30 marzo, 2025
“Somos gente de milpa”, es la consigna que orienta la obra colectiva Mundos de maíz en México. En este libro se reúnen las distintas dimensiones del maíz. A través de un enfoque multidisciplinario los autores siguen una dirección política clara: la defensa de los maíces mexicanos
Texto: Ingrid Urgelles
Foto: Carolina Jiménez / Cuartoscuro
CIUDAD DE MÉXICO. – A tan solo unos días de la aprobación de la reforma constitucional que prohíbe la siembra de maíz transgénico en el país, la discusión sobre este tema se encuentra más viva que nunca. La lucha contra los transgénicos y por la soberanía alimentaria forma parte de una disputa permanente contra las agrotransnacionales como Bayer-Monsanto, los tratados de libre comercio y los intereses de países vecinos.
Este trabajo constituye un esfuerzo colectivo que ha logrado reunir a diversas instituciones en torno a los estudios sobre el maíz y su preservación. Entre ellas, se encuentra la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Autónoma de Querétaro, el Centro de Investigación y Capacitación Rural A.C., el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencia, Tecnología, el Sindicato de Profesores de Investigación Científica y Docencia del INAH y así como la Fundación Rosa Luxemburg.
Coordinada por Mauricio González, Gabriel Hernández, Sofía Medellín, Narciso Barrera-bassols y Nazario Sánchez, esta obra contiene un enfoque multidisciplinario, que invita a adentrarse en las distintas dimensiones del maíz. Desde su profundo arraigo en la tradición agraria mesoamericana hasta los estudios etnográficos y etnohistóricos de las comunidades a lo largo del territorio mexicano.
Lejos de limitarse únicamente a sus aspectos alimentarios, los textos reunidos exploran también su dimensión sagrada —a través de mitos, leyendas y relatos— presentándolo como una clave esencial para comprender la relación de los pueblos con el mundo que habitan. Así, el maíz se configura tanto como base material que sostiene la vida biológica como un elemento que ordena la vida sagrada de las comunidades, siendo ambas dimensiones inseparables y debiendo entenderse en comunión indisoluble.
Naturaleza y cultura, nociones que en el pensamiento occidental suelen considerarse artificialmente separadas, en la cosmovisión de los pueblos forman parte de una misma red de relaciones.
El libro consta de dos partes: “El maíz en Mesoamérica” y “El maíz en nuestros pueblos contemporáneos”, proponiendo una división que, a la vez, es histórica y disciplinar. En la primera parte, se abordan las distintas significaciones del maíz y la milpa, “con sus dones, sudores y saberes”, como origen de la cultura ancestral y como un espacio continuo de relaciones entre humanos y no-humanos.
También se examina el papel del maíz en el culto popular y en los procesos de sincretismo religioso. Esta sección cierra con un trabajo sobre la relación entre el cuerpo y el maíz en la configuración de la corporalidad mesoamericana, donde lo colectivo tenía mayor peso que lo individual.
La segunda parte está compuesta de 19 artículos, de los cuales 18 son estudios etnográficos y etnohistóricos que abordan la relación entre distintos pueblos indígenas y el maíz. Se exploran temas como prácticas, sistemas de creencias, rituales, su relevancia en las estructuras ceremoniales, entre otros.
Así mismo se abunda en la historia mítica del maíz y el lugar que ocupa en lo cotidiano, en las fiestas e incluso en la muerte. También se plantean problemáticas asociadas al cultivo y que afectan a los campesinos de distintas localidades como su baja rentabilidad, la lucha contra los transgénicos, el retraso de las lluvias y los problemas de tenencia de la tierra.
Esta sección ofrece un recorrido por diversos territorios del país, abarcando la comunidad Rarámuri, los Huicholes del sur de Durango, la Huasteca, el mundo Otomí de la Huasteca Meridional, los maíces Purépechas, San Francisco Pichátaro en Michoacán, la comunidad Nahua del sur de Tlaxcala, la comunidad Tepehua, los Totonacos de la Sierra Norte de Puebla, así como el cultivo del maíz en la región del Nevado de Toluca.
También se exploran la visión Náhuatl, el ritual agrícola en el pueblo Tlapaneco y el papel que juega el maíz en la selva Lacandona, San Cristóbal y los Altos de Chiapas, así como en el Oriente Yucateco.
El último trabajo de la segunda sección se aparta de la lógica de los estudios etnográficos para enfocarse en la reconstrucción de la prolongada disputa por el maíz. A partir de la Campaña Nacional Sin Maíz No Hay País (CNSMNHP), se traza una historia de lucha que busca defender la soberanía alimentaria, denunciar las políticas anti-campesinas de los gobiernos neoliberales, abogar por la defensa de una pequeña y mediana producción libre de agrotóxicos y transgénicos, y politizar a la sociedad en torno al olvido del campo y el abandono de los campesinos y pueblos originarios.
En ese marco, este trabajo colectivo llega en un momento crucial, aportando una perspectiva amplia y profunda sobre los diversos mundos del maíz. Con un enfoque que destaca tanto la dimensión histórica como una perspectiva situada en territorios y comunidades, el libro ofrece una visión integral que resulta valiosa no solo para quienes ya están familiarizados con el tema, sino también para aquellos que se acercan a él por primera vez. Es una invitación a adentrarse en la semilla-corazón del maíz y su familia, la milpa.
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