Es algo en lo que muchos coinciden: no es que Oaxaca sea la panacea, pero sí es una de las entidades del país que más ha resistido la infiltración del crimen organizado. Donde todavía se encuentra tejido social y el sentido de responsabilidad frente al otro. ¿Cuál es su secreto? Jaime Martínez Luna, artista e intelectual zapoteca, afirma: la asamblea comunitaria.
Por Lydiette Carrión
Jaime Martínez Luna, el compositor zapoteco, teórico de la comunalidad, pasea en la feria de las regiones de Oaxaca, una festividad que se realiza anualmente en un municipio aledaño a la ciudad. Ahí, artesanos y pequeños productores de todo el estado se reúnen. La música suena. El olor del cacao, del café y la comida, acompañan cada conversa.
A bocajarro se le pregunta sobre el tejido comunitario en su entidad. Y a bocajarro responde:
—No existe en el país mayor solidez de tejidos sociales que en Oaxaca.
“Oaxaca, yo diría que vive un momento de excelencia si lo comparamos con otras comunidades. El hecho de que desde 1995 para acá se reconozca la elección de sus representantes [es decir, la elección por asamblea y fuera de partidos políticos], da mayor seguridad política a la comunidad”.
No todo es miel sobre hojuelas, explica. Hay áreas de la entidad que sí han sido afectadas. “Hay regiones que han sido más sometidas a presiones de otro orden. Sometidas a otras lógicas de pensamiento. Estamos hablando de economía, de recursos, estamos hablando de los medios, con los que cuenta Oaxaca y que ha perdido frente al apetito voraz de todo tipo de la lógica empresarial.
Estas regiones son, sobre todo, el Istmo, las regiones de valles y la costa. Es decir, aquellas cuya geografía permite más penetración. De alguna manera, además de las asambleas, a Oaxaca la ha salvado su orografía accidentada.
—Aún así el crimen organizado ha entrado…
—Ha entrado, pero todo intento de penetración de capital en Oaxaca, encuentra resistencia en la propia geografía. Por eso su mayor debilidad está en el istmo, en las playas.
—Usted, ¿qué propone en las zonas afectadas?
—Yo no propongo nada. Los que proponen deben ser de ahí. A los que les preocupa su existencia. Y ellos están organizándose. Pero tienen que tejer estrategias que involucren a mayor ciudadanía. Por ejemplo, en el istmo, pueden revitalizar su asamblea, pero va a costar mucho trabajo, porque el individualismo ha penetrado enfermizamente. Entonces, recuperar la asamblea, el tequio, quizá son etapas que deben hacerse, pero lo deben hacer ellos.
En esta entrevista no se aborda, pero la comunalidad, la organización de una comunidad, tiene que ver con un proyecto de vida en común, y con propiedad comunal de la tierra. La idea de que un territorio es de todos. Y la obligación de proeteger eso.
Comunalidad y desarrollo son dos conceptos en contradicción permanente, que se vive en términos lineales. Al primero se le ha tratado de apagar por representar la resistencia de lo propio, mientras que el segundo ha sido un instrumento de ataque permanente, pues no ha existido sociedad que no haya padecido el enfrentamiento de fuerzas sociales, políticas, económicas, culturales, religiosas y militares. La reproducción de sociedades pequeñas se debe a su energía interna, la que se sustenta en la tierra, en la organización y en el lenguaje.
No es casualidad de Oaxaca mantenga cierta cohesión –frente a otros estados del país y que casi el 80 % de las comunidades en Oaxaca se rija por asamblea.
Pero esto hay que fortalecerlo. Explica. Hay que cuidarlo. “Hay que mantenerlo con una visión que valore lo propio. Que lo propio sea comprendido por las las nuevas generaciones, las cuales están sujetas a mayores presiones”.
Martínez Luna reitera, una y otra vez, de diferente manera: “Tenemos que trabajar para que las nuevas generaciones comprendan con mayor orden, con mayor precisión, el valor que tiene su propio tejido social.”
Cualquiera puede preguntarse, ¿entonces qué es lo mío? Yo diría que nada. El viento no es tuyo, como tampoco el color, menos la mujer, ni tan siquiera el licor, porque se esfuma. Es tuyo todo mientras lo trabajas, lo compartes o lo realizas, pero todo pasa como el tiempo, en este sentido todo es efímero. Todo se va, ¿a dónde? Nadie lo sabe, pero se va.
Martínez Luna, comunalidad u desarrollo.
¿Cómo enseñar a los jóvenes, a los niños, a valorar su vida comunitaria, frente a toda la penetración cultural que llega por internet, redes sociales, teléfonos?
Martínez Luna menciona como un acierto el Plan para la Transformación de la Educación del Estado de Oaxaca (PTEO), que el magisterio oaxaqueño impulsó desde 1992.
En el diseño de este plan participaron unos 70 mil maestros de Oaxaca, así como varios intelectuales –entre ellos el propio Martínez Luna–.
“El PTEO es una opción”, enfatiza. Pero “es necesario sensibilizar al magisterio para entender y observar lo que pasa en su propia comunidad. Se trata simplemente de que abra los ojos, y tenga capacidad de observación. Y ya con la consigna de meter lo que ve al salón de clases, da un salto educativo enorme”.
Pero requiere trabajo. No todos los profesores lo comprenden.
En estos días de la entrevista, la ausencia del pintor y activista Francisco Toledo se ha sentido en toda Oaxaca. Muchos le siguen llorando. Así que la pregunta es ineludible.
—Toledo. ¿Oaxaca cómo se resiente la muerte de Toledo?
—Sí reconocemos la multiplicidad de manifestaciones culturales, manifestaciones de todo tipo artísticas, que brotan como las flores, veremos que Toledo está en todas. Pero no esperemos un nuevo Toledo.
Y agrega:
—Va ver otros. Otros nombres de corrientes de acción. Las figuras, las celebridades, lo que hacen es generar mayor dependencia al individuo. Él, Toledo, trascendió por su acción. En su pintura obtuvo el reconocimiento para darle fuerza a su acción.
—¿Y los que no somos de Oaxaca, que hacemos?
—Aprender haciendo la vida. Acompañando procesos concretos. Viviéndolo, no interpretándolo, Viviéndolo. Sometiéndose a las decisiones en colectivo.
—Es decir, no teorizar, sino actuar… ¿Pero en la ciudad?
—No hay discurso. No hay sino acciones concretas que resuelvan necesidades.
—Pero si no hay discurso sino acción, ¿dónde se reflexiona?
—El colectivo mismo reflexiona su acción. Esto es muy distinto a que reflexione a partir del discurso de alguien externo.
“Regionalización es también la posibilidad de hacer lo propio, lo íntimo, lo que cada comunidad considera como relevante. Esto no quiere decir que no existan excesos, pero son lo propio —que tal vez de muchas maneras ya esté contaminado—, que representan energía de una raíz que está vinculada con la capacidad de organización que se tiene en cada plano de la realidad. La regionalización es también territorio. Dijo Zapata en su momento: «La tierra es de quien la trabaja», esto explica que el hombre está atado espiritualmente a la tierra pero no sólo a ella, sino también a su casa, si la usa; a su silla si se sienta en ella; a su estación radiofónica si la escucha o a su computadora si la aprovecha; en fin, todo es tuyo si lo utilizas, como la camisa o la chamarra.
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Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).
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