El agua está caliente, casi sin oxígeno y contaminada por los peces que bajan por el río Elota en Sinaloa
Texto: Marcos Vizcarra / Revista Espejo
Fotos: vía revista Espejo
SINALOA. – Aquí huele como con la basura de las pescaderías, a pescado podrido. Arde dentro de la nariz y detrás de los ojos. Pero lo de los ojos no es por el olor, sino por el vapor del agua en esta presa llamada Aurelio Benassini, conocida mundialmente como “El Salto”, en Elota.
Este lugar sirve para tres cosas: regar los cultivos de maíz, chile y tomate que se siembran cada temporada agrícola; para la pesca deportiva a la que vienen personas de Estados Unidos y Canadá; y para la pesca de tilapia, bagre y lobina. De esto último viven casi 500 familias.
«La veda se levantó el domingo pasado y nos ha ido bien, tenemos buenas tallas, pero esto que estamos viendo nos dice que la próxima temporada vamos a tener una crisis. Son los peces chicos, los que tenían que crecer río arriba”, dice Alberto Núñez, coordinador de Pesca en el Ayuntamiento de Elota y presidente de la cooperativa Arroyo Chirimole.
Por donde se voltee hay peces muertos, en algunos lugares hay hasta bancos de los animales muertos y entre ellos la peste y un fluido anaranjado, casi amarillo recorriéndolos uno a uno entre el agua verdosa. Son basura que ni las aves de rapiña se comen.
Tiene un mes así, dice Núñez, quien tiene más de 20 años pescando en la presa El Salto y solo ha visto algo similar cuando la tormenta 19-E pasó por el sur de Sinaloa e hizo un desastre por las grandes cantidades de agua.
“¿Usted cree que se pueda declarar una alerta?”, menciona el hombre mientras maneja la lancha por los canales de la presa y va apuntando las orillas donde se concentran los peces muertos. Luego se para, apunta hacia el frente y lanza:
“Mire, ese remolino son cardúmenes y vea cómo están boqueando, salen las burbujas y aunque uno les pase encima no se mueven y eso no pasaba, se movían con las lanchas”
Y es verdad, se alcanzan a ver los peces dar vueltas en espiral, son peces pequeños que poco a poco se van separando y comienzan a flotar en solitario.
Núñez agarra uno de esos peces, lo presenta y este hace nada para escaparse. No brinca, no reacciona. Se está muriendo, pero no hay nada que pueda hacer el pescador. Lo tira al agua y el pez apenas se repone, prácticamente flota hacia la superficie.
Esto tiene un mes, bajan los peces muertos o en esos cardúmenes moribundos por el río Elota y se concentran en las orillas de los brazos y canales de la presa.
Núñez dice que se apersonó un grupo de biólogos, se subieron a lanchas para tomar fotos y echar máquinas al agua con las que hicieron mediciones de PH, temperatura y oxigenación.
“Donde estamos parados marcaba que había cero de oxígeno y lo volvieron a meter y salía lo mismo. Las metieron hasta tarde y se dieron cuenta que se hacía más tarde y era peor el asunto”, menciona Núñez mientras se coloca frente a un campo donde hay vacas pastando.
“No se ha muerto otro animal, solo las tilapias”, agrega el hombre que insiste en que este problema será peor en la siguiente temporada.
Luego agrega otro dato: cada vez que medían la temperatura del agua pasaba de los 37 grados y por la noche se calentaba aún más.
“Yo creo que es porque está baja la presa y la poca agua que cae no ayuda a que se mueva lo que ya hay”, menciona sobre este embalse que está a 49 por ciento de su capacidad.
Los biólogos llevaron muestras de agua y peces moribundos en contenedores especiales, pero no les bastó.
-Me hablaron para decirme que vienen a tomar más muestras.
-¿Le dieron algún dictamen preliminar?
-Nada todavía.
Núñez no quiere especular, mucho menos meterse en problemas, pero su preocupación es evidente, su semblante, sus gestos, su interés en mostrar este problema que le afectará a él y a las demás familias que viven de tirar los chinchorros y esperar a arrastrarlos para sacar los peces de la presa y luego venderlos en las pescaderías y congeladoras.
Esta presa se nutre con el río Elota y hacia la Sierra Madre Occidental no hay tantas poblaciones como para provocar un desastre ecológico de esta magnitud, pero lo que sí hay son minas y laboratorios clandestinos de producción de drogas.
Por ejemplo, en el municipio de Elota se tiene el registro de una mina inactiva concesionada a la Asociación de Mineros del Estado de Sinaloa y una más en exploración por la empresa canadiense Auxico Resources Canada Inc. Ambas concesiones tienen la posibilidad de extraer oro y plata, de acuerdo con el Panorama Minero de Sinaloa.
También en este municipio se ha hecho el hallazgo de 56 laboratorios de fabricación de metanfetamina entre 2011 y 2022, según datos de la Secretaría de la Defensa Nacional otorgados por solicitudes de información.
Ambas actividades necesitan grandes cantidades de agua, pero una tiene el control por autoridades federales y la otra es ilegal.
Núñez dice preferir esperar a un dictamen técnico a especular, pero no deja de insistir en que esta mortandad de peces será catastrófica en un año, cuando les toque salir de nuevo después del proceso de autoveda para esperar la maduración de las tilapias y vean que no hay suficientes.
Esta nota fue publicada originalmente en REVISTA ESPEJO, que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes ver la publicación original.
Portal periodístico independiente, conformado por una red de periodistas nacionales e internacionales expertos en temas sociales y de derechos humanos.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona