Con este libro Rodolfo Walsh abrió un nuevo camino en el periodismo. Pero su obra no es solo una lección sobre técnicas de investigación o de buena narrativa. Como escribió el historiador Osvaldo Bayer “sus mejores cualidades literarias fueron alma y humanidad”
José Ignacio De Alba / X:@ignaciodealba
Rodolfo Walsh fue un periodista revolucionario. Fundó el género de “no ficción”; ese pez raro que combina la buena narrativa y el rigor periodístico. Lo inauguró en 1957, años antes que In Cold Blood de Truman Capote, aunque los fenómenos editoriales provocaron que al estadounidense se le adjudicara la invención del género.
Incluso, fuera de Argentina era muy difícil conseguir Operación Masacre, hasta hace algunos años. Lo que era prácticamente imposible era conocer la otra faceta de Walsh, el escritor de cuentos policíacos. Ahora en Buenos Aires he conseguido una recopilación de esta obra. Me he quedado varias noches con el suspenso de los relatos, como La Aventura de las Pruebas de Imprenta.
Walsh estaba dedicado a su obra policíaca, más que al periodismo. Cuando la atroz realidad argentina lo llevó a convertirse en un personaje de sus cuentos; un detective que acumula evidencias para comprobar la culpabilidad de un asesino.
Una frase lo arrojó a elaborar un trabajo que alertara sobre lo que sucedería años después en Argentina. En un café, alguien le aseguró “hay un fusilado que vive”. Walsh se dedicó durante un año a investigar los hechos. Para ello, dejó su casa y su trabajo, se cambió el nombre (Francisco Freyre), se fajó un revólver al cinto y se dedicó a investigar un fusilamiento clandestino hecho por la policía de Buenos Aires.
Después de averiguar durante un año, Operación Masacre se escribió “en caliente y de un tirón”, como describió el propio Walsh. La historia se lee como una novela, la muerte no solo sucede, sino que se evoca:
“terminará mordiendo el pasto de un potrero y pidiendo desesperado que lo maten, que terminen de matarlo, sorbiendo a grandes tragos la muerte que no acaba de inundarlo por los ridículos agujeros que le hacen las balas de los máuseres”.
Walsh se valió de entrevistas de sobrevivientes al fusilamiento, el detective hace una reconstrucción minuciosa de personajes, de atmósferas, de psicologías y de posibilidades. El periodista sabe lo que emite la radio a la hora que suceden las detenciones, conoce a las familias de las víctimas, vista el sitios donde suceden los hechos. Sabe lo que piensan los asesinos, incluso, deduce por qué el fusilamiento falla parcialmente.
La reconstrucción es tan prolija que se reconoce imperfecta: “a partir de ese instante el relato se fragmenta, estalla en doce o trece nódulos de pánico”. Es un detective, pero sobre todo, un hombre comprometido a denunciar la injusticia.
“Dieciséis huérfanos dejó la masacre: seis de Carranza, seis de Garibotti, tres de Rodríguez, uno de Brión. Esas criaturas en su mayor parte prometidas a la pobreza y el resentimiento sabrán algún día -saben ya- que la Argentina liberadora y democrática de junio de 1956 no tuvo nada que envidiar al infierno nazi”.
Walsh recorre Buenos Aires investigando, al acecho. Pero cuando escribe la historia se le arruga en el bolsillo. Nadie quiere publicar el reportaje, los medios periodísticos se acobardan -¿se vuelven cómplices?- a denunciar el régimen militar. El detective encuentra un hombre que tembloroso y sudando se anima a publicar.
Es poco conocido, pero Walsh no actuó solo, para elaborar la investigación trabajó con Enriqueta Muñiz. Una periodista de 22 años que ayudó a hacer entrevistas, reunió información y, también, se jugó la vida para sacar a la luz el reportaje. Cuando Operación Masacre se publicó en forma de libro, Walsh reconoció el trabajo de su compañera “es difícil hacerle justicia en unas pocas líneas. Simplemente te quiero decir que si en algún lugar de este libro escribo “hice”, “fui”, “descubrí”, debe entenderse “hicimos”, “fuimos”, “descubrimos”.
La investigación logró un juicio para algunos cómplices del fusilamiento clandestino. Ni siquiera la justicia argentina logró obtener información que Walsh publicó en Operación Masacre. La mayoría de los responsables jamás pisaron la cárcel. La justicia tiene sus favoritos.
Operación Masacre es una obra magistral de periodismo. Un documento invaluable que combina técnicas de investigación y literatura. Un valiente testimonio sobre la responsabilidad intelectual.
Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).
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