En menos de una semana, dos huracanes impactaron en México. El primero, John, en Guerrero, donde los lugareños están atónitos, pues apenas se recuperaban de las pérdidas que hace11 meses les dejó Otis
Texto: Kau Sirenio
Fotos: Julio César Hernández Aldama
ACAPULCO, GUERRERO. – Las calles de la Unidad Habitacional Colosio están inundadas de colchones, sillones, ropa y cartones que aun no han sido removidos por nadie. Entre estas pequeñas montañas de basura salen olores fétidos que alcanzan varios metros.
Lo que era la glorieta de Luis Donaldo Colosio se ha convertido en un tiradero. La estatua del excandidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional se quedó sin brazo. Los cascajos de esta figura están esparcidos en los montículos de basura.
La devastación que dejó el Huracán John al este de Acapulco se volvió una incertidumbre para los acapulqueños. Llevan días sin agua, comida y trabajo. En algunas de las calles hay grupos de mujeres y hombres platicando de lo que pasó el 24 y 25 de septiembre; cuando John llegó a categoría tres.
Las afectaciones no fueron generalizadas como en Otis. Hace 11 meses, los acapulqueños tuvieron pérdida total, según el Gobierno Federal. Pero esto no quiere decir que ahora no hubiera pérdidas.
Erika Martínez, de Puerto Marqués, dice que los daños fueron distintos: “Con Otis el daño fue estructural y fue parejo, pero John se pasó de listo porque se llevó ¡todo!”, dice intentando una sonrisa.
El pueblo de Puerto Marqués está destrozado. Lo que antes eran fiestas y convivios familiares, ahora es soledad.
“Perdimos todo, absolutamente todo” intenta cuadrar el señor Ascencio Osuna Hernández.
Los lugareños están atónitos, uno con voz entrecortada narra el diluvio que trajo John a la playa de Puerto Marqués; palapas y restaurantes colapsaron. Inclusive, dice, con la inundación la Laguna Negra de Puerto Marqués se abrió y se salieron los cocodrilos. Ante esto, los vecinos se organizan para capturarlos y llevarlo a la laguna.
En esta población los vecinos se organizaron para cuidarse:
“Una comisión está en la Escénica esperando que pase alguna autoridad del Gobierno Federal, estatal y municipal para llevarlos a lugar de desastre”, confía un lugareño.
Erika Martínez Villanueva apunta con dedo flamígero hacía una cabaña colapsada: “Era todo lo que tenía de patrimonio, me he quedado sin nada. Lo poco que trabajé en ocho meses se lo llevó John.
Su cabello quebrado y piel tostada delatan su origen costeña o afro. Ella, a pesar de no tener nada de patrimonio, intenta reconstruir la tragedia:
“Hace 11 meses intentaba sostener el techo y las ventanas para que no se lo llevara el viento, pero ahora fue muy diferente, porque el agua nos rebasó a más dos metros. Como pudimos logramos salir de nuestras casas para ir a los albergues”.
La mayoría de sus recuerdos son desastres, pero cada uno tiene su peculiaridad.
De acuerdo a sus archivo memográfico, los huracanes más reciente que arrasaron con Acapulco difieren en intensidad y daños.
“El huracán Paulina dejó muchos muertos, pero el daño fue más sentido en el anfiteatro de Bahía de Santa Lucía. Ingrid y Manuel dejaron muchos daños, pero por Revolcadero y Costa Chica. Otis dañó parejo, pero fue estructural. John barrió parejo, pero no en todo el Puerto, fue una parte, y a nosotros nos tocó perder lo poco que nos dejó Otis” recapitula la mujer.
A raíz de los daños de huracán Otis Erika buscó trabajó como intendente en la oficina distrital del Instituto Nacional Electoral. Su trabajo lo combinaba con el turismo que apenas empezaba regresar a Acapulco.
El señor Ascencio Osuna Hernández intenta descifrar cada parte de la historia que le tocó vivir en la noche que John visitó a Puerto Marqués; el hombre de 160 centímetros de estatura, cabello blanco que contrasta con su piel oscura cuenta de cómo encontró un cocodrilo en el patio de su casa.
“Mi hija bajó corriendo y para buscar apoyo, pero se resbaló al intentar levantarse se topó con el cocodrilo, ahí estaba tan inocente pero también bastante peligrosa” narra el señor de 70 años de edad.
An entrar a su casa, lo primero que enseña es el refrigerador, la estufa y el colchón que recibió del gobierno federal el año pasado, cuando Otis le dañó sus enseres doméstico:
“Aquí están lo que nos dio el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Como te darás cuenta aún no lo instalábamos, porque estábamos organizando la casa y llega este huracán y nos deja sin nada otra vez”.
“La noche del 25 de septiembre nos quedamos inundados. Los que pudieron llegar al refugio lo hicieron, pero fíjate lo que son las cosas, 27 personas se encerraron en un cuarto de cinco por seis metros cuadrados. Hasta el segundo día pudimos traer una moto acuática para sacarlos y llevarlos al albergue” recuerda.
Después de recorrer su casa, el señor Osuna me lleva a una casita que construyó gracias al apoyo económico que recibió por el daño que sufrió por Otis: “Con ese dinero construimos esta casita. La cimentamos bien para que no nos lo fuera a tirar la lluvia. Además dejamos buen espacio para que sirva de albergue ante cualquier contingencia», celebra.
Mientras el reportero platica con el señor Osuna, una brigada de Bienestar con tabla de apoyo se organiza para censar, “la mayoría venimos de la Ciudad de México” confía un funcionario, mientras esquiva los rayos del Sol.
Ascencio retoma la palabra y lanza una llama de auxilio a la presidenta Claudia Sheinbaum:
“Queremos que nos apoyen, porque la verdad nos quedamos sin nada. No tenemos ni ropa porque todo se dañó. Por favor manden apoyo, como lo hizo mi presidente López Obrador”.
En torno del segundo socavón que dejó el huracán John, un grupo de hombres y mujeres platican en un semicírculo, son los restauranteros que se quedaron sin trabajo, Beto Palma dice que son alrededor de 300 familias que no podrán trabajar porque sus negocios fueron colapsados.
Beto como lo conocen en este lugar, es el líder de los restaurantero de Puerto Marqués, él como el señor Ascensión es uno de los conocedores de las problemáticas del lugar y casi lo recita sin apoyo de archivo documental: “Mira, primero fue la empresa Grupo Mexicano de Desarrollo que hicieron un trabajo mal planeado y lo que lograron es dañar la corriente natural del mar, prácticamente nos lo echaron encima, esto fue en 2010”, denuncia.
Agrega: “Luego vienen Ingrid y Manuel en 2013, diez años después Otis y ahora John, de lo poco que logramos el año pasado se perdió todo, hasta lo que nos dio el presidente López Obrador se dañaron, otra vez volvimos a quedar sin nada”.
Entre los recuerdos van saliendo anécdotas, pero también viene el clamor: “Necesitamos que nos ayuden a recuperar nuestro trabajo, de por sí octubre es el mes muy difícil para el turismo y con esta desgracia, va a ser muy difícil levantarnos” sostiene.
Periodista ñuu savi originario de la Costa Chica de Guerrero. Fue reportero del periódico El Sur de Acapulco y La Jornada Guerrero, locutor de programa bilingüe Tatyi Savi (voz de la lluvia) en Radio y Televisión de Guerrero y Radio Universidad Autónoma de Guerrero XEUAG en lengua tu’un savi. Actualmente es reportero del semanario Trinchera.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona