11 marzo, 2021
Durante la pandemia se ha producido un aumento de la violencia contra las mujeres y las niñas. Necesitamos actuar de manera firme y decidida en todo el mundo para que muchas mujeres pasen a ocupar un lugar central en los espacios de toma de decisiones
Por Phumzile Mlambo-Ngcuka
El Día Internacional de la Mujer llegó este año en un momento difícil para el mundo y para la igualdad de género, pero que al mismo tiempo es perfecto para luchar en favor de una acción transformativa y para reconocer a las mujeres y la juventud por su incansable esfuerzo de promoción de la igualdad de género y los derechos humanos.
Nuestro objetivo es aumentar el liderazgo de las mujeres y su representación en todas las esferas de toma de decisiones –donde en la actualidad predominan los hombres– sobre las cuestiones que afectan a sus vidas. La falta de representación de los intereses de las mujeres dura ya demasiado y se ha convertido en un problema universal con consecuencias catastróficas.
Mientras tratamos de hacer frente a las extraordinarias penurias que ha traído consigo la covid-19 para millones de mujeres y niñas y para sus comunidades, no podemos perder de vista las sólidas oportunidades que nos brindan el Foro Generación Igualdad y las Coaliciones para la Acción para impulsar un cambio.
Durante la pandemia se ha producido un aumento de la violencia contra las mujeres y las niñas; estas últimas han perdido muchas horas de aprendizaje debido al incremento de las tasas de abandono escolar, de las responsabilidades de cuidados y de la cifra de matrimonios infantiles.
Decenas de millones de mujeres más se están viendo abocadas a la pobreza extrema, dado que están perdiendo sus puestos de trabajo a un ritmo mayor que los hombres y pagando el precio de la falta de acceso a tecnologías digitales o de capacidad para manejarlas.
La solución de estos y otros muchos problemas no puede dejarse exclusivamente en manos de los hombres. Sin embargo, pese a que existen notables excepciones, en la mayoría de los países simplemente no hay suficiente masa crítica de mujeres en puestos de liderazgo y de adopción de decisiones para garantizar que se aborden estos temas de forma eficaz.
Esto ha afectado al ritmo global de cambio para las mujeres.
Existen algunos logros que son motivo de celebración, mujeres que han llegado a lo más alto de entidades como la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional o el Banco Central Europeo, y esperamos que se produzcan más nombramientos de este tipo que ayudarán a cambiar el panorama del liderazgo.
Sin embargo, estos casos suponen claramente una excepción. En 2020, como promedio mundial, las mujeres representaban 4,4 % de los cargos de dirección general, ocupaban tan solo 16,9 % de los puestos en consejos de administración, apenas 25 % de los escaños en los parlamentos nacionales y suponían solamente 13 % del total de las personas involucradas en negociaciones de paz.
Solo 22 países cuentan en la actualidad con una mujer como jefa de Estado o de gobierno, y en 119 esto no ha ocurrido jamás, algo que tiene importantes consecuencias para las aspiraciones de las niñas a medida que se van haciendo mayores. Si se mantiene la trayectoria actual no será posible alcanzar la paridad de género en los máximos cargos de responsabilidad antes de 2150.
Esto puede y debe cambiar.
Se necesita voluntad política para respaldar activamente y de manera consciente la representación de las mujeres.
Las y los líderes pueden establecer y cumplir objetivos de paridad, incluso mediante nombramientos para todos los cargos directivos en todos los niveles de gobierno, como ha ocurrido en los escasos países cuyos consejos de ministros son igualitarios desde el punto de vista del género.
Las medidas especiales pueden funcionar; aquellos países que han fijado y aplicado cuotas de género han conseguido un progreso real en el liderazgo de las mujeres, al igual que los que han implantado políticas para abordar la representación.
Allí donde no existe este tipo de medidas, el progreso es más lento o incluso inexistente, y se puede revertir con facilidad.
Ningún país prospera sin la implicación de las mujeres.
Necesitamos que su representación refleje a todas las mujeres y niñas, en toda su diversidad y con todas sus capacidades, así como en todas las situaciones culturales, sociales, económicas y políticas. Es la única forma de conseguir un auténtico cambio social que incorpore a las mujeres como iguales en la toma de decisiones y nos beneficie a todas y todos.
Esta es la visión de la Agenda 2030, de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing; la de la sociedad civil y la de multitud de jóvenes que ya están liderando el camino, así como la de todas aquellas personas que se unirán a nosotras y nosotros en las Coaliciones para la Acción del Foro Generación Igualdad.
Necesitamos actuar de manera firme y decidida en todo el mundo para que muchas mujeres pasen a ocupar un lugar central en los espacios de toma de decisiones, en pie de igualdad con los hombres, y para que podamos avanzar inmediatamente hacia un mundo más ecológico, más equitativo y más inclusivo.
La autora es directora ejecutiva de ONU Mujeres.
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