Santiago comenzó su transformación a Isilari cuando tenía 14 años. El confinamiento por la pandemia de covid le permitió explorar la vida drag y nacer como unx. Aquí su historia
Texto: Emilia Schneider
CIUDAD DE MÉXICO.- Cuando Santiago estaba por cumplir 14 años, Pablo, su hermano mayor, le mostró la competencia “La Carrera Drag de la Ciudad de México”, de la que tenía que hacer una tarea escolar.
Ese simple ejercicio de echar un vistazo a la cultura drag mexicana, fue para Santiago el detonador de su proceso de descubrimiento. “No era nada más vestirse de mujer, es todo un performance, son personajes, no es solo agarrar ropa de mujer y ya”.
El 5 de septiembre del 2021, casi cinco años después de aquel día que conoció esa fascinación por primera vez, Santiago, o mejor dicho Isilari, ganó la tercera temporada de la competencia virtual de “Elle Race”, culminando así ese viaje de transformación e introducción al mundo del drag que inició en su adolescencia.
A Santiago Padilla lo conocí en la secundaria, era un chico extrovertido e inteligente a quien le gustaba leer y era fan del programa “RuPaul ‘s Drag Race”. Más tarde presencié su arte por primera vez en un video que publicó en su plataforma de Instagram. Sin entender de qué trataba y entre ediciones sofisticadas, logré percibir algo que no había visto antes en Santiago, una expresión pura de sí mismx, vi a una persona nueva: Isilari, quien dominaba la pantalla a través de sus gestos y movimientos enfáticos que se complementaban con la profundidad del maquillaje contrastante y exagerado que pule las facciones más sofisticadas de su rostro.
La palabra drag hace referencia a la expresión visual de género exagerada que realiza una persona, ya sea masculinidad y feminidad canónica u otra forma de expresión. El origen de la palabra es ambiguo, pero se cree que proviene del cross-dressing —vestirse con una indumentaria aceptada socialmente para el género opuesto—. Usualmente se denomina drag queen a un hombre que se viste como una mujer, exagerando los rasgos “típicos” femeninos, utilizando una vestimenta llamativa y “transgresora”, creando una personificación que se burla y desafía los estándares establecidos en los roles y la identidad de género.
Ser drag queen implica crear a un personaje con distintos matices y niveles de complejidad, que se expone para la sociedad a través de un performance; la cultura drag ha evolucionado y ahora el término se utiliza también para quien crea una personalidad andrógina que no se define por los estándares de belleza hetero normados, este es más el caso de Isilari quien me explica: “es drag más hacia lo no binario, no necesariamente queen o king”. Al final, hacer drag es una forma de expresión artística, psicológica, política y de mucho más.
Santiago se empezó a “obsesionar” con este arte gracias a Ru Paul; sentía estas ganas de participar en él, pero muchas limitaciones le impedían dejar de ser un espectador. Además del costo económico, es complicado aceptarse a unx mismx para después darse a conocer, primero a la familia, seres queridos; luego al mundo, para llegar al inicio de un viaje complejo.
La idea de Isilari —como personaje— surgió de su amor por la literatura fantástica, “es un ser mágico de otro mundo, que no conoce el género y que no conoce nuestros conceptos de belleza”, me cuenta.
A inicios de la pandemia Santiago empezó a escribir una novela fantástica, influenciado por la trilogía El señor de los anillos de Tolkien. Su historia gira alrededor de un chico que habita un mundo ficticio donde existen muchas formas de hacer magia, pero la más rara y poderosa es con la que se nace, una característica del protagonista que lo destaca del resto. La novela empieza cuando el imperio cae y él se ve involucrado en los problemas políticos que surgen y que se comienzan a mezclar con lo sobrenatural y lo utópico. A lo largo de la trama el personaje lleva un viaje de descubrimiento personal al salir de la burbuja en la que ha crecido. Reconociendo que la lengua manifiesta la ideología y cultura de quienes la hablan Santiago creó una para lxs personajes de su novela. “Cuando tú creas un idioma, estás creando una forma de pensar, porque los idiomas reflejan la forma en la que las personas ven el mundo, como se familiarizan con él”, me dice en nuestro zoom.
Meses después de crear este universo, nació su personaje drag.
“A través de eso juego un poco con lo que es bello, lo que es grotesco, un poco con lo tenebroso pero siempre queriendo darle esta estética mágica, cuidada y rara pero también moderna”, explica Isilari intentando definir su performance.
Pero además de imaginar al personaje, Santiago necesitó del aliento de varias personas inmersas en este mundo para animarse a materializarlo.“El tener contacto con gente que realmente se dedica a esto fue lo que hizo que me animara”, pero la cuarentena seguía y tuvo que conformarse con darse a conocer en línea, iniciando su performance en redes sociales.
Inició como muchos comprando algo de maquillaje. Al principio solo lo hacía en espacios seguros, sin exponerse en la calle. Se trataba de la imagen, era algo para pasar el rato, después con la pandemia la presencia del drag en redes sociales se duplicó, ahora tenía una visibilidad distinta y llegaba mucho más lejos. Esto le dio un campo de acción, para desenvolverse como Isilari.
Encerradx, a salvo dentro de las cuatro paredes de su cuarto, practicaba el maquillaje y pequeños espectáculos a través de una cámara. A inicios del 2021 buscando nombres, se acordó de Isilari —el nombre de su idioma inventado— y le pareció que al representar tanto lo que es ellx le quedaba perfecto, ya que tenía esta profundidad que buscaba desarrollar.
Mikha o Ángel fuera del trabajo es una amistad de Santiago que impulsa y apoya a Isilari a diario a introducirse y desenvolverse dentro de este mundo; le anima a seguir sus pasos, pues él también descubrió su identidad dentro de la cultura drag, “juntando todo lo que amo hacer y todo lo que quería llegar a ser, me di cuenta que con el drag podía ser la súper estrella que yo quisiera ser y que quisiera que el mundo visualizara”.
Quizá esta posibilidad de descubrirse, es un sentimiento común es la inquietud que mueve a personas como Santiago y Ángel en algún momento a fascinarse por el drag y a reconocerse dentro.
El drag en México se ha desarrollado de forma peculiar y se ha transformado mucho desde sus inicios, a finales de los ochenta. En esa época, influenciadas por el drag estadounidense que empieza a obtener visibilidad dentro del mainstream, surgen las primeras drag queens mexicanas, quienes salen de otros ámbitos artísticos como el baile, el teatro —en el que históricamente los actores hacían también a los personajes femeninos—, el maquillaje y la imitación de celebridades que se volvía popular en el escenario. Ahora el arte del drag ha cambiado mucho, al estilo de exagerar los rasgos “clásicos” femeninos, se le suma este performance como un arte de denuncia y reconocimiento de la identidad y así podemos encontrar personajes relacionados con su cultura indígena, andróginos que buscan zafarse de las distinciones de género, activistas políticos, comediantes, etcétera.
Así llegamos a la escena actual urbana, dominada por las competencias y los shows de estilo cabaret que debido al covid desaparecen, obligando al drag a adaptarse para sobrevivir, encontrando espacios abandonados o algunos no explotados en la virtualidad. En las plataformas de redes sociales, donde alguna vez se encontraron las mismas personas, como niños tímidos que descubrían su identidad en lo que se filtraba de este mundo desconocido, regresan ahora como drags para aprovechar este medio como otra manera de difusión que podría alcanzar formas insospechadas y rebasar la mancha urbana.
Aunque no existen números concretos, el mismo Santiago me dijo que la presencia de las drags se multiplicó durante la pandemia, sobre todo en plataformas como Instagram. La cantidad de nuevos personajes que en estos últimos años han desarrollado un performance por todo el país es impresionante, demuestra una vez más la capacidad de adaptación y las fortalezas de estas personas y el alcance que esta cultura de la comunidad LGBT todavía marginada logra a pesar de tener todo en su contra.
Las redes sociales han cambiado mucho esta performance. Es muy distinto montar un espectáculo en vivo, que en internet. En el primero se requieren más materiales para la escenografía, el vestuario debe aguantar el movimiento y el sudor, y el público con su presencia emociona y desata la adrenalina, pero al mismo tiempo no hay oportunidad de equivocarse; además la presencia del público permite detectar de inmediato el efecto que en ellxs tiene el show. En el segundo se requieren menos materiales y hay posibilidad de editar, esconder o encuadrar para lograr una buena impresión con menos. “Creo que son distintos no diría que uno es mejor que otro” dice Santiago aun con su poca experiencia.
Parte de su proceso para formarse como drag y darse a conocer involucró buscar audiencias y espacios en donde no solo ampliará sus seguidores, si no pudiera descubrir otras formas de realizarlo y seguir aprendiendo. Así fue que tras audicionar a dos competencias, alguien de la producción de “Elle Race” lo contactó para invitarlo a la última temporada pues quedaba un espacio abierto y aceptó.
“Me hizo enfrentarme a cosas que a lo mejor ya sabía que algún día iba a tener que hacer, pero para las cuales yo no estaba tan listo” me cuenta Santiago. El concurso implicó aprendizaje, aunque fuera en línea: aprender a trabajar conceptos, colaborar con diseñadores, presenciar la vida dentro del drag como profesión y estilo de vida, reconocer sus logros y habilidades, encontrar un público, vender su trabajo. Por otro lado, implicó enfrentarse a comentarios tóxicos y críticos que no conocen el trabajo que hay detrás, incluso del mismo público y los fans. Santiago dice reconocer que este proceso y esta experiencia imitaba muchísimo a las competencias masivas, algo que agradece pues le dio mucha preparación que le servirá en proyectos a futuro.
“Ese es el appeal de las competencias, es ponerte con cosas que a lo mejor no vas a poder hacer, pero es intentarlo, eso te obliga a crecer, te obliga a madurar como artista, para tener un poco más de confianza de tu performance y tu talento, o sino encontrar las áreas en las que puedes mejorar”.
La familia drag surge en los años 80´s como una alternativa para la comunidad LGBT que, ante el maltrato de su propia familia nuclear y la marginación social por el miedo al VIH y la homofobia, necesitaba un colectivo para apoyarse, además de los intereses comunes por este arte y lo que implica. Así, estas familias drags, alternativas, representaron un refugio, un lugar en el que las drag queens se encontraban a salvo, apoyadas. Con el tiempo estas familias también fueron el espacio para compartir el conocimiento y las reflexiones en torno a este arte, transmitir consejos, enseñar y ayudar a las personas que estaban iniciando su amor por el drag.
Ahora la familia drag es una tradición que se mantiene dentro del folklore de esta cultura y se ha transformado en colectivos de artistas, por ejemplo, como el que busca hacer Mikha. “Espero que, con mi arte como plataforma o voz, pueda crear una casa de ayuda a personas de la comunidad”. En el caso de Isilari, su mama drag es Mikha, quien lx apoya y enseña sobre su vida drag, para mostrarse como un modelo a seguir en el que Isilari se puede guiar para continuar desenvolviéndose en este entorno.
A Isilari le interesa seguir creciendo y darse a conocer en otros ambientes, pero al tan solo tener 18 años es un poco complicado. Viendo las historias de las drags populares, parece que lo más común es iniciar algo más grande de edad; es mucho mas sencillo, pues encontrar un lugar para realizar tus shows se facilita con la validéz y confianza que te da tu edad, también el ambiente del show estilo cabaret en el que comunmente se inicia, presenta un entorno muy adulto que, por un lado involucra cosas en las que no podía participar hasta hace poco y por otro te expone a muchos riesgos (por su cercanía a la prostitución, alcohol y drogas, posible discriminación al exponerse, etc.) a los que uno debe aprender a enfrentarse con la edad y experiencia. Sin embargo, también es cierto que cada vez hay drags más jóvenes con muchas vivencias, en parte por que el internet permite conocer y experimentar esta curiosidad en edades tempranas, pero también el ambiente familiar actual, rechaza y percibe diferente a hace algunos años a las vidas dentro del drag, aceptando en algunos casos que la exploración inicie antes de su vida “independiente”, tal vez por eso Santiago ha podido empezar desde ahora.
Ahora que conoce a gente del medio —como Mikha, que es también su mamá drag— ha decidido ir por otro camino, se ve a sí mismx iniciando en la escena de los shows y se ha involucrado un poco incidentalmente con el lado de la familia en el drag. Se ha concentrado en aprender lo más posible de las nuevas influencias cercanas a ellx para sacarles el mayor provecho posible y en darse a conocer en la virtualidad, con los sencillos y pequeños videos que realiza en su tiempo libre —entre la universidad y el trabajo—.
Con el apoyo de Mikha y más amistades, Isilari busca la posibilidad de adentrarse a los shows en vivo, “Al final de cuentas tienes que buscar un público, sobre todo si se busca dedicarse a esto, esas personas son las que te darán de comer” me cuenta, pensando en el público frente al escenario que tiene una presencia muy distinta al de redes sociales, son más que seguidores pues son quienes pagan por verte una y otra vez y terminan manteniendote.
Isilari, viendo a Mikha de ejemplo, quiere tomar el escenario, desafiando y transgrediendo una vez más todo lo que se nos ha sido impuesto como sociedad al haber crecido en un ambiente que nos cataloga e impide desarrollarnos fuera de las expectativas y los roles que debemos cumplir acorde a nuestra clase social, género e incluso familia o papel en la comunidad, atreviéndose a identificarse en el mundo de una forma nueva.
“Gracias al apoyo que he tenido y el esfuerzo que le he dado a mi arte últimamente puedo decir que Mikha se sustenta sola sin ayuda de Ángel pero sí de su público. He llegado aquí, a mostrar mi arte en algunos lugares donde se me han abierto las puertas gracias a mis amistades que han creído en mí y me han brindado un espacio para crecer y también gracias a otras amistades que me han llenado de valor para salir y tomar las oportunidades que se presentan.”
A eso aspira, a que su personaje se sostenga, a crecer gracias a sus amistades, a que esa expresión de sí mismo pueda sobrevivir, no solo por el amor y los admiradores, si no para el día a día del mundo en el que vivimos, ya que este arte de denuncia se trata en muchos casos de luchar para deconstruir los estándares que nos oprimen, intentado llegar a un mejor mundo.
*Este texto fue trabajado durante el diplomado de Escritura Creativa de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem), invierno 2021.
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