En las comunidades indígenas hay una poesía ajena a occidente: la poesía comunitaria. En las ciudades, en los espacios literarios no hay cabida, para mostrarla —debido a sus particulares características— y menos para comprenderla o valorarla. Todavía arrastramos culturalmente un desdén que siempre busca medirla con parámetros occidentales
Por Lydiette Carrión
Foto: Moisés Pablo / Cuartoscuro
En las comunidades indígenas de México existe un tesoro escondido: la poesía comunitaria. Como todo arte tiene diferentes funciones: artística, social, e incluso de salud. “A través de la palabra es como se puede sanar el alma y el espíritu”. Así lo explica Juan Gregorio Regino, poeta mazateco y actual director general del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (Inali). Esta poesía comunitaria puede ser oral, efímera, colectiva, chamánica, textil —por medio de bordados.
“La calidad, la pureza, la fineza, la profundidad de las palabras es lo que permite que haya una conexión con lo sagrado, con la naturaleza, con el medio ambiente”, resume Juan Gregorio Regino.
El poeta fue entrevistado al finalizar su ponencia sobre poesía indígena, en la pasada Feria del Libro de Chihuahua.
—Estos lugares, las ferias de libros, no están preparados para algo así?
—Yo digo que no, porque la poesía tiene un sentido comunitario y tiene una función comunitaria, cumple un papel en la comunidad. Sacarlo de su contexto, es también deformarlo. Necesita expresarse, o presentarse, no sé de qué formas, no sé de qué maneras. Es todo un reto el que nos plantea.
Esta vertiente poética, la poesía comunitaria, tan poco conocida en los espacios culturales y literarios de México, presenta problemáticas para su difusión y comprensión. Acercarse y sacarla de su propia lógica puede presentar incluso el riesgo de “contaminarla”, explica.
“Lo que ha pasado también es contaminarla [la poesía], quitarle las funciones que tiene. El ponerla en estos espacios le quita la finalidad con la que se está haciendo. Yo sería muy cauteloso, porque se corre el riesgo de folklorizarlas. Aquí es muy importante que sean las propias comunidades las que decidan qué quieren compartir y qué no”.
—Es decir, ¿hay una aproximación a las letras indígenas, con una mirada, desde una visión paternalista, folklorizadora?
—Creo que hay un desdén. Porque se le quiere ver, se le compara siempre con los parámetros occidentales. Los teóricos quieren encontrar un paralelismo con el mundo occidental.
Hay ese desdén. [Las letras indígenas] no son motivo de reflexión teórica, de motivación conceptual. Pero por este desdén, por esta carga peyorativa que tienen, es que no aparece en el escenario de la academia como expresiones literarias de valor.
Actualmente, hay poesía indígena comunitaria, que puede ser oral, textil, chamánica, anónima, efímera, explica el poeta mazateco. Realizada y expresada por personas monolingües.
Pero también existe la poesía de autor. Aquella que tiene una firma, generalmente escrita por miembros de la comunidad que ya son bilingües.
La literatura indígena contemporánea se origina en el Istmo de Tehuantepec, entre escritores zapotecos, explicó. Podemos destacar a Andrés Henestrosa, Gabriel López, Pancho Nacar, Víctor de la Cruz, Macario Matos.
Ese arranque, propiciado por razones políticas y sociales específicas, contó también con el apoyo de grandes humanistas, como Carlos Montemayor y León Portilla, “fueron pilares para que el movimiento indígena emergiera…. y se instalara a nivel nacional. Así se dan a conocer poetas como Briceida Cuevas, Natalia Toledo, Gabriel Pacheco…”.
De la poesía prehispánica, nos llegó poco. Casi todos los códices fueron quemados. Nos llegan trazas, como la obra de Nezahualcóyotl, al cual pone de ejemplo de la poética náhuatl.
* * *
Yo Nezahualcóyotl lo pregunto:
¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra?
Nada es para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí.
Aunque sea de jade se quiebra,
Aunque sea de oro se rompe,
Aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.
No para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí.
Nezahualcóyotl
Consumada la conquista, viene la literatura indígena colonial. Los frailes formaron a los indígenas en la tradición castellana, y muchos códices fueron transcritos al idioma español. De una escritura ideográfica a una escritura alfabética. Muchos de esos textos fueron hechos por indígenas, pero formados por los propios frailes. De esta literatura hay varios ejemplos: anales de Cuautitlán, Romances de los señores de la Nueva España, entre los nahuas. Entre los mayas, el Chilam Balam, el Popol Vuh entre otros.
Sin embargo, también continuó la devaluación de la literatura indígena:
“Demetrio Sodi dice: ‘No sabemos hasta qué punto podemos hablar de una “literatura” entre los pueblos mayas. La mayor parte de los textos que se conservan, a pesar de su valor poéticos y literarios, son eminentemente proféticos e históricos, pero no fueron escritos con la finalidad de hacer literatura’. Es decir, que aparentemente entre los pueblos indígenas no existía una conciencia literaria. Y que lo que se hacía no se hacía con el afán de hacer literatura. Sin embargo yo creo que justo lo que denota aquí, es la incomprensión, o el prejuicio de todo lo que no se parece a lo que está en español.
“Ahí está ese gran prejuicio que se mantiene durante la época colonial, durante la Reforma, durante la época revolucionaria, sigue permaneciendo esa idea, y yo creo que hasta nuestros días. Porque todavía hay mucha gente que dice que entre los pueblos indígenas no hay literatura”.
Oh señor,
Su palabra vendrá a hundirse en los pueblos de la Tierra.
Por el Norte, por el Oriente llegará el amo.
Oh poderoso Ixchamaná
Ya viene a tu pueblo tu amo
Oh Itza ya viene a tu pueblo tus huéspedes,
Los barbados, los portadores de la señal de Dios,
Señor, buena es la palabra del dios que viene a nosotros
El que viene a tu pueblo con palabras del Día de la Resurrección
Por ello no habrá temor sobre la tierra.
Señor, tú, único, el que nos crió.
¿Es bueno el signo de la palabra divina?
Señor, el madero antiguo es sustituido por el nuevo.
—¿Cómo podemos empezar a desarticular esta mirada paternalista?–, se le pregunta al finalizar la ponencia
—Creo que en dos frentes. Uno, los escritores indígenas también tienen que recuperar estos rasgos estilísticos que sus propias culturas, que sus propias lenguas, tienen. Emergerlas. Generar, toda una apuesta literaria de calidad contemporánea vanguardista.
“Por la otra, yo creo que la mirada de los críticos tiene que ser… no condescendiente. Pero tiene que ser más sensible, más abierta, de reconocer, de aceptar, de dialogar con esas otras expresiones. Y que no necesariamente tienen que parecerse a sus parámetros.”
(para quienes toman funciones en una comunidad. Poesía indígena comunitaria)
Para ti no habrá ya dolor. Para ti no habrá ya calor.
Ni sed ni hambre, ni lluvia, ni enfermedades, ni familia.
Nada podrá atemorizarte, todo habrá concluido para ti. Excepto una cosa
El cumplimiento del deber en el puesto que se te designe.
Ahí quedarás por la defensa de tu nación, de tu puesto, de tu raza, de tus costumbres, de tu religión.
¿juras cumplir con el mandato divino?
Durante su ponencia, Gregorio Regino explicó que desde que se presentó el primer intercambio entre el español y las lenguas originarias, el español se ha alimentado o ha ganado en este intercambio. Sin embargo las lenguas originarias, no.
—En ese intercambio, entre lenguas originarias y el español, el que ha ganado es el español.
—El español se fue imponiendo… Las lenguas, como aparentemente no se escriben…. Ese sentimiento, esa idea, hoy hay que contrarrestar.
Un actitud muy honesta, muy valiente. Que busquen emerger, ese decir: aquí estamos. Y que acompañen otros movimientos sociales.
Soy la mujer que sólo nací.
Soy la mujer que sola caí.
Soy la mujer que espera.
Soy la mujer que examina.
Soy la mujer que mira hacia adentro.
Soy la mujer que mira debajo del agua.
Soy la nadadora sagrada
porque puedo nadar en lo grandioso.
Soy la mujer luna.
Soy la mujer que vuela.
Soy la mujer aerolito.
Soy la mujer constelación huarache.
Soy la mujer constelación bastón.
Soy la mujer estrella, Dios
porque vengo recorriendo los lugares desde su origen.
Soy la mujer de la brisa.
Soy la mujer rocío fresco.
Soy la mujer del alba.
Soy la mujer del crepúsculo.
Soy la mujer que brota.
Soy la mujer arrancada.
Soy la mujer que llora.
Soy la mujer que chifla.
Soy la mujer que hace sonar.
Soy la mujer tamborista.
Soy la mujer trompetista.
Soy la mujer violinista.
Soy la mujer que alegra
porque soy la payasa sagrada.
Soy la mujer piedra del sol.
Soy la mujer luz de día.
Soy la mujer que hace girar.
Soy la mujer del cielo.
Soy la mujer de bien.
Soy la mujer espíritu
porque puedo entrar y puedo salir
en el reino de la muerte.
María Sabina
En este huipil llevo grabado todo lo que padecí y gocé los primeros 40 años de mi vida.
Estas 6 flores rojas, son los corazones de mis abuelas, de mi madre y de mis tres hermanas que ya murieron.
Estos muñequitos son mis hijos, nueve que he tenido. Y se distinguen los que no se lograron porque llevan una planta de maíz; es decir, que ya se fueron a alimentar a la tierra.
Y vea usted esta greca para que se dé cuenta de lo difícil que ha sido mi vida, que hasta remolinos de llanto hay ahí.
Este es mi ángel de guarda, y este otro, el demonio que me tienta.
Los cocoles son mi marido, que como me abandonó, nomás me la paso pensando en él.
Este es el árbol de la vida y de la muerte. Y yo estoy en mi centro, porque aquí ando cumpliendo mi destino.
Ya voy a labrar otro huipil, con más cosas que he vivido, y cuando me muera, me vestirán con los dos.
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Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).
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