Los operadores del transporte de la Ciudad de México son parte de la población que no ha parado un sólo día, a pesar del riesgo de contraer covid-19. Gracias a ellos miles de capitalinos que necesitan moverse pueden llegar a sus espacios de trabajo
Texto y fotos: María Ruiz
Si se detiene el transporte de la Ciudad de México, se detiene la ciudad. Por eso, ni en los 70 días que duró la Jornada Nacional de Sana Distancia, ni en las tres semanas que la capital lleva en semáforo rojo (es decir, con «riesgo máximo» de contagio de covid-19), la Secretaría de Movilidad ha recibido instrucciones parar. Por el contrario, para algunos operadores, las tareas se duplicaron.
Juan Carlos Peñaflor y Marcos Rodríguez sumaron la sanitización a su tarea de reparar bicicletas. Con la jornada de sana distancia los turnos en la Central de Ecobici pasaron tres a dos.
Comienzan su día con un nuevo ritual: alistarse para la limpieza. Se colocan cubrebocas, goggles, guantes de vinilo, caretas de plástico y trajes tyvek. Luego preparan el líquido desinfectante para rociarlo a las bicicletas.
Desde que empezó la contingencia trabajan jornadas intercaladas de ocho horas, un día sí y otro no.
Peñaflor tiene 22 años y viaja desde Ecatepec a la Central de Ecobici, ubicada en la colonia Juárez. Se traslada desde el Estado de México a la estación del metro Buenavista, a partir de ahí viaja en bicicleta. Además de ser mecánico, estudia el segundo cuatrimestre de enfermería.
“Tengo un bebé de dos años y mi gran preocupación es contagiarlo”, cuenta.
Sus días libres los dedica a tratar de tener su casa en orden, pasar tiempo con su hijo y jugar videojuegos. Algunos profesores les mencionaron la posibilidad de ser voluntarios en la lucha contra el nuevo coronavirus, pero decidió no hacerlo.
Marcos Rodríguez vive en la colonia Escandón. Al trabajo, a veces llega en bici y otras en moto. Estos días ha visto que las calles están muy tranquilas, “relax” para quienes andan en estos transportes. Rodríguez lleva tres años trabajando en la Central de Ecobici, llegó por un anuncio. Dice que siempre le llamaron la atención las bicicletas y que cuando no trabaja pasa el rato “perdiendo su tiempo libre” con videojuegos.
Rodríguez, de 21 años, recorre las calles en triciclo de carga lleno de líquidos y objetos de limpieza. Antes de la contingencia iba a jugar billar y a visitar a su novia. Ahora se queda en casa a ver películas.
De hecho, en sus jornadas de trabajo, cuando transita por calles vacías, dice que se siente como en la película de ciencia ficción “Soy Leyenda”.
Fuera de bromas, se siente preocupado.
“Si me preocupa porque puedo llevar el virus a mi familia”, dice el joven quien vive con su mamá en Ixtapaluca.
El servicio de Ecobici existe en la Ciudad de México desde hace diez años. A la fecha llevan registrado más de 67 millones de viajes. A pesar de ser el transporte más seguro para evitar contagios, su uso no ha sido muy popular durante la pandemia.
Andrés Lajous, secretario de movilidad de la CIudad de México cuenta que es el transporte qué más se ha dejado de usar. Según datos de la Secretaría de Movilidad (Semovi), Ecobici mantiene una reducción en su uso de alrededor de -80 por ciento desde el 1 de abril.
La última acción de la Semovi, como estrategia para reducir el riesgo de contagio y las aglomeraciones, fue implementar ciclovías en Avenida Insurgentes, de Álvaro Obregón a Eje 8. En esta ruta se puede acceder al servicio de Ecobici de manera gratuita.
Covid-19 está visibilizando los rastros de la desigualdad social. Su impacto también se mira en las formas de movilidad urbana.
Lajous cuenta que la reducción en el flujo vehícular en las calles fue más rápido que en el transporte público.
“Eso te dice que probablemente las personas que tienen auto tienen trabajos en los cuales es más fácil continuarlos desde casa, que hay más flexibilidad para dejar de trabajar, mientras que las personas usuarias de transporte público muchas veces son personas de más bajo ingreso y (les) es más difícil dejar de trabajar”, dice, en entrevista telefónica con Pie de Página.
Por eso el metro sigue siendo el transporte menos vacío. En el pico más alto de la epidemia, el metro reportó una reducción de 65 por ciento, mientras que otros transportes llegaron a reducirse entre 70 y 80 por ciento. Y aún dentro del metro, hay zonas donde las reducciones son claramente menores. Explica Lajous:
“Si te doy un contraste, la línea 7 del metrobús Reforma tuvo más rápido una reducción de afluencia que la línea B del metro, que entra en el Estado de México hasta Ciudad Azteca. Las estaciones donde hay más gente son las que tienen muchas interconexiones, como Pantitlán. A Pantitlán llegan cuatro líneas de metro. Por eso solemos ver más aglomeración ahí, son como pequeños embudos”.
El Sistema de Transporte Colectivo Metro se considera un espacio de alto contagio. Para reducir los riesgos se decidieron cerrar algunas de sus estaciones durante la fase 3: Isabel la Católica, Zócalo, Allende, Juárez, San Juan Letrán, Juanacatlán… a partir del 15 de junio empezaron a reabrir paulatinamente las 34 estaciones que habían cerrado.
Enrique Trejo lleva 34 años trabajando en el metro y 31 de conductor. Cuando empezó la contingencia sanitaria pidió sus vacaciones, como toda su familia estaba en cuarentena lo convencieron para estar todos en casa. Pero las vacaciones duraron menos que el virus y tuvo que regresar a trabajar.
El 18 de abril, cuatro días después de que Enrique Trejo pidiera sus vacaciones, el STC-Metro publicó un boletín para informar la muerte de uno de sus trabajadores por covid-19. Tenía 55 años y trabajaba como Técnico de Mantenimiento en el área de Instalaciones Fijas y Coordinación de Vías en el horario nocturno.
Once días despues, el 29 de abril, el STC-Metro reportaba haber realizado 500 pruebas para detectar covid-19. Noventa y un trabajadores dieron postivivo, pero sólo siete tenían síntomas claros. Trece se recuperaron y dos murieron.
Enrique Trejo espera poder retirarse el próximo año e irse a vivir a Pachuca, donde compró su casita y aunque es su plan termina diciendo que nunca se sabe lo que pasará. El virus también le causa incertidumbre, igual a su familia, pero sus rituales de sanitización lo tranquilizan.
“Lo que hago es que con mi sanitizador rocío toda la cabina, me pongo gel, de repente guantes y cubrebocas. Y así vamos al día, con todo tipo de sanitización que podamos y sí, con miedo porque no sabemos en qué momento contagiarnos”.
Enrique Trejo
El conductor ha visto como el uso del transporte se redujo a una tercera parte de la afluencia normal. Pero otras siguieron saturadas. En su trayecto de la línea 8 vió así Chabacano, Salto del Agua y Constitución.
Los conductores, como los usuarios, fueron siguiendo las recomendaciones sanitarias. Para mayo, según datos del metro, 90 por ciento de sus usuarios usaba cubrebocas.
El metro es uno de los mayores retos para el gobierno de la Ciudad de México. Hasta ahora, se han implementado varias medidas, como los cierres de estaciones y las cámaras de calor, dosificación de los ingresos y entrega gratuita de gel. Se recomienda no viajar en «hora pico» (Semovi marca de las 9 de la mañana a las 5 de la tarde como los horarios más seguros). Pero para eso funcione una vez que cambie el semáforo, se requerira un acuerdo con los empleadores para definir horarios escalonados de trabajo.
«El reto es la combinación de seguir dando el servicio a la gente, porque hay personas que están obligadas a viajar, y al mismo tiempo reconocer que sí se ha reducido la afluencia en sus más bajos históricos. La clave evidentemente es que exista la posibilidad de espacio. Por eso en horas pico hay mayor frecuencia de trenes y también por eso se limpian los pasamanos y los asientos. Esas son las medidas que se han tomado hasta el momento e insisto, si nos indicaran que se deben tomar otras medidas, pues se tendrán que tomar» expresa Lajous.
El Metrobús cumple este mes15 años. Es el transporte más nuevo de la capital y fue en el primero en el que se comenzó a repartir gel antibacterial durante la contingencia.
Antes y después de Semana Santa la reducción del uso de este transporte llegó a 65 por ciento. Para el 10 de abril, Semovi registró una reducción “histórica” de 80 por ciento.
Como parte de sus medidas realizan sanitizaciones a todas sus unidades. A diferencia de Ecobici, los operadores no se encargan de la limpieza. Otros trabajadores contratados por medio de un outsourcing son quienes trapean y llenan de líquidos sanitizadores los camiones.
Otra de las medidas del metrobús fue el cierre de estaciones desde el 23 de abril y durante toda la fase 3 de contingencia. A partir del 15 de junio y hasta el 19 del mismo mes se realizó la reapertura de 42 estaciones de seis de sus líneas como medida de transición rumbo al color naranja del semáforo de riesgos.
En metrobús el trabajo de un operador consiste en conducir y cuidar a los usuarios del transporte. Al finalizar su circuito y llegar al patio de encierro donde guardan las unidades, el operador cierra todas las ventanas del vehículo para que, quienes lo limpien, tengan el menor contacto posible con las superficies
Jorge Alberto Alvarado tiene 36 años y trabaja ocho horas como operador en la línea 3, que va de Tenayuca a Etiopía y próximamente contará con siete nuevas estaciones para llegar hasta Río Churubusco.
Alvarado vive en Ecatepec con su familia. En su recorrido entre Ecatepec y la Ciudad de México, y como conductor de Metrobús, ha visto que sí ha bajado el flujo de gente en la calle pero no deja de ver personas que salen a trabajar.
Llega a la medianoche al patio de encierro donde deja su vehículo. Ahí auxilia a otros operadores. A veces se dan «aventón» entre ellos para llegar a sus casas. Cuándo se le pregunta cómo se siente responde que para él es importante mantener la calma y aunque no se ha acostumbrado a usar cubrebocas, lo ve como una medida necesaria que debe cumplir.
“Sí, hay mucha preocupación. Uno como padre de familia no deja de preocuparse, mi familia está encerrada en la casa y yo aquí trabajando. Con el simple hecho de llegar tengo el temor de llevar el virus”.
Cuando no está trabajando no sale de casa, justo la jornada de sana distancia le ha permitido acercarse más a su familia. Le ha servido para que sus hijos se abran más con él e incluso les ayuda en sus tareas escolares.
Andrés Lajous dice que el aprendizaje que hasta ahora se lleva es la importancia del cuidado de los operadores de transporte.
“Realmente son las operadoras y los operadores las que hacen que el servicio funcione. Si no es por ellos no existiría el servicio. Creo que todas y todos deberíamos estar agradecidos, que siguen trabajando y de cierta manera corriendo riesgos”, reflexiona.
Al oriente de la ciudad, un grupo de operadores pasa la noche en el módulo 4 A de la Red de Transporte de Pasajeros de la Ciudad de México, más conocida como RTP. Son vecinos de la Unidad Habitacional Guelatao de Juárez que trabajan en el Nochebús.
Según su contrato, los trabajadores de su turno deben laborar 35 horas a la semana. Llegan a las ocho de la noche y se van a las seis de la mañana. Muchos de ellos son familiares de conductores de la extinta Ruta 100, a algunos incluso les tocó trabajar en ella y son unos entusiastas de la conducción.
Saúl López Martínez lleva 18 años trabajando en el RTP y seis conduciendo el Nochebús de la medianoche a las 5 de la mañana. Le gusta la adrenalina de manejar de noche y las conversaciones de madrugada con los pasajeros. Ver la ciudad vacía le causa tristeza, no poder estrechar las manos con sus compañeros o abrazarse también.
Durante la contingencia el RTP no dejó de brindar servicio en ninguna de sus estaciones. López Martínez señala que el servicio de Nochebús lo usan personas que vienen de muy lejos y que a pesar del covid19, siguen usando el servicio porque les permite ahorrar lo que gastarían en taxi En una noche de contingencia llega a vender 37 boletos.
Como medidas para evitar contagios el RTP puso gel antibacterial en sus diferentes áreas, colocó plásticos de protección para los conductores y bolsas para que coloquen los boletos de los pasajeros. Cuando suben les muestran sus boletos y lo tiran en esa bolsa para evitar contacto.
Otra de las medidas que han hecho en la estación donde trabaja Saúl López es la sanitización de las unidades. Para ello contrataron una empresa.
Entre las doce y la una de la madrugada llegan dos hombres a sanitizar los vehículos. Los operadores les dicen los cazafantasmas y les ponen el tema musical de la película como carrilla, cuando pasan por sus oficinas.
Cuando no está trabajando el señor López le dedica tiempo a su familia. Trabajar en la noche le permite ver películas durante el día con su hija pero siempre le pasa que se queda dormido.
Dice que en esta contingencia se ve la soledad. Pocos carros y muchas ambulancias. Cuando no hay con quien platicar escucha música, desde rancheras hasta baladas. Entre los conductores de los cuatro camiones que operan en este horario se pasan canciones, prefieren eso a escuchar la radio porque las noticias los estresan.
“Si da terror pero le tengo que echar ganas. Es un orgullo seguir trabajando para las demás personas que, como nosotros, tienen que salir porque si no no llevan sustento a su casa” expresa el conductor de 53 años.
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