No hay un solo condado de Estados Unidos sin mexicanos o latinos en su territorio. Pero la contundencia del dato no mejora su existencia en ese país, y menos en este año electoral
Por Alberto Nájar / X: @anajarnajar
Como cada cuatro años empezó la temporada de piñatas migratorias en Estados Unidos.
La tradición se cumple paso a paso: candidatos de todo tipo enfocan sus campañas en el peligro que, según ellos, representan los extranjeros que residen en sus vecindarios.
Los medios publican datos falsos sobre el impacto en empleos y servicios públicos, y exageran la información sobre algún hecho violento con personas migrantes involucradas.
Hay insultos y agresiones en las calles, escuelas y comercios contra cualquier persona de piel morena o que no hable inglés. En algunos casos la violencia incluye el asesinato.
Las policías locales no investigan estas agresiones, o si lo hacen será inútil, porque difícilmente los agresores serán sancionados.
Este 2024 de nuevo Donald Trump es el más estridente en el discurso, pero no es el único. Desde hace ocho años hay una suerte de competencia para ver quién supera al magnate.
Al final del día, la violencia no cambia la realidad: hace varias décadas que se modificó el mapa demográfico de Estados Unidos.
De acuerdo con el censo de 2020 no existe un solo condado de ese país sin personas mexicanas o de América Latina:
Los mexicanos son la principal población migrante en la mayoría de las entidades de Estados Unidos, de acuerdo con el Centro de Investigación Pew:
Ciertamente, los mexicanos han estado presentes en suelo estadounidenses desde antes que naciera ese país. Los habitantes originales se quedaron en su territorio –California y Nuevo México- después que fue robado por Estados Unidos.
La mayoría fueron expulsados en las primeras décadas del siglo pasado, cuando se desató una profunda ola de xenofobia por la crisis económica conocida como la Gran Depresión.
Al paso de los años la mayoría de estas personas regresaron, ya sea por migración definitiva o como parte del Programa Bracero.
Pero de acuerdo con el Centro Pew, la población mexicana empezó a aumentar en la década de los 80, y se profundizó a partir de 1995 tras el colapso financiero llamado en México El error de diciembre, y que en el resto del mundo se bautizó como Efecto Tequila.
Los datos se encuentran en el siguiente vínculo.
Los mapas demuestran la total ausencia de realidad que viven los electores estadounidenses, especialmente los votantes de la derecha.
No es cierto que existe una invasión migrante, como reclaman, porque hace tiempo que están allí.
En todo caso, si a presencia poblacional vamos, en muchos casos los invasores serían los nacidos en Estados Unidos.
Pero además del nuevo perfil demográfico hay otros datos que desmienten el discurso fascista sobre la pérdida de empleos y el impacto fiscal de la migración en servicios públicos.
Por ejemplo, la Secretaría de Relaciones Exteriores señala que los mexicanos pagan anualmente 324 mil millones de dólares de impuestos a Estados Unidos.
Además, contribuyen con más del doble que los estadounidenses en recursos para gasto social y servicios como el de salud o seguridad pública:
Es una cara de la realidad del Estados Unidos en 2024. La otra es que, a pesar de la contundencia de los números, la comunidad mexicana carece de la influencia que correspondería a su casi total presencia territorial.
No existe una organización política nacional que abogue por los derechos de los mexicanos ante la Casa Blanca, el Capitolio o el Senado como sí lo tienen, por ejemplo, los cubanos.
Eso impide su defensa ante políticas públicas o legislaciones que les perjudican. Tampoco cuentan con un mecanismo eficiente para bloquear a candidatos racistas, algo indispensable en tiempos electorales como los de ahora.
Los mexicanos en Estados Unidos son muchos, pero no votan, en buena medida porque quienes tienen posibilidades no adquieren la doble nacionalidad que les convertiría en ciudadanos con todos los derechos.
Es una especie de apatía histórica que algunos estudiosos ubican, entre otras razones, a la nostalgia por la tierra, la idea permanente de regresar algún día a México.
Hay otros elementos, como las dificultades para comprobar el derecho a la ciudadanización, y los obstáculos legales que suelen aplicar los distintos gobiernos de ese país.
Pero el resultado es el mismo, con todas sus realidades: durante unos meses las personas migrantes, entre ellas millones de mexicanos, serán el objeto favorito de la politiquería.
Y a partir de noviembre, cuando concluya la pachanga electoral, la vida recuperará su normalidad.
Hasta dentro de cuatro años, cuando empiece una nueva temporada de piñatas migratorias.
Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service.
Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.
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