La Flotilla Global Sumud avanza hacia Gaza bajo ataques y vigilancia militar internacional. Paralelamente, la ONU muestra sus divisiones mientras movilizaciones ciudadanas crecen desde Italia hasta Colombia. Detener el genocidio trasciende las salas diplomáticas y se libra en el mar y las calles, desafiando las políticas tradicionales
Texto: Jade Guerrero, Jazmín Sandoval y Laura Buconi
Foto: ONU
CIUDAD DE MÉXICO. – La crisis palestina ha vuelto al centro del debate en la ONU. En los últimos días, distintos países han impulsado mociones que buscan frenar la violencia en Gaza y garantizar corredores humanitarios. Sin embargo, las divisiones internas entre los miembros permanentes del Consejo de Seguridad han limitado el alcance de las resoluciones. Estados Unidos mantiene su apoyo a Israel, mientras que naciones árabes y bloques como América Latina y África presionan por una postura más firme a favor del pueblo palestino.
Más allá de los comunicados oficiales, lo que se juega en la ONU es la capacidad de la comunidad internacional para traducir sus discursos en acciones concretas donde se cumpla el derecho internacional.
En días recientes, Palestina sumó el reconocimiento diplomático de once países, entre ellos Francia, Reino Unido, Portugal y Bélgica. Con ello, se eleva a 148 el número de Estados miembros de la ONU que apoyan su estatus. Paralelamente, en la Asamblea General se discute la ilegalidad de los asentamientos y la anexión de territorios, mientras el presidente Mahmud Abbas insiste en la necesidad de convocar una conferencia internacional que refuerce el reconocimiento pleno del Estado palestino.
En este contexto, la postura de Colombia ha cobrado especial relevancia. El presidente Gustavo Petro no solo llevó el tema palestino a su discurso en la Asamblea General, sino que también protagonizó actos que generaron fricciones directas con Washington.
La relación entre Colombia y Estados Unidos se ha visto marcada por un fuerte desencuentro. Durante su visita a Nueva York para la Asamblea General de la ONU, Petro participó en una manifestación en apoyo a Palestina, donde llamó a los soldados estadounidenses a rechazar las órdenes del expresidente Donald Trump. La reacción de Washington fue inmediata: se le retiró la visa al mandatario colombiano, acusándolo de actuar de manera provocadora e irresponsable. Tras esta decisión, Petro respondió en una publicación en X:
“Libérese usted, Trump, de esa esclavitud que será por generaciones. Dije, y no es un crimen, que no se obedezcan las voces que ordenan a sus ejércitos disparar contra la humanidad. Soy además un colombiano que se enorgullece de su país. No necesito su visa, pero iré solo cuando sea invitado por su pueblo.”
Este episodio no solo evidencia la ruptura diplomática, sino que también pone en relieve una dimensión más amplia: la de las movilizaciones ciudadanas, de activistas, periodistas y defensores de derechos humanos que actúan cuando el aparato estatal internacional no logra responder de forma eficaz ante crisis humanitarias.
La Flotilla Global Sumud se consolidó este año como una de las iniciativas marítimas internacionales más grandes de la última década. Su objetivo: desafiar el bloqueo que Israel mantiene sobre la Franja de Gaza desde hace casi 20 años.
La iniciativa fue organizada en julio de 2025, y reunió a diversas organizaciones de la sociedad civil, entre ellas la Coalición de la Flotilla de la Libertad, el Movimiento Global a Gaza y la Flotilla del Sumud del Magreb. Juntas dieron forma a un proyecto sin precedentes que busca visibilizar la crisis humanitaria en el enclave palestino.
Leer más
Los organizadores señalan que la iniciativa no es solo un esfuerzo logístico, sino también un mensaje político y humanitario. “Nuestra meta es romper el bloqueo y abrir una vía marítima hacia Gaza, pero también demostrar que la sociedad civil internacional no permanecerá indiferente”, expresó en conferencia de prensa uno de los portavoces de la coalición.
Israel, por su parte, ha reiterado que considera ilegales estas acciones y ha advertido que impedirá la llegada de embarcaciones a las costas de Gaza, como ha ocurrido en ocasiones anteriores. Las autoridades israelíes propusieron que los barcos de la flotilla desembarcaran la ayuda en puertos de Israel, mientras que el gobierno de Italia sugirió hacerlo en Chipre para su posterior traslado por tierra hasta la Franja de Gaza. Sin embargo, la organización detrás de la iniciativa rechazó ambas alternativas y reiteró que su objetivo es llevar la ayuda humanitaria directamente a Gaza.
La travesía ha estado marcada por incidentes graves. En la noche entre el 23 y el 24 de septiembre, la Global Sumud Flotilla reportó ataques a 11 de sus embarcaciones cuando se encontraban en aguas cercanas a la isla griega de Creta. Los integrantes documentaron explosiones, ataques con drones, y el uso de dispositivos explosivos e incendiarios que desactivaron los sistemas de comunicación de emergencia y dañaron las embarcaciones. Ya desde la noche del martes, se habían denunciado 15 drones sobrevolando la zona. Se trató del tercer ataque notificado desde el inicio de la navegación, luego del ocurrido el 9 de septiembre cerca del puerto de Túnez.
Para garantizar la asistencia a los ciudadanos italianos presentes en la flotilla, el ministro de Defensa italiano, Guido Crosetto, autorizó la intervención inmediata de la fragata polivalente Fasan de la Marina Militar, que navegaba al norte de Creta, para que se dirigiera hacia la zona para una posible operación de rescate, a la que se iba a agregar una segunda nave, la Alpino. El 26 de septiembre, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, confirmó el envío inmediato de un buque de la Armada desde Cartagena.
Crosetto declaró que “Se ha informado de esta decisión al agregado militar israelí en Italia, a nuestro embajador y al agregado militar en Tel Aviv, así como a la Unidad de Crisis del Ministerio de Asuntos Exteriores”. Por su lado, el ministro de Asuntos Exteriores israelí, Gideon Sàar, expresó en un comunicado: “Si la verdadera intención de los participantes en la flotilla es proporcionar ayuda humanitaria y no servir a Hamás, Israel invita a los barcos a atracar en el puerto de Ashkelon (Chipre) y descargar allí la ayuda, desde donde será trasladada rápidamente y de forma coordinada a la Franja de Gaza”. La flotilla confirmó su rechazo a la propuesta y sigue navegando hacia Gaza.
Los organizadores anunciaron que en los próximos dos días prevén ingresar a la denominada “zona de alto riesgo”, un tramo de su recorrido hacia Gaza donde temen mayores incidentes. En un comunicado señalaron que la vigilancia internacional será determinante en esta fase, al subrayar: “Cada actualización es importante. Cada testigo es importante. Por favor, mantengan sus ojos en ellos porque su seguridad depende de que el mundo mire”.
La solidaridad hacia Gaza se expresó con fuerza en Italia. El lunes 22 de septiembre hubo un paro nacional en toda Italia en solidaridad con la población de Gaza y en protesta por la inacción del gobierno. Adhirieron al paro al menos 80 ciudades, con participación de decenas de miles de personas. La población civil, predominantemente de manera pacífica, logró bloquear autopistas, circunvalaciones, estaciones ferroviarias y puertos, interrumpiendo los servicios públicos en varios sectores.
Las marchas se habían intensificado a partir del ataque que la Global Sumud Flotilla sufrió el 9 de septiembre. “Lo dijimos y lo hicimos: si tocan a la flotilla, nos tocan a todos. Y ahora estamos listos para bloquear todo, bloquear las ciudades, las escuelas, las universidades, los lugares de trabajo, los medios de transporte”, afirmaron unos manifestantes de la Universidad La Sapienza en Roma. “Somos la tripulación en tierra que apoya a la flotilla, para romper el asedio de Israel y llevar humanidad allí donde la humanidad está muriendo».
Durante el paro nacional del 22 de septiembre, en algunas ciudades como Milán y Bolonia hubo pequeños enfrentamientos con las fuerzas policiales. A raíz de estos sucesos aislados, medios oficialistas describieron la movilización como “Guerrilla en Milán: los pro Gaza asaltan la estación de trenes” (Corriere della Sera) y “Guerrilla en Milán, 60 policías heridos. Caos en Roma y Turín, autopista bloqueada en Bolonia” (La Repubblica). No obstante, la mayoría de la población civil apoyó a los manifestantes incluso cuando estos lograron parar el tráfico ocupando autopistas: quienes estaban detenidos en el tráfico, en numerosas ocasiones se bajaron de sus coches aplaudiendo y expresando mensajes de solidaridad por Gaza.
Según analistas políticos italianos y extranjeros, fueron precisamente el paro nacional y las masivas movilizaciones las que generaron “vergüenza e incomodidad” en el poder ejecutivo, presionándolo para que enviara las naves militares Fasan y Alpino en apoyo a la flotilla. Aún así, el ministro de Defensa Crosetto afirma que las intenciones son únicamente de apoyo y tutela a los italianos a bordo en aguas internacionales, sin afán de perjudicar a Israel, al que siguen considerando como país “amigo”.
De hecho, Italia aún no reconoce a Palestina, aunque el debate está tomando fuerza. La presidenta Meloni, empujada por el creciente descontento popular, afirma: “Estamos dispuestos a elaborar una moción de reconocimiento de Palestina con dos condiciones: la liberación de los rehenes y la exclusión de Hamás de cualquier forma de gobierno en la Franja.”
En paralelo, durante la Asamblea General de la ONU, decenas de delegados se levantaron y abandonaron el discurso del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en un gesto de rechazo mientras el genocidio continúa intensificándose.
Netanyahu ofreció un discurso en el que respaldó las operaciones militares de Israel contra Irán y sus aliados en Medio Oriente, y aseguró que su país “concluirá la tarea” de erradicar a Hamás en Gaza. El primer ministro llamó la atención al portar en su chaqueta un código QR que dirigía a una página web con detalles sobre los ataques del 7 de octubre.
También aseguró haber rodeado Gaza con altavoces para transmitir su discurso, dirigido directamente a los líderes de Hamás, a quienes exigió liberar a los rehenes israelíes “o enfrentar la muerte”. La decisión generó críticas de familiares de los rehenes, que la consideraron un gesto político insensible.
Además, cuestionó la condena internacional al genocidio en Palestina y acusó a líderes mundiales de ceder ante “medios sesgados, sectores islamistas radicales y grupos antisemitas”. Calificó de “insensato” el reconocimiento de un Estado palestino por parte de otros gobiernos.
Las reacciones no se hicieron esperar. El líder de la oposición israelí calificó el discurso como lleno de “trucos”, mientras que Hamás señaló que la salida de los delegados evidenció el “aislamiento” de Israel. En Nueva York, manifestantes protestaron en las calles mientras Netanyahu hablaba ante la Asamblea.
Mientras tanto, la situación en Gaza sigue siendo crítica. Residentes reportaron intensos bombardeos en la Ciudad de Gaza y en el norte del enclave tras una ofensiva terrestre israelí. “Se siente como si la guerra hubiera comenzado de nuevo”, afirmó un habitante del barrio Sheikh Radwan.
Por su parte, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aseguró que un acuerdo de alto el fuego está “muy cerca”. Washington presentó un plan de paz de 21 puntos al margen de la Asamblea General para buscar el fin del de lo que ellos llaman «guerra», pero la comunidad internacional genocidio.
El desenlace de la travesía de la Flotilla Global Sumud aún es incierto, pero ya ha marcado un precedente por su dimensión y alcance internacional, convirtiéndose en un símbolo de solidaridad con la población palestina y en un nuevo capítulo dentro de los intentos por desafiar el bloqueo marítimo.
Portal periodístico independiente, conformado por una red de periodistas nacionales e internacionales expertos en temas sociales y de derechos humanos.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona