Orún: el adivinador de los orishas

26 febrero, 2022

Los devotos de Orún suelen llevar en la muñeca izquierda unas pulseritas con cuentas verdes y amarillas. ¿Qué maravillosa deidad es ésta, que acompañó a los pueblos de África hasta el caribe y ahora se extiende lenta pero inexorablemente por toda América Latina?

@lydicar

Oloddumare es el dios creador de los orishas. Nació de una capa diáfana –la única luz– que permanecía en la oscuridad total de Echu. Esa natita de luz un día decidió crear, y comenzó a sembrar plantas, dar vida a animales, llenar de luz… Echu entonces salió de su modorra, alzó la cabeza y preguntó qué pasaba. Cuando vio que la luz había crecido y ahora Oloddumare creaba deidades,  humanos, aceptó. 

Ecu accedió porque sabía que en sí carecía de esa potencia creativa, pero advirtió:

–Cualquier tipo de vegetación que florezca bajo el brillo de luz se convertirá en mi terreno de labor, y cualquier ser que se cree en la inmensidad del espacio, se convertirá en mi sirviente y asistente.

Dicen los yorubás que esto marcó la competencia entre el bien y el mal, entre la luz y la oscuridad, entre lo diáfano y lo confuso, la guerra y la paz, el eterno antagonismo: Oloddumare–Echu.

Las primeras creaciones de Oloddumare fueron las divinidades; luego,  moldeó al ser humano con la arcilla que Ikú (la deidad de la muerte) y antes de insuflar vida ordenó a las deidades que se cubrieran los ojos. Todas lo hicieron excepto una: Orúnmila, que se cubrió el rostro con las manos, pero vio a través.

Oloddumare por supuesto se dio cuenta, pero en vez de reprenderle, le hizo señas para que pusiera atención, pues “un hecho de tal trascendencia merecía un testigo”. Por esta razón a Orúnmila se le conoce entre los orishas como Eleri Ikpin o eleri oricha: El testigo de la creación de Oloddumare”. 

Y por esta, su curiosidad, por haber tenido el privilegio de ver la creación, es la única deidad capaz de conocer y cambiar el destino de los seres humanos. 

Y es por eso que Orúnmila es el orisha de la adivinación; es el gran benefactor de los seres humanos y su consejero. Orúnmila es quien conduce la primera gran población a la tierra, porque dioses y humanos ya no cabían en el cielo. Él es exitoso donde sus hermanos fracasan porque siempre deja ofrendas y siempre consulta al oráculo; siempre consulta a Arugba, una servidora de Oloddumare, de quien Orúnmila (orú, lo llaman ahora) se gana el favor al agasajarla con comida y bebida, y buenos tratos. 

Es Orúnmila quien logra bajar por la enorme palma o árbol de la vida –cada pueblo, cada cultura tiene su árbol primordial– que en ese entonces solo estaba ahí, sin tierra, con las raíces y las palmas expuestas… Orúnmila coloca la tierra necesaria para que nosotros las mujeres y los hombres pisemos…

Los devotos de Orúnmila llevan pulseras de cuentas verde y amarillo –los mismos colores de los seguidores de San Judas Tadeo, por cierto– que engarzan el verdor de la vida y el ocre de las hojas que se marchitan y caen. 

Orúnmila –u Orú, como lo llaman los santeros– advierte: nadie quiere oír la verdad. La mentira siempre tendrá más seguidores, pero una cosa se puede asegurar: cuando la verdad llega, la mentira se va.

Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).