En las colonias con mayor actividad comercial de la ciudad de México hay centenares de comercios de alimentos que se resisten a desaparecer. Aunque las autoridades sanitarias les permiten abrir, los comerciantes no tienen a quién vender
Texto y Fotos: Duilio Rodríguez
Tacos, fondas, antojos. Todos languidecen. Los restauranteros calculan caídas en sus ventas del 80- 90 por ciento dependiendo de la zona.
Hace apenas un mes y medio atrás, las panaderías, tiendas de abarrotes, heladerías, cafeterías y taquerías estaban llenas. Pero ahora no se paran ni las moscas. Las colonias Condesa, Roma, Del Valle, y Coyoacán comparten la misma historia.
“Este coronavirus nos está dejando sin chamba, aquí en las colonias del centro sí estamos cumpliendo. Si viera las taquerías de la periferia como siguen vendiendo, lo bueno es que ya no falta mucho para que levante la contingencia” dice optimista el parrillero de la taquería Don Frank
Cualquiera que conozca el centro histórico de la Ciudad de México sabe que cualquier día de la semana a las 8 de la noche sus calles estaban atiborradas de gente, o así lo estaban, antes de la contingencia. Ahora, las calles están siempre oscuras; y en las tinieblas, los negocios que siguen abiertos destacan. Las luces de neón de sus fachadas saltan a la vista. Algunos de ellos tienen nombres como Lucho, La victoria, Kaliman y, como si se tratara de un buen deseo, el que más resalta es un letrero luminoso que en mayusculas dice ESPERANZA.
El joven que atiende una pequeña taquería en la calle de Motolinia asegura que la mayoría de sus compañeros fueron despedidos por la falta de ventas. “En este local éramos cinco taqueros. Ahora sólo quedamos dos: uno para las mañanas y otro para las tardes. Pero no vendemos casi nada, además de que me están pagando solo 100 pesos de los 400 que ganaba”.
Por los minisupers se aparece uno que otro caminante a comprar agua, chicles o cigarrillos. La poca gente que hay en las calles son policías, repartidores, barrenderos y muchas personas en situación de calle, que deambulan por estos locales a la espera de que alguien los auxilie con alguna moneda.
En la Condesa, Marcos espera que alguien se aparezca. El lugar de comida donde trabaja estuvo cerrado dos semanas, hasta que el joven se desesperó y habló con su “patrón”, para que le permitiera abrir con la ilusión de obtener algún ingreso. Pero “ya no sé si fue buena idea. Nomás estoy aquí esperando y en todo el día apenas llevo tres ventas. Ni los taquitos, que son lo que más vendía, están resistiendo al coronavirus”.
Para Antonio Reynoso, que ayuda a su madre en la antojería Doña Lety, la pandemia representa una oportunidad para “ponerse las pilas”. Abrieron una cuenta de Instagram donde promocionan quesadillas, pambazos, pozole y flautas para llevar a domicilio en el centro histórico.
Nota: Este trabajo documental fue realizado entre las 7:30 y las 10 de la noche, horario que suele ser de una gran afluencia de clientes.
Editor y fotógrafo documental, retrato, multimedia y vídeo. Dos veces ganador del Premio Nacional de Fotografía Rostros de la Discriminación.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona