4 septiembre, 2020
El INE se prepara para conceder el registro a México Libre, el partido que, fiel a su estilo, fraudulentamente ha creado Felipe Calderón. Su destino es claro: será derrotado en las urnas. Pero en el camino a una nueva bofetada de desprecio nacional el impresentable político sacará provecho
@anajrnajar
Coincidimos en el último piso del que entonces era el edificio más alto de Ciudad de México, la Torre Mayor.
Una de esas reuniones de relaciones públicas a las que, ni modo, los periodistas debemos atender de vez en cuando.
Fue a mediados de 2011. En la reunión encontré a una persona conocida, funcionaria de la entonces Procuraduría General de la República (PGR).
La plática se movió en lo que era casi el único tema de conversación del momento: los saldos de la sangrienta guerra que felizmente emprendió Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa contra el narcotráfico.
Los días en que cada semana se anunciaba, en todos los medios, la captura de algún lugarteniente de cualquier cartel, la detención de los operadores centrales de esos grupos. La noticia de que la guerra se iba ganando, aunque no pareciera.
Un detalle me llamaba la atención de esos espectáculos a los que tanto era aficionado el Impresentable ocupante de la casa presidencial: todos los detenidos estaban golpeados.
Nada raro, me dijo esa noche la funcionaria. El 90% de los detenidos que se presentaban ante la PGR habían sido torturados. Y todos llegaban, además, con una confesión ya preparada.
Los agentes del Ministerio Público prácticamente sólo tenían que redactar las frases que repetían las personas severamente lastimadas por los interrogatorios –ilegales, porque se hacían sin presencia de su abogado- del Ejército y sobre todo de la Marina.
¿Era legal, se podía someter a proceso judicial a quienes evidentemente se les habían violado sus derechos? Sí, me dijo la funcionaria. En esa primera barandilla que es el Ministerio Público era factible.
Lo que seguía después no era su problema, porque ya ante el juez los acusados, muchos de ellos inocentes, comprobaban el abuso que habían sufrido y quedaban libres.
Pero su captura y resonancia en los medios aliados a Calderón, la satisfacción personal de quien se creía el cruzado de México contra la delincuencia, la idea de que se podía convencer del necesario baño de sangre para salvar a la Patria, era lo más importante. Para ese sujeto.
Recuerdo la cena ahora que el Instituto Nacional Electoral (INE) se prepara, hasta el cierre de esta columna, para otorgar el registro de México Libre, la organización política con la que el impresentable pretende regresar a esos, sus hilarantes días de gloria.
Es el mismo organismo que en 2017 sancionó a la esposa del Impresentable, Margarita Zavala, por haber falsificado firmas para conseguir su registro como candidata presidencial.
El mismo INE que hace unas semanas ordenó multar a México Libre por rebasar el tope de financiamientos y recibir dinero de procedencia desconocida.
El mismo Instituto Nacional Electoral que, de nuevo, se presta para validar la participación política de un organismo que lleva el fraude, la soberbia e ilegalidad en su ADN.
Se van a ofrecer argumentos legales, el estricto cumplimiento de la jurisprudencia para conceder el registro. En el fondo el resultado es el mismo.
Se abre la puerta para que un partido que nada aporta a la vida política del país reciba dinero público. Se envía el mensaje de que lo importante es llegar a donde están los recursos “haiga sido como haiga sido”, el Impresentable dixit.
El mensaje, si eso se concreta, es que quien no transa no avanza, la vieja frase acuñada en el seno de lo peor y más podrido del sistema político mexicano y del que Felipe Calderón es un resumen.
Porque es claro el destino de México Libre en las urnas: será derrotado. Pero al Impresentable eso no parece importarle.
En el camino al desprecio electoral hay espacio para el negocio político, conseguir escaños, diputaciones, regidurías, quizá alguna alcaldía. Vivir del presupuesto como ha sido la historia de la familia Zavala-Calderón.
Y volver, aunque sea por unos meses, a la megalomanía de creerse El Salvador de la Patria. Porque en la orfandad de la oposición algunos piensan que Calderón puede encabezar un bloque de contrapeso al presidente Andrés Manuel López Obrador.
Cada quien sus cuitas. El Impresentable en su ladrillo de poder es menos peligroso ahora que al mando ilegítimo de las fuerzas armadas, es cierto, pero el problema no es él.
Son los grupos lastimados por la lucha contra la corrupción de la 4T, los empresarios, intelectuales, periodistas, fanáticos religiosos y organizaciones criminales que perdieron sus privilegios y esperan una oportunidad de recuperarlos.
Al costo que sea. Y el fundador de México Libre cumple los requisitos: no le importó desatar la mayor ola de violencia desde la Guerra Cristera, sacrificar miles de vidas y entregar el territorio del país a manos privadas con tal de aferrarse a la silla presidencial.
Es parte del riesgo. Los consejeros del INE que avalen la presencia de Calderón en las boletas electorales deberán asumir su responsabilidad histórica.
Ojalá que en 2021, cuando el Impresentable reciba una nueva lección del desprecio nacional, no sea demasiado tarde.
Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service.
Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.
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