La actriz y artista textil Sandra Reyes está convencida de que el arte sirve para la transformación social. Ahora busca canalizar el dolor de las mujeres que buscan a sus desaparecidos con una terapia de duelo que consiste en crear una muñeca, de la imagen propia o de quien está ausente, y escribir o dibujar sobre ella todo lo que se quiera
Texto: Marlén Castro
Fotos: María Ruiz
VERACRUZ / PUEBLA.-Sandra y Ángel se quedaron un rato mudos y mucho tiempo estremecidos. La puesta en escena de su obra El robo de las cuatro toneladas, adaptación de un cuento infantil de Jorge Ibargüengoitia (Paletón y el elefante), tuvo un final que nunca esperaron: el niño que participó como juez aceptó una bolsa de caramelos a cambio de la libertad de Paletón Cevallos, quien había pagado cinco millones por el robo del elefante que daba conciertos de piano por el mundo.
El público de la obra también calló y, por segundos, los asistentes bajaron la vista. El niño-juez estaba feliz con su bolsa de caramelos.
Eso ocurrió en Paracho, Michoacán. Aunque ya pasaron más de 15 años de esta presentación, Sandra Reyes y Ángel Ledesma, de la compañía A Escena Teatro, recuerdan vivamente este episodio y esos segundos congelados. Su teatro infantil no es de color rosa. En la obra El robo de cuatro toneladas abordan el tema de la corrupción.
“Queremos escuchar qué opinan los niños y las niñas del país acerca de la corrupción”, cuenta ella.
Sandra y Ángel son titiriteros.
Hacen teatro con títere de mano. Hay muchas modalidades. Según la técnica de manipulación se pueden diferenciar cuatro grandes grupos de títeres.
Cuando el títere es manipulado desde abajo, se llaman títeres de guante de mano, bocones y con mano viva, títeres de dedos, títeres de sombras, de peana, o títeres planos, títeres de varillas y títeres de viento.
Cuando son manipulados desde arriba se llaman marionetas de cuerda o hilo, títeres de sombras, títeres Kathputli, títeres Pupi, títeres planos y títeres con varilla anclada a la cabeza.
De manipulación directa las modalidades son disfraces corpóreos, teatro negro, títeres jinete, títeres Bunrakuz, títeres de mesa, marotes, títeres de sombra y marionetas vietnamitas.
También existen los de manipulación para animación como son los muñecos articulados o flexibles para stop motion, figuras para segunda dimensión y/o tercera dimensión con esqueleto y títeres para control remoto.
Cuando empezaron su vida artística, en la década de los noventa, Sandra era actriz y Ángel, actor en el grupo de teatro Trasluz, compañía que formó a mucha gente que se caracterizaba por asumir una postura política y todo lo que presentaban ante el público planteaba temas que reflejaban a la sociedad.
Sandra hace teatro desde los 15. Ángel, desde los 19. Desde entonces asumieron que el arte sirve para la transformación social y el teatro es una forma de conseguirlo.
La compañía A Escena Teatro son Sandra, Ángel y su carro, al que llaman El Camioncito, que se convierte en escenario a donde llegan. Su lema es “con el arte a todas partes”.
Hace 16 años, cuando crearon A Escena Teatro, traían un carro viejito al que llamaban Tragaleguas, por el cuento de Michael Ende sobre la tortuga que inició un viaje para ir a la boda del Gran Sultán Leo Vigésimo Octavo y cuando por fin llegó lo que presenció fue la boda de Leo Vigésimo Noveno.
–Tranquila Tragaleguas caminó durante muchos días por campos y pedregueras, por páramos y arboledas, bajo el sol y las estrellas – dice el cuento de Michael Ende.
Tragaleguas hizo lo mismo por Sandra y Ángel hasta que el motor se murió. Entonces compraron El Camioncito, del que pagan una letra cada mes a la compañía automotriz.
Cuando Tranquila Tragaleguas inició su viaje lo hizo paso a paso, despacito sí, pero sin parar.
La frase principal del cuento de Ende es la parábola de esta compañía de teatro, que cuando toma temporada sube al Camioncito todo lo que necesita para llevar teatro, o esperanza, a los rincones de Puebla y de cualquier entidad donde lo soliciten.
El Camioncito es escenario de teatro u hotel cuando lo que les pagan a Sandra y Ángel no es suficiente para pagar una habitación.
Sandra Reyes también es artista textil. Estudió diseño de modas, faceta que vinculó al teatro haciendo diseño de vestuario.
Aunque abandonó esta faceta más de quince años.
“La parte del diseño de vestuario era para mí un estrés horrible y dejé de coser, luego me reconcilié con las telas y probé haciendo vestuario a los títeres de nuestros personajes”, cuenta Sandra en el taller en un barrio histórico de Puebla.
Sandra se curó una depresión en un taller de muñecas intervenidas, una terapia de duelo que consiste en crear una muñeca, quizá de la imagen propia o de quien ya no está, y escribir o dibujar sobre ella todo lo que se quiera.
En 2020, Sandra y Ángel aceptaron poner su talento y pasión en el tema de los desaparecidos.
La compañía de teatro fue invitada por Técnicas Rudas a participar en el proyecto Nuevas narrativas de la desaparición. Sandra aceptó.
Ese primer taller se impartió en Puebla en octubre del 2020. La colectiva Madres en Búsqueda Coatzacoalcos representada por Lenit Enriquez y Raquel Hernández expusieron ahí su lucha, la que empezó desde 2015 cuando el gobierno de Javier Duarte, mediante la Operación Blindaje, desapareció a varios jóvenes de esa ciudad costera pegada al Golfo.
Veracruz es una de las entidades con más personas reportadas como no localizadas, de acuerdo con la Comisión Nacional de Búsqueda. El gobierno del priista Javier Duarte desapareció a más de cinco mil personas. El exgobernador está acusado desde 2018 del delito de desaparición forzada de personas, pero no está pagando por su crimen de lesa humanidad, sino por los delitos de operaciones con recursos de procedencia ilícita y asociación delictuosa en una cárcel de Guatemala.
Madres en Búsqueda Coatzacoalcos se formó en 2015. Las protestas por los maridos e hijos desaparecidos no fue lo que tumbó a Duarte del gobierno de Veracruz, sino las acusaciones de corrupción y enriquecimiento ilícito.
“Tocamos temas difíciles. Pero éste me rebasa”, apunta Sandra.
Luego explica: “Me quería salir cuando fui al primer taller. Yo dije ¿qué hago aquí? En realidad me sentí rebasada por tanto dolor”.
Después de pensarlo, Sandra propuso canalizar el dolor de las madres a partir de una terapia con muñecas intervenidas.
El taller se llevó a cabo, finalmente, el 27 y 28 de noviembre del 2020. En Coatzacoalcos.
Lenit vio a quien creía su hermano de frente. Caminaba asustado entre los pasillos del mercado local de Oaxaca, porque el lugar estaba lleno de policías.
Pidió al Fiscal Especial de Desaparecidos de Veracruz esa operación. Lenit recibió la información de que su hermano Jhonit, desaparecido en Coatzacoalcos en mayo del 2015, trabajaba en una tortillería en el mercado de Oaxaca. Vio fotos del joven y tuvo la seguridad de que era su hermano.
La policía de Veracruz se movilizó temprano; viajó desde la noche anterior. Cuando el joven llegó a su turno en el mercado lo estaban esperando. Lenit se puso de frente para que el joven la viera desde su entrada por el pasillo.
Pensaba que en cuanto lo vería sería imposible contener las lágrimas y darle un abrazo largo y apretado.
Lo vio acercarse. Sus miradas se encontraron. Ese joven era igualito a Jhonit del rostro pero con varios centímetros menos de estatura.
Lenit se quedó ahí, petrificada. Escuchó y vio el resto del operativo como si estuviera en una sala de cine.
Más adelante, el joven fue interceptado por los policías de Veracruz y de Oaxaca. Ella hizo señas de que no era.
El muchacho estaba asustado y con ganas de correr, pero los policías se lo impedían. Lenit se acercó, se disculpó y le explicó que creían que era Jhonit. Le enseñó la foto del hermano al que busca.
“Siento no ser a quien busca”, le dijo con ternura.
Aunque no era su hermano, hubiera querido abrazarlo de todos modos. Pero lo dejó alejarse.
Lenit recuerda esta escena mientras borda en su muñeca el billete de la suerte de Jhonit: un dólar.
No sabe desde cuándo comenzó a cargarlo en su cartera, pero desde que lo desapareció el gobierno de Duarte, ella atesoró este objeto como un amuleto que la ha acompañado en la búsqueda de su hermano a lo largo de estos cinco años.
Ahora, en el taller de las muñecas intervenidas, Lenit suelta el billete y lo cose en el pecho. La muñeca es ella y la suerte de Jhonit está unida a ella en una forma diferente.
Cuando pase la pandemia, las muñecas intervenidas serán exhibidas en museos y en carteles digitales.
Por el momento, cumplen el propósito: cada una de las mujeres que participan en el taller elabora una muñeca que desde el principio es una imagen propia.
Cortan y cosen. Unen y pintan. Y sueltan.
Sueltan dolor. Sueltan llanto. Sueltan rabia.
*Al momento de cerrar este texto, a Virginia ya le habían notificado las autoridades que localizaron el cuerpo de Rosendo sin vida.
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