17 marzo, 2024
Mientras se derrumba el poder adquisitivo de los argentinos, Milei monopoliza la agenda política con un estilo violento en lo institucional y lo expresivo. Sin embargo, su gobierno conserva elevados índices de aprobación popular, con porcentajes que van de 45 a 55 %, según distintas encuestadoras
Texto y fotos: Daniel Gutman / IPS
ARGENTINA. -La familia de Susana Castellanos dejó en febrero de pagar el servicio de medicina privada porque no pudo soportar aumentos de 70 % en dos meses mientras ni a ella, profesora de inglés, ni a su marido, periodista, les subieron los ingresos. Sin embargo, dice que volvería a votar al actual presidente argentino, el ultraderechista Javier Milei, al cumplir 100 días de mandato.
“Habrá que sufrir un poco para ver si el país cambia. Antes vivíamos en una mentira, con el Estado repartiendo plata a medio mundo y mucho robo. Ahora eso se terminó”, dice Castellanos, quien tiene un hijo de 25 años desempleado, que vive con ella y su marido en Buenos Aires, y una hija de 21 que hace seis meses emigró a Australia y trabaja en limpieza de oficinas.
“Quisiera evitarlo, pero si no conseguimos otros ingresos le pediremos a mi hija que nos envíe dinero porque le va muy bien. Pero me gusta lo que está haciendo Milei. Está cortando muchos gastos del Estado que iban a militantes políticos. Yo le creo cuando dice que la situación va a mejorar; le doy tiempo hasta mitad de año”, agrega en diálogo con IPS.
Así como Susana Castellanos, muchos argentinos que la están pasando crecientemente mal parecen haberse convencido de que, después de 12 años de malos gobiernos, crisis económica y deterioro de las condiciones de vida, es necesaria una medicina amarga para que el país se recupere.
«No hay liderazgos ni ideas alternativas a la suya. Hoy aparece como el único que tiene una idea clara y que se muestra seguro y convencido de lo que hay que hacer. La otra es que ganó la elección sin prometer grandes cosas, a diferencia de sus dos antecesores que fracasaron. El solo prometió ajuste”: Valentín Nabel.
En ese clima, y sin grandes protestas en su contra, el outsider que supo aprovechar el enojo de la sociedad con los políticos, cumple el lunes 18 sus primeros 100 días como presidente, en los que ha ejecutado un fenomenal ajuste del gasto público, con un impacto sobre la vida de la gente como no se recuerda en este país sudamericano en tan poco tiempo.
“Muchos entienden que el esfuerzo y el dolor de estos meses se justifican por la intención de arreglar un problema que viene de hace mucho tiempo en la Argentina y que ha entrenado a la sociedad en el ejercicio de aguantar”, explica a IPS el investigador de opinión pública Valentín Nabel, presidente la consultora Opinaia.
Nabel considera que, a pesar del empobrecimiento de las mayorías, Milei tiene dos grandes ventajas ante la sociedad argentina, por las que su popularidad no se ve afectada.
“Una ventaja es que no hay liderazgos ni ideas alternativas a la suya. Hoy aparece como el único que tiene una idea clara y que se muestra seguro y convencido de lo que hay que hacer. La otra es que ganó la elección sin prometer grandes cosas, a diferencia de sus dos antecesores (el derechista Mauricio Macri y el centroizquierdista Alberto Fernández) que fracasaron. El solo prometió ajuste”, plantea.
El presidente, un ultraliberal de ideas extremistas que definió al Estado como “la mayor organización criminal del mundo”, se fijó como prioridad al asumir el poder el 10 de diciembre, el suprimir el déficit fiscal.
Paralelamente, avanzó con decisión, aun a costa de pulverizar los ingresos de la clase media y los jubilados y profundizar la marginación de los pobres, que según estudios privados alcanzan a 57 % de la sociedad.
Uno de los síntomas más impactantes de las consecuencias de las políticas de Milei es que el Fondo Monetario Internacional –habitual promotor de ajustes draconianos muy cuestionados en los países en desarrollo- pidió públicamente al gobierno que saque el pie del acelerador y otorgue asistencia social adicional y preserve el valor real de las jubilaciones.
La devaluación de más de 50 % del peso argentino en el inicio del gobierno provocó una disparada de precios, reflejada en una inflación de más de 60 %, según datos oficiales, en los primeros tres meses de Milei, quien no impulsó ningún aumento salarial para compensarlo.
Así, datos elaborados sobre números de la secretaría de Trabajo (Milei eliminó el ministerio en este rubro) hablan de una depreciación de los salarios, en términos reales, de 18 % en apenas dos meses (enero y febrero).
A eso le siguió un ajuste que redujo el gasto social del Estado en casi 30 % en términos constantes y un recorte del 83% a la transferencias a las provincias –que en Argentina son las responsables de sostener la educación, la salud pública y la policía-, de acuerdo a datos elaborados por el economista Alfonso Prat-Gay, exministro de Hacienda y Finanzas.
La medicina privada –a la que la familia de Susana Castellanos tuvo que renunciar- es uno de los símbolos que identifican en la Argentina a la clase media, especialmente desde que, en las últimas décadas, se percibe un declive en la calidad de la salud pública y gratuita, que ha atraído a decenas de miles de paraguayos, bolivianos y peruanos pobres a radicarse en asentamientos de Buenos Aires.
Milei, quien ha negado la posibilidad de que existan fallas del mercado y ha acusado de “socialistas” a los líderes occidentales, liberó los precios hasta entonces contenidos de la medicina privada, cuyas empresas se pusieron de acuerdo para aumentar 40 % en enero, 27 % en febrero, 20 % en marzo y ya anunciaron un incremento de 16 % para abril.
De acuerdo a datos del año pasado, más de 6 millones de personas, o el 14% de la población cuenta con medicina privada.
Aún no se conocen números de reducción de afiliados a la medicina prepaga, pero sí de otros rubros en los que se refleja el mazazo a la actividad económica.
Las ventas minoristas en los comercios se derrumbaron casi 30 % en los dos primeros meses del año comparado con el mismo período del año anterior, según datos de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came), que agrupa a casi 400 mil establecimientos de todo el país que dan trabajo a 2 millones 500 mil personas.
“En los negocios estamos prácticamente a los niveles de venta de la pandemia de covid-19, cuando toda la actividad estaba restringida”, dijo a IPS el secretario de Prensa del Came, Salvador Femenia.
“Creemos que todavía no vimos lo peor porque falta que impacte el efecto de los aumentos de tarifas de gas y electricidad que anunció el gobierno. Si no hay cambios en las medidas oficiales, las consecuencias pronto van a ser cierre de comercios y empresas, con pérdida de muchos puestos de trabajo”, añadió.
Mientras se derrumba el poder adquisitivo de los argentinos, Milei monopoliza la agenda política con un estilo violento en lo institucional y lo expresivo.
Ignorando al legislativo Congreso Nacional, intentó derogar cientos de leyes, con un decreto cuya validez aún está por verse, y agredió por las redes sociales a todos los que cuestionan el rumbo de su gobierno, desde gobernadores de provincias hasta artistas o maestras de escuela.
Lo sorprendente es que el gobierno conserva elevados índices de aprobación popular, con porcentajes que van de 45 a 55 %, según las distintas encuestadoras.
De acuerdo a datos de la prestigiosa consultora Opinaia, Milei es dirigente con mayor imagen positiva del país, con 52 % y en el segundo y tercer escalón se ubican su vicepresidenta, Victoria Villarruel, y su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.
Del total de la población de 46 millones, 49 % cree que las medidas de Milei van a estabilizar la economía argentina, que en los últimos 12 años no ha visto la creación de empleo privado y ha sufrido un persistente deterioro del poder adquisitivo de los salarios.
Por otro lado, 68 % de los encuestados se mostró a favor de la principal medida de Milei, que es avanzar en la reducción del gasto público y 59 % opinó que la actual inflación es culpa del gobierno anterior de Alberto Fernández.
Hoy Milei parece blindado en términos de relación con la sociedad, aunque la situación económica y social plantea un gran peligro. Hasta dónde van a tener paciencia los argentinos es la pregunta que nadie, en este momento tan particular de Argentina, se anima a responder.
Este trabajo fue publicado inicialmente en IPS. Aquí puedes consultar la versión original.
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