En entrevista la poeta cubano-mexicana Odette Alonso platica sobre las libertades ganadas por su generación, también sobre la entrampada realidad de Cuba, sobre su trabajo poético y sobre la reciente compilación ‘Versas y diversas. Muestra de poesía lésbica mexicana contemporánea’
Texto y fotos: Belén Kemchs
CIUDAD DE MÉXICO.- La poeta, escritora y promotora cultural cubano-mexicana Odette Alonso hizo un fascinante mapa para navegar el archipiélago de la poesía sáfica mexicana, donde 54 poetas cantan el amor entre mujeres en México. El libro físico llegó a sus manos ya editado a principios del 2021, pero las presentaciones virtuales no han parado.
Versas y diversas. Muestra de poesía lésbica mexicana contemporánea es una compilación publicada por la Universidad Autónoma de Aguascalientes, que coordinaron Paulina Rojas y su esposa Odette Alonso.
Ambas relatan en la primera parte de su libro: “No abundan las antologías de esta temática en la historia de la literatura latinoamericana; no tenemos noticia de alguna que haya reunido, con anterioridad, a tantas poetas de diversas generaciones, nacidas éstas entre 1930 y la primera década del siglo XXI”.
La compilación logra formar una comunidad de mujeres reunidas en el arte de versar para hablarnos de su existencia desde la diversidad y lo diverso, con la esperanza de que este libro sea una contribución para seguir creando espacios seguros para vivir y compartir en libertad.
Pero este no es el único trabajo de Odette Alonso, la mujer que nació en Santiago de Cuba en 1964 y que radica en México desde 1992, tiene más de 20 libros. Apenas en 2020 con la editorial ‘Los libros del perro’ publicó ‘La fiesta del dolor y otros cantos’.
El poema con el que abre esta publicación es ‘La fiesta del dolor’, “un poema fuerte” según dice la propia autora. Y es que el texto es sobre el abuso sexual. Odette Alonso relata que el poema estaba escrito desde hace mucho: “yo nunca me atreví a dar ese poema. Luego no entraba dentro de ningún otro libro, o sea como que se quedaba rezagado, y entonces dije sabes qué Zel, (a Zel Cabrera, fundadora de la editorial Los libros del perro), vamos a hacer esto, te voy a dar ese poema inédito y voy a armar un librito con otros poemas que ya existían en otros libros, pero vamos a armarlo con la idea de un conjunto que diga una historia”.
—¿Es un poema sobre el dolor?
— Exacto, es un dolor y cómo se resignifica ese dolor, cómo la poesía nos salva.
Mercedes Alvarado escribió en la cuarta de forros de ese libro: “Alonso da voz a mujeres que han sido señaladas y marginadas y nos propone otra manera de resistir frente a la violencia de la discriminación: la poesía”.
No es tan alta la ventana
para evitar que observe al transeúnte
subiendo la empinada calle.
Lleva al hijo tomado de la mano
evaden el balón del fútbol callejero
y cuando alzan la mirada
nos descubren:
dos siluetas de luz.
Su dedo nos señala
allí viven las brujas
allí
en sus aquelarres
atizan con criaturas
el fuego de su hoguera.
Ebria
La luna ría entre las nubes
Anterior a este poemario, su obra ‘Últimos días de un país’ ganó en 2019 el Premio Clemencia Isaura de Poesía en Mazatlán, Sinaloa; donde la poeta aborda la temática de Cuba, su país natal.
Sin embargo, uno de los libros que más llamó mi atención de Odette Alonso es “Old Music Island” que obtuvo en 2017 el II Premio Nacional de Poesía LGBTTI en Zacatecas. Lo curioso es que además de buena literatura, cuenta con un soundtrack. Música que escuchaba la poeta en ciertas épocas de su vida.
—¿Cuando tú vivías en Cuba ya te asumías como una mujer lesbiana? ¿Cómo fue?
–Sí. Mira, yo soy parte de una generación que fue la primera generación, nacida dentro de la Revolución, hacía 5 años había triunfado la Revolución, y ya estaba Fidel y en la rigidez del mandatario.
La poeta relata que en la primaria les decían, como ella, que eran ‘pioneros por el comunismo, seremos como el Che’. Después asegura que les inculcaban una visión de ser ‘hombres nuevos’, “las mujeres también éramos ‘hombres nuevos’, hombres fuertes que acaban con un sistema anterior y que plantan el siguiente”.
“Cuando escribíamos nos decían, tú eres muy buena escritora, no escribas cosas de mujercitas, no escribas cosas sentimentales, ni cursis, ni rositas, ni romances, no, escribe como un hombre. A lo mejor no te decían ‘como un hombre’, pero sí te decían que todo ese tono no era el sobresaliente, era visto como menor, y quizá pensabas en no pertenecer a eso y mejor escribías con otro tono más épico”.
La poeta relata que a su generación le pedían ocultar su preferencia sexual, les pedían “disimula con la o”; lo que quería decir que los poemas no dijeran que era una mujer que amaba a otra mujer. Odette Alonso relata “mi generación empezó a romper con eso y escribía con la “a”. Un poco después de la universidad yo empecé a utilizar la “a”, en un libro que se llama ‘Palabra del que vuelve’, que ya es de los noventa y tantos, en ese sí ya está clara una visión lésbica”.
La poeta asegura: “mi generación sacó del clóset la sexualidad, y la sexualidad diferente”.
Cuando se le pregunta si alguna vez sufrió algún tipo de represión por su preferencia sexual, la mujer responde con una anécdota:
“En un momento de la universidad me propusieron para que yo fuera de la juventud comunista, y no te podías negar porque entonces te ponían como “contrarevolucionaria” y te ponían del otro lado del asunto. Entonces era como un año que te ponían a prueba a ver si tú tenías la suficiente fuerza moral y limpieza en principios y apego a la bla, bla, bla, para integrar la juventud comunista, y a la mera hora en que ya tenían que darme una respuesta, empezó a haber un ambiente raro que no sabía qué cosa era, y en algún momento la que era la encargada de la juventud de mi facultad me cuestionó por qué vivía yo con una mujer, y yo pensé “bendita la tortilla que me hizo no entrar en esa cosa».
—¿Cómo percibes los temas políticos de Cuba desde fuera, ya con 29 años de establecerte en México?
— Pues mira yo nunca me he ido de Cuba porque mi mamá y mi hermana viven allá. Entonces, yo vivo físicamente en México, pero estoy pendiente de mandarles dinero, de que si necesitan medicinas o cosas para su bienestar.
—Y si hablamos de las protestas del mes de julio…
— Sé que la gente se lanzó a la calle porque tiene hambre, la gente se está muriendo, no tienen ni medicina, ni comida; en esas tiendas llamadas de Moneda Libremente Convertible (MLC), son cadenas del gobierno, ya sabes que en Cuba todo es del gobierno, y las colas para esas tiendas son enormes, la gente llega a las 5 de la mañana y la tienda abre a las 9 de la mañana. Me contaba mi hermana que fue una mañana, que les recogen el cartel de identidad y lo escanean, y ella fue un miércoles y le dicen “tú viniste el lunes, tú no puedes entrar hoy”. Le dijeron que para esa zona de los electrodomésticos, donde quería comprarle un ventilador a mi mamá, tenía que esperar tres meses para volver a entrar ahí. Así de absurdo.
—¿Tu familia sigue en Santiago o se movieron?
—Están en La Habana, porque mi hermana es actriz, tipo Nicole Kidman pero cubana, y toda su actividad era en la capital, pero no tenía dónde vivir.
Así que mis papás dejaron la casa de Santiago, en ese entonces, ni siquiera se podía vender y comprar, eso estaba penado por la ley, y tenían que hacer algo que se llamaban permutas, buscar a alguien de La Habana que quisiera irse para Santiago e intercambiar estancias, se registraba un contrato y entonces tu casa de Santiago ya pertenece a otra persona y la de esa persona te pertenece a ti.
—¿Solo tienes a tu mamá y a tu hermana ahí?
—Mi mamá, mi hermana y mi sobrino de 21 años de edad.
—¿Él es parte de esta generación que apoya estas protestas contra el gobierno?
—Sí. Estos chicos de ahora que no tienen compromiso revolucionario tan metido en la cabeza, que quieren vivir mejor y además tienen Internet, porque nosotros nunca tuvimos Internet y no sabíamos nada, no sabíamos que pasaba afuera de la isla. Me acuerdo que mi abuela oía radio por onda corta, entonces si pasaban por la calle y oían el radio sonando así con ese sonido de interferencia tan característico, sabían que tú estabas oyendo una cosa extranjera, algo de fuera y eso era un problemón. Estos jóvenes ya hasta bailan “el violador eres tú”, y todo esto empieza a crear conciencia en una generación, ellos saben que tienen derechos.
—¿Qué fue lo que te hizo decir me quedo a vivir en México?
—Una amiga una vez me dijo: “Odette cómo es que tú, que ya tienes una carrera hecha aquí en Cuba, te vas a otro país donde nadie te conoce” y le dije: “me quedo porque hay agua caliente en la ducha y hay jugo de naranja en las esquinas”; tú oyes eso y dices, no es posible esta señora tan intelectual seguro que fue por otra cosa pero no, fue por eso, porque las cosas elementales las podía resolver.
Y trabajaba en un lugar en el que me pagaban una miseria, porque además me quedé ilegal los primeros tiempos. Pero pensaba con este salarito puedo comprarme unos jeans, un jabón, las cosas elementales.
—¿Qué poema podrías dedicar al movimiento “Patria y vida”?
—Hay un poema que se llama ‘Último recuerdo del país’, se llamaba ‘Último recuerdo de la Habana’, pero como en los concursos no puedes ponerle nada que te pueda identificar, quedó así:
No amo ese país
no amo el brillo de la estrella
ni la bota
ni el ojo seco de las madres
ni el ácido sabor de estas memorias
niños solos
llorando su abandono
simulando una hombría que era falsa.
Y en la esquina
el hombre armado de su cuerpo
inhiesto
esperando a las muchachas
que no saben de peligros todavía.
Ni una lágrima después
sobre la silla hambrienta de todos los fracasos
aquellas voces en la alta madrugada
dientes de bestia
y ese modo de limpiar
primero el pecho
luego la cara
el sexo hasta el final.
No amo ese país
si es que un país pudiera ser amado.
Esta persona nació bajo la misión de contar historias y en este planeta azul tiene mucho por explorar, recorre caminos para seguirle la pista al campo y la ciudad. Le cae bien a los perros, es parte de la jauría. Pasión por la fotografía, la música y el deporte.
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