciudad, con los contingentes de los padres y madres de los 43 desaparecidos, le siguen alumnos de la Normal de Ayotzinapa; luego, vienen los normalistas de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM), sindicatos de telefonistas y organizaciones sociales.
A medida que avanza la columna humana, se repiten las consignas: “¡Ahora!, ¡ahora! / ¡se hace indispensable! / ¡presentación con vida y castigo a los culpables!”… “¡De norte a sur! / ¡de este a oeste! / ¡ganaremos esta lucha! / ¡cueste lo que cueste!”, arengan en el contingente de las organizaciones sociales.
Del grupo de los jóvenes de Ayotzinapa brota la sentencia: “¡Porque el color de la sangre jamás se olvida! / ¡los masacrados serán vengados! / ¡¿Y quién los vengará?¡/ ¡El pueblo unido y organizado! / ¡¿Y cómo?!/ ¡Luchando!”.
En el contingente de la FECSM, el pase de lista se repite una y otra vez. El estallido de reclamos, demandas y consignas crece por momentos en algunos sectores de la marcha; luego se apaga. Pero antes de que se desvanezca, otro estruendo retumba entre los rascacielos de Reforma y se extiende a lo largo de la marcha.
Así caminan los normalistas, sindicatos y organizaciones sociales, unidos en una sola exigencia: justicia, verdad y presentación con vida de los normalistas desparecidos en Iguala.
La marcha recorre del Ángel de la Independencia al zócalo, los padres de los 43 hacen una pausa en el Antimonumento a los 43 (en las tres esquinas de Paseo de la Reforma, Bucareli y Avenida Juárez) para el pase de lista de los normalistas ausentes.
Mientras la señora Hilda Legideño pasa lista de los 43 normalistas desaparecidos, los alumnos de primer año de la Normal de Ayotzinapa se acercan con los rostros de los muchachos remarcados en una manta de un metro de altura, que va formando un mosaico de banco y negro.
Después del mitin, el contingente reanuda la marcha; y los padres de los 43 siguen caminando a paso firme en demanda de justicia y castigo a los responsables de la desaparición forzada de sus hijos. Pero además piden que se investiguen y se encarcele a los autores intelectuales de la desaseada “verdad histórica”: quien fuera titular de la entonces Procuraduría General de la República Jesús Murillo Karam y el de la entonces Agencia de Investigación Criminal Tomás Zerón de Lucio. Ahora prófugo de justicia.
Unos jóvenes con pintura aerosol en mano y cubiertos con paliacates y playera en el rostro van garabateando en los camellones del Paseo de Reforma: “26 de septiembre no se olvida, es de lucha combativa”. “Gobierno asesino que mata a estudiantes” y “Ayotzi vive, la lucha sigue” se lee en la pared de la valla metálica que resguarda la estatua de Colón.
Cuando pasan frente a dependencias de gobierno y al Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México, crece el coro de voces acusadoras: “¡Ésos son, ésos son! / ¡los que chingan a la nación!”.
La marcha avanza hacia el zócalo de la capital, ahora con los muros de policías de la Ciudad de México que siempre esperan a los manifestantes en el Eje Central para cerrarles el paso, y desviarlos hacia el 5 de Mayo.
Con el grito solidario de transeúntes que los esperan en la bocacalle de 5 de Mayo de: “¡No están solos / no están solos!”. Los padres de los 43 normalistas carteles de los rostros de sus hijos en mano entra en la plancha de zócalo y suben al templete ubicado frente al Palacio Nacional. Pero se encuentra con un plantón de tiendas de campaña sin ocupantes.
“Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos” lanzó Cristina Bautista Salvador, madre de Benjamín Ascensio Bautista antes de saludar en su lengua materna, el náhuatl y después reprochó que el gobierno de Enrique Peña Nieto utilizara instituciones del estado para desaparecer a los normalistas.
“Nosotros los padres de familias les agradecemos que nos sigan acompañando en estos seis años de lucha por encontrar a nuestros hijos. En esta búsqueda enfrentamos represiones y la gran mentira del gobierno de Enrique Peña Nieto porque quiso enterrar a nuestros hijos con su verdad histórica” expuso la señora Cristina.
Luego agregó: “Sabemos muy bien que los militares están involucrados en la desaparición forzada de nuestros hijos. Todos los cuerpos de seguridad participaron, por eso el expresidente Enrique Peña Nieto es el responsable de todo lo que pasó, y nuestra exigencia en estos seis años es que nos digan dónde están nuestros hijos. No vamos a descansar, no vamos a parar, porque hasta ahora hemos recorrido montañas, pueblos y ciudades en busca de nuestros hijos. Y no descansaremos hasta que los responsables de la “verdad histórica” paguen su culpa por jugar con nuestro dolor. Queremos que se giren órdenes de aprehensión a los militares que estuvieron en Iguala” demandó.
La noche cayó en el corazón del país y la voz de los padres y madres de los normalistas cesaron por unos minutos y después unos cohetones retumbaron el primer cuadro de la Ciudad. Los normalistas de Ayotzinapa regresaron a Guerrero mientras que los demás se perdieron en el bullicio de la capital.
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