“Necesitamos 15 años para construir un nuevo campo”

29 julio, 2018

Víctor Suárez, futuro subsecretario de Agricultura, explica a Pie de Página su estrategia para un cambio de timón radical en el campo mexicano, que empieza por la autosuficiencia alimentaria; por ejemplo, que un campesino de Oaxaca no dependa para comer de la agroindustria de Sinaloa. No será tarea fácil, ya que el sector está destruido

Texto: José Ignacio De Alba. Fotografías: Duilio Rodríguez. Video: Arturo Contreras Camero

“Aquí se va a consumir lo que vamos a producir en México” dijo, repitió y reiteró Andrés Manuel López Obrador en cada templete en el que se subió en la campaña por todo el país. Ya en 2012 la soberanía alimentaria era una de las grandes propuestas del ahora virtual presidente. Pero uno de los responsables de llevar a buen puerto esta promesa de campaña es el guanajuatense Víctor Suarez Carrera, quien ocupará una subsecretaría en Agricultura.

Nos recibe en las oficinas de la organización que dirige: la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (Anec), dedicada a la defensa campesina. Viste suéter azul por encima de una camisa bien abotonada y planchada, correctamente afeitado, peinado de lado, apenas con canas, esconde bien sus 65 años. Cuarenta de ellos en luchas campesinas, en la academia y tres como legislador por el PRD en la 59 legislatura.

Víctor Suárez habla del plan de gobierno al hilo, sin papel, sin anotaciones, como quien hace un resumen de algo que ha pensado durante mucho tiempo.

Se le pregunta sobre el diagnóstico y él, sobre todo, habla de miseria: el 80 por ciento de la población campesina vive en la pobreza, 40 por ciento de ellos en pobreza extrema.

– El campo mexicano es un campo de guerra para el despojo de los territorios indígenas. Eso es lo que entrega hoy el neoliberalismo y los gobiernos de PRI y del PAN al país, dice.

El diagnóstico no es halagüeño. El campo mexicano está destruido. El equipo de López Obrador tiene un plan, de hecho, gran parte del eje de gobierno implica el rescate al campo; la pregunta es si podrán.

– ¿Seis años serán suficientes?

– No… Van a ser suficientes seis años para cambiar el rumbo del país, y el rumbo del campo. [Pero] necesitamos mínimamente 15 o 20 años para construir un nuevo campo, una nueva agricultura, en la perspectiva de un nuevo país posneoliberal.

«El campo mexicano está destruido. Eso es lo que nos entrega el neoliberalismo».

Los beneficiarios de la destrucción

Víctor Suárez es conocido en los círculos académicos ligados a movimientos sociales. Su carrera la ha forjado en organizaciones civiles, y aunque tiene una larga trayectoria académica como ingeniero agrónomo se jacta de que su mayor aprendizaje lo obtuvo luchando a lado de los indígenas chinatecas, zapotecas y mixes, en Oaxaca.

Academia y movimientos sociales, desde ese conocimiento de dos vías, es que está convencido –tanto que ha escrito tres libros sobre el tema– de que las políticas neoliberales redujeron el agro mexicano a negocio para pocos: “Los grandes beneficiados del neoliberalismo en el campo han sido el 5 por ciento de grandes unidades de producción y no más de 20 monopolios agroalimentarios”.

El otro gran beneficiado, asegura Suárez, ha sido el crimen organizado: “el vacío que dejó el Estado mexicano en los últimos 30 años fue ocupado por el crimen organizado. Hoy en el campo gobierna el crimen organizado”, asegura.

– ¿Por qué se abandonó el campo si era redituable en las campañas políticas?

– Se abandonó el campo en términos de la producción, distribución y procesamiento de alimentos, pero se mantuvo y se acrecentó el sistema de control político de los campesinos a través de la proliferación de programas sociales, a través de programas asistencialistas […] el presupuesto público no era público, era privado.

Suárez, muy afecto a la estadística, explica que en el país hay más de 3 mil programas sociales dirigidos al campo que reprodujeron la sujeción del voto rural al statu quo. “De tal forma que se abandonó, pero por otra parte, se reforzó el sistema de control político, con los programas sociales”.

Pero después de 30 años esa fórmula que utilizó el PRI y luego el PAN para ganar elecciones dejó de funcionar. Es tan dramática la situación del campo que en esta ocasión la gente votó por quien quiso. De 17 millones de votos que da el campesinado mexicano 8.7 fueron para Andrés Manuel López Obrador y su partido.

 «Una producción para la vida, no para la muerte».

El rescate: la soberanía alimentaria regional

¿Por dónde empezar?, se le cuestiona. El inicio es, dice, satisfacer las necesidades básicas, y la más básica de todas es la alimentación.

“El eje central para el rescate del campo es la autosuficiencia alimentaria, producir en México nuestros propios alimentos. Desde las familias, desde las comunidades indígenas, desde el México rural profundo hasta los sectores más intermedios del campo […] Se va a poner en el centro la reactivación productiva del 85 por ciento de las unidades de producción, unidades de 5 hectáreas o menos, a las que se les negó su función productiva.

En México se importa más del 42 por ciento de los alimentos consumidos, explica Suárez. “Incluso, importamos maíz de Estados Unidos, a pesar de que el grano se domesticó aquí. El nuevo gobierno protegerá a los pequeños productores, dándoles: precios de garantía, certidumbre de comercialización, organización productiva y capacitación para transitar de un sistema de hiperproducción a uno de producción agroecológica”.

– ¿Cómo vamos a reemplazar la dependencia de granos del extranjero, vamos a subir aranceles o vamos a tener precios más competitivos?

– Vamos a tener en primer lugar una política diferencial de autosuficiencia para diferentes regiones, para diferentes tipos de productores, para diferentes cultivos.

La prioridad, insiste, será que los campesinos y los indígenas incrementen su producción para que dejen de depender de alimentos que están fuera de sus regiones. Por ejemplo, actualmente en las montañas de Oaxaca y de Guerrero se consumen productos de Sinaloa; cuando la realidad es que esos alimentos reciben apoyos de sus lugares de origen. Suárez tiene fe que con esta política se duplique el promedio de producción nacional de maíz para el 2024.

– ¿Qué va a pasar con programas como Proagro o con Diconsa?

– Proagro se va a reorientar a un nuevo enfoque que se va a llamar Agrorescate, que integrará los diversos apoyos que se dan al campo en un solo padrón y bajo una sola regla de operación. La expectativa de este programa de apoyos directos a 3 millones de pequeños productores agrícolas y ganaderos.

En el caso de Diconsa, la red de tiendas comunitarias diseñada para abastecer a la población más pobre y alejada, que ha sido asfixiada económicamente desde la administración de Ernesto Zedillo, Suárez no duda: se va a fortalecer y tendrá un papel central para la compra y distribución de cosechas y otros insumos.

–¿Y cómo le van a ganar al crimen organizado?

– La pacificación del país va a requerir la atención de todas las áreas del gobierno. El campo tendrá una parte (…) Si el campo empieza de tener de nueva cuenta actividades económicas, si a los campesinos se les empieza a respetar, a revalorizar, a no considerarlos como población sobrante, ni como población que no tiene valor ni nada que contribuir a la nación, vamos a entonces a construir y a reconstruir el tejido social desde los territorios.

Los dos campos: Al lado derecho, el agroindustrial, del rancho del expresidente Vicente Fox. Al izquierdo. el de sus vecinos.

Un sistema de producción para la vida, no para la muerte

Si uno quiere molestar a Víctor Suárez debe defender la idea de que los productos transgénicos (organismos genéticamente modificados) aumentan la productividad del campo; con ese tema rebate y manotea. “…No es más productiva y es un treinta por ciento más cara que las semillas convencionales”.

Luego aboga por otro modelo:

– Poner el conocimiento campesino en diálogo con el conocimiento científico para establecer otro sistema de producción sustentable, que sea un sistema de producción para la vida, no para la muerte, un sistema para la igualdad y no para la desigualdad.

Suárez está convencido de que el gobierno de López Obrador será el inicio de una nueva etapa económica, política y social para el país: serán tiempos posneoliberales. Tiempos en los que se ponderen, por ejemplo, las comunidades indígenas y los derechos humanos antes que los intereses económicos de las empresas mineras que han devastado muchas regiones del país.

– Como gobierno, no estamos en contra de la minería, es una actividad económica, pero esa actividad económica debe ceñirse a los derechos de los mexicanos garantizados en la Constitución. A un reparto equitativo (de la riqueza) generada por estos yacimientos.

Suárez dice que el el gobierno reivindicará la consulta para las comunidades donde se instalen minas y otros proyectos. “Se está trabajando con las comunidades una ley de consulta, por otro lado se ha planteado la revisión de las concesiones mineras con efecto de que cumplan con las normas ambientales vigentes”.

El plan de vuelo está hecho y parece claro para la oficina que ocupará el nuevo subsecretario de Agricultura. Ahora sólo falta el despegue el 1 de diciembre. Este, seguro, será un vuelo de turbulencias.


“Este trabajo forma parte del proyecto Pie de Página, realizado por la Red de Periodistas de a Pie. Conoce más del proyecto aquí: https://piedepagina.mx».

Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).

Editor y fotógrafo documental, retrato, multimedia y vídeo. Dos veces ganador del Premio Nacional de Fotografía Rostros de la Discriminación.

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