La lucha tarahumara es uno de los juegos autóctonos más importante de la cultura rarámuri. Pone a prueba la fuerza y resistencia de los oponentes y como un deporte que pretende unir y fortalecer la convivencia entre las comunidades
Por Raíchali
CHIHUAHUA, CHIHUAHUA.- Atados de la cintura con una faja, dos niños rarámuri se valen de su fuerza y habilidad para vencer al otro en un juego que no conoce el empate, ni a los ganadores: el objetivo es vencer al mal.
La lucha tarahumara es uno de los juegos autóctonos más importante de la cultura rarámuri porque pone a prueba la fuerza y resistencia de los oponentes y, aunque pocos conocen su significado, es un deporte que pretende unir y fortalecer la convivencia entre las comunidades.
Francisco Lara Carreón, presidente de la Asociación Estatal de Juegos y Deportes Autóctonos y Tradicionales, explicó que las reglas son muy simples y la más importante es que no se puede hacer trampa.
Cuando se convoca a la lucha los competidores pueden retar a quien ellos quieran, la única restricción es que sea entre hombres y mujeres.
“En la lucha tarahumara no hay edad, no hay peso, cada quien reta a quien quiere. Es un juego con un significado muy importante para ellos porque se trata de vencer al mal, no hay empates, no hay ganadores, el que pierde es el mal”
Al mal lo derrotan en dos de tres caídas. De pie, uno frente al otro, los luchadores se sujetan de la faja que los une de la cintura y comienzan a forcejear con la intención de derribar al otro.
La caída cuenta cuando la espalda de uno de ellos toca el suelo. Si llegan a caer de lado o sentados, se ponen de pie y repiten la ronda.
Lara Carreón detalló que para convocar a una lucha no hay fechas específicas, pero la temporada en la que más se juega es durante Semana Santa, en donde los pintos y los fariseos emprenden su propia batalla contra el mal a través de danzas.
Destacó que llevar este tipo de actividades en los asentamientos rarámuri urbanos es unas de las mejores opciones que tienen para proteger y preservar las tradiciones, en especial por el aumento de migración de la Sierra a la capital.
Como ejemplo, mencionó que de los 11 juegos autóctonos que tiene la etnia rarámuri únicamente se conocen la carrera de bola y de ariweta.
“Sí vemos que hay un interés por parte de los niños, pero promover los juegos autóctonos en la ciudad depende mucho de la gente adulta para que los lleven y les enseñen. Debemos estar orgullosos porque hemos traspasado fronteras y Chihuahua es el único estado que ha regresado con primeros lugares nacionales y que es reconocido internacionalmente”.
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