Mucha cobertura en pandemia, pero… ¿y la ciencia?

28 septiembre, 2021

En la cobertura periodística de la pandemia en México no destacan científicos ni especialistas, sino deportistas, actores y cantantes. La política primó sobre la ciencia: la mayoría de las notas se enfocaron en la atribución de la responsabilidad y las acciones políticas, pero muy poco en las herramientas para que las personas sepan qué hacer en la emergencia y en información científica

Twitter: @lolacometa

Aún es insuficiente, pero ya hay evidencia sobre la forma en la que los medios de comunicación mexicanos cubrieron los primeros meses  de la pandemia, y el diagnóstico, tristemente, no es halagüeño.

Una investigación de la Universidad de Guadalajara incluyó el análisis de contenido de mil 617 notas sobre la pandemia publicadas durante una semana representativa de mayo de 2020 en El Universal, Excélsior, La Jornada, Milenio y Reforma, y otras mil 125 transmitidas en los telenoticieros de Televisa, TV Azteca e Imagen TV. 

De entre sus resultados, presentados hace unas semanas en el marco del 5to Foro Hispanoamericano de Periodismo Científico, destaca que en cuanto a los actores principales de las notas no hubo una presencia importante de científicos ni especialistas sanitarios (mucho menos mujeres) que serían, por obvias razones, las personas prioritarias en la cobertura de una pandemia; en contraste, las más recurrentes en las notas fueron deportistas, actores y cantantes.

En cuanto a los temas, la gestión política de la pandemia, el regreso a la normalidad y datos sobre el avance de la pandemia fueron los predominantes, dejando en último plano aspectos como la desinformación, la infodemia y las fake news, así como los factores de riesgo de la enfermedad, que serían nuevamente de igual o mayor pertinencia en un contexto de emergencia sanitaria.

Finalmente, respecto al encuadre (la forma en la que se seleccionan ciertos aspectos de la realidad para darles mayor relevancia en las notas), queda claro que la política primó sobre la ciencia. La mayoría de las notas se enfocaron en la atribución de la responsabilidad, el interés humano y las acciones políticas, pero muy poco en autoeficacia (brindar herramientas para que las personas sepan qué hacer en la emergencia) y en información científica.  

Un análisis similar, elaborado por un grupo de investigadoras de Social TIC que caracterizó un millón 364 mil 484 titulares de notas con las palabras «coronavirus», «covid» o «covid-19» publicadas en 137 medios nacionales y 267 locales de enero a junio de 2020, también reveló que un elemento constante fue la presencia de personas famosas (artistas, deportistas, periodistas), tanto por temas de contagio como por sus declaraciones.

Las autoras describen la cobertura de medios nacionales como homogénea, muy concentrada en las consecuencias económicas de la pandemia, pero poco en los efectos psicosociales y en aspectos como la desinformación, la infodemia o las explicaciones que aclararan la falsedad de tratamientos pseudocientíficos como el dióxido de cloro. 

A diferencia de la investigación de la Universidad de Guadalajara, este trabajo sí incluyó algunos medios públicos como Notimex y el Instituto Mexicano de la Radio (IMER), sin que haya habido una diferencia significativa respecto a los medios comerciales. 

¿Importa? Yo creo que sí, no sólo porque los medios públicos, por no tener que responder a intereses comerciales, deberían ser los principales responsables de ofrecer información sustanciosa, rigurosa y útil para que las audiencias sepan qué hacer en un contexto de emergencia sanitaria, sino también porque el discurso de las personas que están a cargo de estos medios en México ha estado basado en “hacer la diferencia”.

Así lo dijo Jenaro Villamil, el 23 de enero de 2019, cuando tomó el cargo de director del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano (SPR): “No hay nada más público que lo que lleve y llegue al pueblo, a la ciudadanía. Son medios de la ciudadanía, del pueblo. No son medios del gobierno. No tienen que ser medios que imiten el modelo comercial, son medios públicos que van a defender y ejercer el derecho de la ciudadanía a estar informados, el derecho a tener información de calidad (…), que construya un nuevo modelo, que le apueste a la inteligencia de las audiencias. Ya no más, ya no más una televisión para una clase media jodida que no va a salir de jodida”.

Hay muchas formas de argumentar que ese derecho a tener información de calidad, específicamente en un contexto de pandemia, requiere y exige, sí o sí, información científica: desde la descripción de los aerosoles para poder justificar el uso de un cubrebocas hasta las interacciones covalentes de la molécula del dióxido de cloro para explicar por qué su consumo puede tener efectos oxidantes dañinos. 

Si los medios públicos no ofrecen esta información, ¿están cumpliendo con su deber de ofrecer información de calidad? ¿Están apostando por la inteligencia de las audiencias? ¿Están cumpliendo el derecho de la ciudadanía de estar informada? Yo diría que no.

Enfrentar una pandemia requiere información científica y, sin embargo, ni los medios corporativos ni los públicos se han tomado en serio la responsabilidad de ofrecerla. 

Una de las causas, imposible de invisibilizar, ha sido la falta de recursos. En una sesión del mismo Foro Hispanoamericano de Periodismo Científico, dedicada a la responsabilidad de los medios públicos en pandemia, Elia Baltazar, directora del Sistema Nacional de Noticiarios en el Instituto Mexicano de la Radio, reconoció que de las 35 personas que hacen IMER Noticias, no había ni un solo reportero especializado en ciencia cubriendo la pandemia, debido, en buena medida, al castigado presupuesto con el que ha tenido que sobrevivir la radio pública mexicana. “Todo mundo le reclama a los medios públicos, pero nadie nos ayuda a reclamar recursos para los medios públicos”, dijo. 

Es verdad que la falta de recursos es un problema nada trivial de resolver, pero después de esta pandemia no puede quedarse como una justificación paralizante. La falta de recursos nunca ha impedido que haya noticieros y periodistas especializados en deportes, ¿por qué sí sería una limitante para temas de salud y ciencia?

En una conversación que tuve recientemente con el periodista de ciencia Ed Yong, quien colabora en periódico estadunidense The Atlantic y ganó el premio Pullitzer de este año por su cobertura de covid-19, habló tajantemente sobre el costo que tendrán que pagar los medios que no les den prioridad a estos temas.

“Seamos honestos: estamos enfrentando crisis tras crisis y para muchas la ciencia es crucial. Ésta no será la última pandemia. Ciertamente no nos hemos despedido del cambio climático. Los periódicos y las revistas [los medios, en general] van a tener que invertir en estos temas. Los que no lo hagan pronto, bien y de forma justa, van a estar en serios problemas en la próxima década cuando sucedan más este tipo de cosas y no tengan a nadie con la experiencia o habilidades para cubrirlo (…) Si quieren ser relevantes en la próxima década, por el amor de Dios, contraten una buena mesa de redacción de ciencia”.

Probablemente para muchos de quienes dirigen o integran estos medios, el mensaje de alerta que plantea Yong no retumbe ni detone ningún cambio. Por eso, el elemento clave en este escenario son las audiencias. En la medida en que más personas tomemos conciencia de que los medios públicos nos pertenecen y que podemos exigirles mejor información científica para tomar decisiones, será más fácil hacer la verdadera diferencia: legitimar socialmente a los medios que lo cumplan o poner en serios problemas a los que no. 

Para fortuna de todos, no está todo perdido. Esta pandemia aún no termina. Todavía podemos hacer las cosas bien. 

Periodista de ciencia. Es comunicadora de la ciencia en el Centro de Ciencias de la Complejidad de la UNAM, cofundadora y expresidenta de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia. Escribe para SciDev.Net, Salud con Lupa , Fundación Gabo, entre otros. Estudió Periodismo en la UNAM y tiene estudios de posgrado en periodismo por la universidad española Rey Juan Carlos y el Instituto Indio de Comunicación de Masas, en Nueva Delhi.