Así celebran el tsigú nuxè (año nuevo) los pueblos mè’phàà de la Montaña de Guerrero, este es un recorrido fotográfico entre rezanderos, niños y mujeres que mantienen un contacto intimo con los elementos. Desde este sitio sagrado piden por sus familiares que migraron, defensa contra las mineras que los amenaza y agradecen a la bondadosa madre tierra
Texto y fotos: María Isaías Jerónimo Reyes/ Colectivo Xtajá
Mbro’on
Na mbathóo
xkrúga raun mujíín
nìxmíi xtíñùn a’kùun,
aun numbaa.
A’kùun júba,be’go,mbatsuun
níno,akuaya,ñee,
nixmíi mbiyún ìjíìn
xàbò mè’phàà.
Xúu mbatsuun
nixná mikhá a’kuíin xuajen
endo ne´ne gùnwuan
aun mbro’on.
La noche
Se abre
puerta de mujíín
tejió abrigo de a’kùun
ombligo del mundo.
A’kùun de montañas, rayo, fuego,
sueño, agua,
tejió nombre de sus hijos
gente mè’phàà.
El aliento del fuego
dió calor corazón del pueblo
cuando se congeló
ombligo de noche.
GUERRERO. – En las montañas del estado de Guerrero, se pintan las estrellas del cielo en la tierra, las velas lloraron e iluminaron los sueños de los pueblos indígenas, una costumbre que año con año siguen prevaleciendo. El día 31 de diciembre del año 2023, subieron mujeres, hombres, jóvenes, niños, autoridades, mayordomos, hermandades y familias, para recibir el tsigú nuxè (año nuevo). Algunos desde la madrugada caminaron bajo las luces de las estrellas, animales para la ofrenda, flores, velas, copal y comida para convivir. Cayendo el amanecer y la luz del día los pueblos subieron con sus procesiones y bandas hasta llegar a sus espacios sagrados.
Para los pueblos mè’phàà el tsigú nuxé, está relacionado con el camino del tiempo de gòn’ (luna), gòn’ (mes) y relacionado con Àkùun mbaa (corazón del territorio) la deidad de la tierra, entre las comunidades indígenas el tiempo lo mide la luna con sus fases lunares ellos saben cuándo sembrar, cosechar, cortar árboles, construir sus casas, entre otras actividades.
En sus espacios sagrados, los señores principales o rezanderos de los pueblos, ellos ponen Ajngáa dxagùwua (Palabra de diálogo) ellos dialogan con sus dioses: Mbatsuun, Be’go, A’kunite, E’we, Iya Júba, Níno. Ellos piden por el bienestar de sus pueblos, por sus autoridades piden desde por sus comisariados, comisarios, delegados, presidente municipal, presidente de su país, y por los hijos de sus pueblos y los que trabajan lejos en el norte, por la reproducción de la vida, por los alimentos: la milpa, café, animales, árboles frutales, todos los seres que viven en sus territorios. Piden kiàwan (equilibrio) queman las velas, para leer cómo vendrá el tiempo, para que las deidades fortalezcan y equilibren el bienestar de todos. Realizan las ofrendas de animales como pollos, guajolotes, chivos y borregos para que coman las deidades y convivan con las personas presentes. Para que el maíz y café crezcan, que sus hijos terminen sus estudios, que no entren las mineras ni proyectos extractivistas en sus territorios, que sus gobiernos los escuchen y respeten sus derechos que como pueblos indígenas tienen.
Poco a poco, la noche va durmiendo y el día amanece, los señores principales terminaron de ofrendar y dialogar a las cinco de la mañana con sus deidades, tomaron sus caminos con su gente a sus pueblos, las lámparas iluminaron sus pasos, así se recibió el año nuevo en las montañas de Guerrero.
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