Morelos, el cura rebelde

29 mayo, 2021

En la Independencia las fuerzas rebeldes actuaron desorganizadas, José María Morelos se empeñó en mantener un frente unificado. Este moreliano tejió una de las más fuertes redes de rebeldía contra la corona española. Murió lejos de casa, en un sitio poco frecuentado de Ecatepec, Estado de México

@ignaciodealba

Juana sintió los dolores del parto justo cuando salía de misa. Auxiliada por las monjas , la madre de José María Morelos y Pavón, parió en los portales de la iglesia de San Agustín, en Morelia, Michoacán. 

Pero para algunos era demasiado inadecuado que uno de los «padres de la patria» naciera en la banqueta, así que la versión más difundida, es simplemente que Morelos nació en la casa familiar ubicada, hoy en día, en la calle Corregidora #113, en el Centro Histórico de Morelia. En el sitio hay un par de placas alegóricas que dicen que el Generalísimo nació el 30 de septiembre de 1765.

La casa donde creció aún se conserva. O más bien, fue reconstruida. Actualmente es un museo, en el lugar se exhiben objetos personales de Morelos, como un supuesto pañuelo que cubrió los ojos del general cuando fue fusilado. También hay una biblioteca y un androide con el rostro del héroe nacional que recita patriotiquísimos fragmentos de los “Sentimientos de la Nación”. 

El padre de Morelos era carpintero. Era una familia de empeñados trabajadores que tuvieron dificultades para asegurar el futuro de sus ocho hijos, pero intentaron mucho. Incluso, registraron a los niños como españoles. En esos tiempos, casi como ahora, la prominencia de la sangre era garantía de derechos. La realidad es que Morelos era mestizo y desde temprana edad se vio obligado a trabajar.

Primero trabajó como labrador en la Hacienda de San Rafael Tahuejo, dedicada a la producción de añil y piloncillo. El chico intercalaba el trabajo con estudios: Sobre todo tuvo facilidad para los números, lo que le permitió asistir en la administración de la hacienda. Pero hasta que tuvo 24 años pudo formalizar sus estudios en el Colegio de San Nicolás.

En aquel momento, Miguel Hidalgo y Costilla era el controvertido rector del colegio. El cura, adepto a la literatura prohibida, era conocido por polemista y bohemio. Morelos encontró en aquel singular hombre lo que él mismo llamaría hasta el final de sus días como “maestro”.  

En aquel momento no se podía estar más cerca de los libros que siendo cura, así que José María estuvo en el Seminario Tridentino. Atendió los curatos en varios pueblos michoacano: Uruapan, Churumuco, Carácuaro y Nocupétaro.

En 1801, poco antes de que iniciara la Independencia, adquirió una casa, ubicada en la calle José María Morelos #323, a unas cuadras del hogar donde supuestamente nació. Aunque era de su propiedad, este lugar fue habitado por su hermana Antonia. La mujer se dedicó a arrendar las habitaciones del lugar hasta que Morelos se hizo un revolucionario conocido. Entonces, el jefe oficialista de la zona, Torucato Trujillo, ordenó que la residencia fuera destruida, lo que obligó a la familia del rebelde a mudarse. En el sitio, reconstruido, se encuentra un archivo histórico y otro museo histórico del Generalísimo.

En 1810, Miguel Hidalgo y otros conspiradores se levantaron en armas contra la corona española. Hidalgo y Allende tomaron varias ciudades del Bajío. Cuando llegaron a Valladolid (Michoacán), Morelos se encontó con su antiguo maestro en el pueblo de Charo y se unió a la revolución. Su primera misión fue encabezar un ejército hacia Guerrero para tomar el  Fuerte de San Diego, en Acapulco, y paralizar uno de los centros comerciales más importantes de la Nueva España. Fracasó, pero logró tomar otras poblaciones importantes y adherir gente a su movimiento.

Durante sus campañas combatió junto con Hermenegildo Galeana, los hermanos Bravo, Vicente Guerrero.

Con la muerte de Miguel Hidalgo y de Ignacio López Rayón, Morelos encabezó la rebelión armada. El michoacano fue un mucho mejor estratega que Hidalgo. La eficiencia en las batallas le hizo ganar poblaciones, incluso romper el sitio de Cuautla que mantenía el duro oficialista Félix María Calleja. En aquella ocasión, cuenta la leyenda, el niño Narciso Mendoza cañoneó a los realistas para quebrar la envoltura de los oficialistas. Mendoza se hizo niño héroe y al cañón le pusieron el niño

No fue la misma historia de Juan Nepomuceno Almonte, uno de los hijos del cura Morelos, quien a los siet años de edad fue nombrado capitán de Infantería, luego teniente coronel y a los 10 años alcanzó el grado de coronel. El chamaco comandó un batallón infantil de rebeldes que siguió a las tropas de adultos. Pero muchos años después Nepomuceno tuvo un papel deleznable cuando apoyo al grupo de conservadores que trajo al emperador Maximiliano para que gobernara México.

Uno de los méritos políticos más importantes de Morelos fue impulsar el Congreso de Anáhuac, que se llevó a cabo en Chilpancingo, Guerrero, el 26 de mayo de1813. Ese fue el primer Congreso político mexicano. Ahí, Morelos leyó “Los Sentimientos de la Nación”, el texto fundamental de la Independencia de México, que ayudó a gestar la primera Constitución. En ese texto, se abolió la esclavitud y se declaró la autonomía México (aunque no de la Iglesia Católica).

En Chilpancingo fue llamado Generalísimo, pero el hombre, siempre humilde, pidió ser llamado Siervo de la Nación.

Lejos del Congreso que daba a todos por liberados, las fuerzas oficialistas mantenían una dura ofensiva contra los rebeldes. El propio Morelos cayó preso en Temalaca, Guerrero, en 1815. Se dice que montaba un mal caballo a la hora de su captura y ese factor jugó a favor del imperialista José María Calleja, quien capturó al general rebelde.

Cuando estuvo preso, se buscó degradarlo. Fue llevado a la capital donde fue juzgado por la Inquisición y por autoridades civiles, que lo condenaron a pena de muerte.

Morelos escribió su última carta a su hijo Juan Nepomuceno:

“Tal vez en los momentos que esto escribo, muy distante estarás de mi muerte próxima. El 5 de este mes de los muertos he sido tomado prisionero por los gachupines y marcho para ser juzgado por el Caribe Calleja. Morir es nada cuando por la patria se muere, y yo he cumplido, como debo con mi conciencia y como americano”.

José María Morelos fue fusilado el 22 de diciembre de 1815 en San Cristóbal Ecatepec, Estado de México. La idea de las autoridades virreinales era exterminarlo lejos de la capital para que los seguidores del general no protestaran. En el sitio del asesinato se construyó otro museo: Centro Comunitario Ecatepec Museo Casa Morelos.

Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).