7 marzo, 2022
Una mujer Chiapaneca pasó por tres meses de negligencias y malas prácticas médicas, empezando porque le dejaron una gasa en el abdomen después de la cesárea. Es un caso “paradigmático de lo que muchas mujeres sufren en México”
Texto: Rodrigo Soberanes / La Marea
Foto: Ilustrativa / Amit Gaur / Unsplash
VERACRUZ.- Lorena de Jesús Padilla Victoria, una mujer chiapaneca de 20 años, murió en un hospital tres meses después de parir y de sufrir una cadena de negligencias y malas prácticas médicas que iniciaron cuando el equipo médico le dejó una compresa en el abdomen después de realizarle una cesárea.
“Es un caso paradigmático de lo que muchas mujeres sufren en México”, dijo Hilda Argüello Avendaño, secretaria técnica del Observatorio de Mortalidad Materna en México (OMM).
El fallecimiento de Lorena sucedió en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, y no entró en las estadísticas oficiales de Muerte Materna Tardía, pero hay un informe que narra paso a paso su proceso y concluye que esa fue la circunstancia bajo la cual perdió la vida.
“Lorena no debió morir”, dijo Hilda Arguello, del OMM, una de las organizaciones que participaron en ese informe, presentado a la opinión pública por el Comité Promotor por una Maternidad Voluntaria y Segura en Chiapas.
Lorena y Hugo, su pareja, son originarios de Las Margaritas, Chiapas. Vivían juntos desde hace cuatro años y planificaron su vida. El embarazo no fue fortuito, lo programaron, y habían acudido a siete consultas prenatales en el Centro de salud de Las Rosas.
Las complicaciones comenzaron cuando Lorena entró en trabajo de parto y fue rechazada por el Hospital Básico Comunitario Las Rosas y el Hospital de la Mujer de Comitán.
“Es muy desafortunado cómo las mujeres son rechazadas, enviadas a sus casas sin más información ni acompañamiento por parte de los prestadores de servicios de salud. Cuando las envían a sus casas, desafortunadamente no hacen una valoración adecuada y pueden ocurrir valoraciones erróneas que se complican”.
Hilda Argüello.
Después de cuatro días de ser enviada a su casa, comenzaron las complicaciones que nunca debió tener y la canalizaron al Hospital de la Mujer de San Cristóbal de Las Casas, lejos de casa.
Le diagnosticaron preeclampsia, lo cual sorprendió a Hugo porque Lorena no tenía ninguna condición que la hiciera propensa, contó Hilda Argüello.
El 21 de junio de 2021 le practicaron la cesárea y fue víctima de la primera negligencia, la que a la postre sería la causa de su muerte.
“En cualquier cirugía se utilizan compresas que deben ser contabilizadas antes y después del procedimiento. Es responsabilidad del cirujano y las enfermas asegurarse que no exista un faltante de compresas después de una cirugía. Esto no ocurrió así en el caso de Lorena”, dice el documento elaborado por el Comité.
Lorena tuvo una niña y fue a todas sus consultas posparto sin tener ningún problema hasta septiembre, cuando comenzó a dolerle el abdomen. Una médica particular le realizó un ultrasonido y le diagnosticó colon irritable. No vio la gasa que tenía dentro. Le recetaron medicamentos no especificados.
En noviembre aumentó el dolor de Lorena y llegó a urgencias del Hospital de la mujer Comitán. No le identificaron la gasa y le dieron un tratamiento para la gastritis “a pesar de que las laboratoriales indicaban la existencia de una infección activa”, señaló el informe.
La enviaron a casa a pesar de las evidencias “de un cuerpo extraño” y Lorena se comenzó a deteriorar y fue, de nuevo, al hospital de su comunidad donde no había nadie a cargo. Era 24 de diciembre y no había una sola persona que la atendiera.
Al día siguiente buscó un hospital privado en Comitán donde la operaron por un abdomen agudo y le practicaron una laparotomía exploratoria que les costó 50 mil pesos. Entonces sí le encontraron la gasa de la cesárea y ya había dañado sus órganos. Le extirparon parte del intestino delgado y grueso.
“Dadas sus condiciones acude al Hospital Básico Comunitario Las Rosas y de ahí se envía al Hospital de las Culturas (en San Cristóbal). En este hospital, a pesar de las condiciones en que llega la paciente, desde que ingresa, no le otorgaron una atención adecuada, se le asignó una cama en hospitalización general, hasta después de cinco días se le somete a una nueva cirugía, se le realiza resección intestinal y colostomía y se establece alimentación parenteral con Kabiven (un aparato para establecer alimentación intravenosa), que debió ser comprada por los familiares”.
Lorena se deterioró más y más en el hospital. Un médico señaló que debía ser trasladada a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Pero no la llevaron. Por el contrario, otros médicos sugerían dar de alta a Lorena, que no podía comer siquiera.
“La familia adquiere nueve empaques de Kabiven, con un costo aproximado de 1,700 pesos cada uno. Del 10 a 19 de enero de 2022 se aplican nueve paquetes, lo que implicó un gasto catastrófico para la familia”.
Además de eso, el Hospital le pidió a la familia medicamentos utilizados para tratar el sangrado. No mejoró su atención.
La familia de Lorena se quedó sin dinero para comprar el Kabiven el 19 de enero de 2022. La directora del Hospital de la Mujer les dona cuatro unidades.
Lorena volvió a ser intervenida para colocarle un catéter y se complicó su estado “posiblemente por carecer de habilidades médicas o de insumos adecuados”. De acuerdo con la familia, la paciente no recibió visitas médicas entre principios de febrero hasta que el día 8, ahora sí, la trasladaron a la UCI.
Ese día sufrió un paro respiratorio, pero Lorena resistió.
Un doctor llamado Raúl Daza Valdez le informó a la familia que Lorena murió. Era mentira.
“Minuto y medio después, y sólo después de que su esposo y su suegra se encuentran llorando y abrazándose por la mala noticia, les dice: murió, pero pudimos reanimarla. Pero se le fracturaron cuatro costillas”.
Lorena vivió cinco días más postrada en una cama de hospital y falleció el 13 de febrero, durante el puerperio tardío.
Lorena se dedicaba al hogar y Hugo al corte de la caña de azúcar, y a cualquier otro trabajo que le ayudara a completar sus ingresos. El proceso por el que pasaron los dejó en la pobreza, con deudas altas con intereses.
“Vendieron los bienes con los que contaban y adquirieron deudas leoninas que aún están pendientes de saldar”, señaló el Comité.
Habían trabajado para tener un embarazo y parto exitoso “como lo recomienda la biomedicina”.
La muerte de Pilar fue prematura. No debió morir. Si hubiera recibido la atención a la que tiene derecho, estaría con su hija, que hoy tiene ocho meses.
Para Hilda Argüello, este caso muestra el deterioro que han sufrido los servicios de salud, tanto en el estado de Chiapas, como en el resto del país.
“Lorena sufrió una concatenación de malas prácticas médicas, desde el rechazo continuo del Hospital Básico Comunitario Las Rosas durante su trabajo de parto, el rechazo del Hospital de la Mujer de Comitán, una cesárea en el Hospital de la mujer de San Cristóbal de las Casas que dejó un textiloma, el cual a la postre le causó un absceso, perforación intestinal, abdomen agudo y colostomía, las cuales en su evolución la desnutrieron por el vómito y el dolor (perdió 20 kilogramos de peso)”, concluye el informe.
La hija de Lorena, según supo La Marea, no ha sido registrada aún. Los daños físicos, emocionales y económicos para ella “son incalculables y permanentes”, señaló Hilda Argüello.
“Debieron hacer todo lo posible, no dejar que Lorena y su familia buscaran resolver el problema por sus propios medios”, agregó.
México no está alcanzando los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en la reducción de Mortalidad Materna. El objetivo global es de 70 muertes maternas por cada 100 mil nacidos vivos para 2030. Esto significa que el país debe bajar el 75 por ciento y no lo está logrando.
De acuerdo con el OMM, en una sistematización de datos hasta 2017 que realizó, el ritmo de disminución de Mortalidad Materna en México no se dirige hacia el logro del objetivo para el 2030. A nivel nacional, en ese año, la disminución fue del 22.8 por ciento. De hecho, cuatro estados incrementaron sus porcentajes.
En el OMM creen que, por lo menos en el caso de Chiapas puede existir el subregistro de casos. Un ejemplo es el de Lorena.
Para que un caso entre en las cifras del ODS tiene que haber sucedido durante el embarazo o dentro de los siguientes 42 días después del término del embarazo. Lorena murió a los tres meses porque es el tiempo que tardó en lograr que la atendieran. No estuvo en sus manos.
Hilda Argüello cree que el Estado está ocultando una muerte materna tardía: la muerte de Lorena.
Mientras tanto, la familia, con el luto encima, sigue vendiendo sus bienes para pagar las deudas que les dejó la cadena de negligencias y malas prácticas médicas que causaron la muerte de Lorena.
*Esta nota fue realizada por LA MAREA. La reproducimos con su autorización.
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