No nos resuelvan todo: sólo dejen de jodernos

17 junio, 2022

Y si realmente queremos que nos resuelvan todo, ¿qué? “Y si no hay sistema, ¿qué?”, pregunta la Bersuit Vergarabat. ¿Cuál es el maldito problema? No somos ciudadanos de segunda, somos iguales que ellxs.

por la Asamblea Tenemos Que Hablar, esta ocasión en voz de Ángel Castellanos

Tenía 15 o 16 años cuando escuché por primera vez aquello de que el pobre es pobre porque quiere. Por supuesto que no creí eso. Estudiaba en una escuela privada, que presumía —tal vez tenía razón— el nivel más alto del sureste mexicano.

“El que es pobre porque quiere” es una afirmación que se parece mucho a “los mexicanos quieren que el gobierno les resuelva todo”. Y me temo que seguramente los personajes que sueltan semejante cosas se deben parecer también bastante. No sé si es ignorancia o peor, perversidad. 

Vivir en burbujas de privilegio genera estos riesgos naturales, que a su vez provocan otros… Como que haya quien les crea. 

Quienes sostienen esas ideas se olvidan de que nadie elige dejar de comer tres veces al día.  En el caso de quienes hablan del gobierno ubicuo y resolutivo probablemente se trata de personas que siempre lo tuvieron todo y asumen que, desde sus posiciones de poder, ser mantenidos por el erario es un derecho divino.

La época medieval acabó —creo, quiero creer— hace muchos siglos, pero la “derecha mejicana” (como si esto fuera una página de memes en Facebook) sigue asumiéndose y enunciándose desde ahí. La derecha que se resolvió con el pensamiento posterior a la Segunda Guerra Mundial y dio lugar al neoliberalismo sigue creyendo que la desigualdad extrema es tan natural como los privilegios también extremos, y que quien la intente cuestionar debería ser condenado a la hoguera por una inquisición eficaz en la contención de los apetitos de justicia.

Quien habla de que “les resuelvan todo” es porque no tiene idea de lo que implica para millones de mexicanxs —así, con doble x para provocar enojo por dañar el sagrado lenguaje de la sagrada Real Academia Española (RAE)— llevarse lo mínimo indispensable a la boca: no se trata de que se nos resuelva todo, sino -de nuevo- de hacer justicia.

La razón por la que tres o cuatro privilegiados pueden vivir en el más absoluto y medieval lujo no se debe a que trabajen y se dejen el lomo en cada jornada, sino a que el Estado los ha beneficiado de manera descarada al evitar la aplicación de la ley, o a que las leyes están hechas a modo para ellos. Les duele, entonces, que alguien venga a recuperar migajas para dárselas a quienes llevan siglos reclamando una vida menos dura, una vida —por cierto— a la que nadie debería ser sometidx.

Y si realmente queremos que nos resuelvan todo, ¿qué? “Y si no hay sistema, ¿qué?”, pregunta la Bersuit Vergarabat. ¿Cuál es el maldito problema? No somos ciudadanos de segunda, somos iguales que ellxs. Es más, ¡somos mejores!

Los triunfos de algo parecido a una izquierda descafeinada a nivel mundial -México no es la excepción, por supuesto- los aterran porque vienen a moverles un poquito el tapetito. Y está bien que los aterren: es natural, pero también es natural que hagamos realidad sus pesadillas y recuperemos lo que jamás debimos hacer perdido. 

Claro que queremos el poder. ¡Por supuesto que es justo que la clase trabajadora tenga el poder de una vez por todas! 

Por lo pronto —porque, sabemos, la historia se cansó ya de decirnos que no suceden las cosas de un día para otro— exigimos que se recuperen los derechos que la derecha perversa nos ha quitado, la misma derecha que simplemente nos ha dotado de razones para luchar de verdad.

Los dichos de quienes defienden el privilegio como algo natural y necesario simplemente significan más pólvora que de a poco se seca y amenaza con explotarles en la cara en cualquier momento. Hemos querido hacer las cosas por las buenas, por las amables, pero siguen insistiendo en no dejarnos alternativa. Derecha, gracias por recordarnos que los derechos no se piden, se arrebatan. De verdad, gracias.

En la Asamblea Tenemos Que Hablar (ATQH) —permítannos insistir— consideramos que la manera de recuperar eso que nos sacaron a la mala es organizándonos. Nos urge generar un sindicato de gremio entre periodistas y con perspectiva de clase para que como trabajadorxs dejemos de creer que “queremos que nos resuelvan todo”.

Una regla corporativa asevera que nos pagan sólo un tercio de la riqueza que generamos. Y eso es muy poco para lo mucho que nos explotan. Entonces, derecha, ¡contesta de una vez!: ¿quién le resuelve todo a quién?

¿Quién?

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