Orgón: mi conspiración favorita

3 agosto, 2019

En los últimos veinte años, desde la neurociencia se ha comprobado cómo los traumas, y específicamente los traumas ocurridos durante la infancia, como son el abuso o la negligencia infantil, dejan improntas indelebles en las estructuras psíquicas y físicas del niño

@lydicar

‏Este viernes, un usuario de Tw preguntó:  “¿cuáles son sus teorías de conspiración favoritas?” y agregó: “Las mías:

“- efecto mandela

“- 9/11 was an inside job

“- we never went to the moon

“- jesús y maría tuvieron hijos

“- REPTILIANOS/shapeshifters

“bonus: orgone energy”.

Orgone energy.

La energía del sexo

En los años treinta del siglo XX, Sigmund Freud, padre de psicoanálisis, tenía un puñado de alumnos selectos, a los que veía como sus posibles herederos. Con todos y cada uno se enemistó. Casi todos probaron ser muy brillantes en sus áreas. Uno de ellos fue Wilhelm Reich, médico psiquiatra y psicoanalista austriaco, de origen judío. Reich es célebre por ser freudiano y marxista a la vez; por realizar profundas contribuciones a la sexología y la libertad sexual. Recupera la función del orgasmo y el erotismo como una parte fundamental de la vida humana, realiza críticas desde el psicoanálisis a los regímenes totalitarios. Su contribución más importante en el psicoanálisis es el análisis del carácter para tratar neurosis.

Pero quizá por lo que es más célebre, y lo que le valió el repudio tanto de los círculos psicoanalistas como marxistas, es su teoría de la energía orgón. 

A grandes rasgos Reich propone que en el Universo hay una energía vital, a la que llama “orgón” (como una síntesis de las palabras “organismo” y “orgasmo”. Esta energía la poseemos los seres vivos: energía vital que, según la idea de Reich, funcionaría como una red invisible sobre nuestras pieles, y es de ahí de donde proviene la singularidad y la vida de cada uno. 

Pero en el caso de los humanos, debido a los traumas que sufrimos  a lo largo de nuestra infancia y posteriormente nuestra vida, generamos “corazas” duras que impiden que el orgón fluya libremente por todo nuestro cuerpo.

De ahí que estas corazas nos conviertan en personas sin vitalidad (sin energía orgón), o ésta se acumule únicamente en una parte del cuerpo y genere problemas físicos, emocionales o mentales.

De acuerdo con esta teoría, por medio de psicoanálisis y ejercicios corporales que impacten el sistema neurovegetativo, se debe suavizar las durezas en la coraza, y así dejar desbloquear el orgón. La teoría también pone énfasis en proteger y poner especial atención al embarazo, primera infancia y hasta la adolescencia; justo para prevenir estas corazas o neurosis, tan difíciles de tratar en la vida posterior.

Persecución

A Reich lo corrieron de los círculos marxistas por ser poco científico o delirante. Lo mismo ocurrió con los psicoanalistas. Desde que Reich planteó su teoría del orgón –en los años treinta–, fue considerada delirante y teoría de la conspiración. Abatido, entonces migró de Austria a Estados Unidos, en parte huyendo de los nazis, y en parte de sus antiguos aliados, los marxistas y los psicoanalistas.

En Estados Unidos continuó su teoría del orgón, habló de vida después de la muerte, de amuletos y comenzó a coquetear con otros tratamientos alternativos: imanes y amuletos. Empezó a vender unas máquinas: cápsulas vacías, hechas de algún material especial en el que una persona se introducía por algunos minutos. Todo esto supuestamente para “concentrar” el orgón del Universo y beneficiar la salud.

Habló también de la energía DOR, aquella que se ha mutado en negativa, muerta o desecho. De días funestos en los que dicha energía DOR es muy abundante y hay que cuidarse (en martes ni te cases ni te embarques, o bien, día 13, día de muertos, días oscuros, de guardar).

La Food and Drugs Administration (FDA) demandó a Reich por la venta de sus máquinas. Acusó que se trataba de un fraude y en 1947, un tribunal dio la razón a la FDA. Pero Reich siguió promoviéndolas. Por ello, para 1957 fue detenido y enviado a la cárcel. 

Cuando uno conoce la enorme cantidad de máquinas, medicamentos y complementos alimenticios fraudulentos que la FDA ha tolerado por décadas, queda preguntarse si la persecución de las máquinas de Reich se debían más por su pasado marxista que por lo delirante de la teoría orgónica. Reich murió pocos años después. 

Hasta la fecha, no se ha probado la autenticidad ni el valor terapéutico de las máquinas concentradoras de orgón. Podemos afirmar casi sin temor a equivocarnos que efectivamente son, en el mejor de los casos, un fracaso (y en el peor, un fraude). 

Pero no ocurre lo mismo con sus teorías corporales. 

En los últimos veinte años, desde la neurociencia se ha comprobado cómo los traumas, y específicamente los traumas ocurridos durante la infancia, como son el abuso o la negligencia infantil, dejan improntas indelebles en las estructuras psíquicas y físicas del niño. Cambios disruptivos, cambios y daños que deberá cargar toda su vida.

Tanto desde la neurociencia como desde las terapias cognitivo conductuales, se ha comprobado que estos traumas emocionales tienen un reflejo y consecuencias específicas sobre el cuerpo. Por ejemplo: aquellas personas que sufrieron un abuso sexual, tendrán bloqueos energéticos en la zona de las caderas.

Cómo el estrés postraumático y el trauma complejo cambia la bioquímica del cuerpo, generando mayores posibilidades de desarrollar cáncer y otras enfermedades crónico degenerativas. El cuerpo, sí, recibe el impacto.  

Los niños que sufren abuso emocional en la etapa adulta tendrán algunas secuelas para realizar ciertos movimientos laterales. 

Las investigaciones más modernas apuntan a un continuum en el que mente y cuerpo no son un binomio, sino una unidad: redes neuronales alrededor de los intestinos; el papel preponderante de la respiración para el cambio emocional y la claridad mental (tan documentado desde hace un milenio por yoguis y budistas).

Por todo esto, la energía orgónica es mi teoría de la conspiración favorita.

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Xanath


Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).