Para las mujeres que fueron víctimas de feminicidio, el Día de muertos no es solo una fecha que se trate solo de la muerte, sino también, y especialmente, es un día de memoria
Texto y fotos: Daniela Rea
CIUDAD DE MÉXICO. – “Aunque la tradición habla de estos días como días de muertos, para nosotras es difícil esa palabra, porque tiene un sentido diferente”, dice Aracely Osorio, madre de Lesvy.
Dos de noviembre, Día de muertos. Para ellas, para las madres de las mujeres que fueron víctimas de feminicidio, no se trata de muerte, es día de memoria.
“Cuando nos sucede una violencia que no solo lastima nuestros cuerpos, sino que arrebata nuestra vida, una violencia que nos quita a 10 mujeres cada día en este país, que acaba con sus sueños y sus proyectos de vida, no podemos hablar de muerte”, dice Aracely.
En la explanada de Bellas Artes, en el Monumento a la Revolución, en Puente de Alvarado, en la calle donde caminaba una niña, una mujer que ya no, en esos lugares se colocaron ofrendas o anti ofrendas o memoriales por las mujeres y defensoras que no debieron morir.
Cada día 10 mujeres son asesinadas en México.
“Con los feminicidios cambió nuestra forma de vida, de mirar la vida y de mirar la muerte. Porque la muerte de nuestros ancestros, la ceremonia de este día es por una muerte digna, que ocurre en un proceso de vida natural, social y política. Pero cuando alguien decide romper este ciclo de vida, para nosotros es difícil seguir hablando de muerte y vida. Tenemos que hablar de asesinatos y de cómo en respuesta a ello nos organizamos y acompañamos”.
Aracely Osorio decora una imagen de su hija Lesvy, le pone flores en su pelo, le borda con hilos de colores un revoloteado paisaje. Junto a ella, la bailarina Argelia Guerrero y La Niña Libertad danzan en la explanada y con su cuerpo hablan de la tierra y del dolor y de los corazones ofrendados; junto a ellas Gustavo, artista plástico, realiza una ofrenda de aserrín. Es una ofrenda de Día de muertos que quiere reclamar y celebrar la vida de quienes no están.
Este día no es de muerte, es de memoria. La memoria de Lesvy es una memoria viva. “Lesvy es ciudadana del mundo, del cielo y donde esté ella, estará con otras mujeres que fueron arrebatadas todas de este plano para ir de una forma violenta a otro espacio. Pero eso nos convoca a indignarnos, a decir que Lesvy tenía derecho a vivir sin violencia, a ser Lesvy viva, feliz, comprometida, amiga, hija, nieta. Transitar el miedo, la rabia a la vida”.
Por la noche en la esquina de Puente de Alvarado Kenya Cuevas organiza la ofrenda por los crímenes de odio, pues México es el segundo país con más crímenes de odio después de Brasil. “Queremos poner esta ofrenda por nuestras compañeras, hermanas, que no debieron morir, que fueron víctimas del odio. Tenemos que trabajar para erradicar estos crímenes”, dice Kenya Cuevas.
Este día no es de muerte, es de alegría. La alegría que es la venganza de la comunidad trans que ha sido hostigada y acosada. “Nuestra venganza será ser felices”, dice Kenya Cuevas, en medio de la ofrenda que es baile y fiesta y canto.
“Juntes más fuertes, juntes más fuertes, juntes más fuertes”, canta el Coro Gay de la Ciudad de México en esta ofrenda contra los crímenes de odio. Sus voces retiemblan. Y el público sonríe alrededor de una ofrenda que al honrar la muerte, lo hace también con la vida.
Reportera. Autora del libro “Nadie les pidió perdón”; y coautora del libro La Tropa. Por qué mata un soldado”. Dirigió el documental “No sucumbió la eternidad”. Escribe sobre el impacto social de la violencia y los cuidados. Quería ser marinera.
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