Memoria en el espacio público: antimonumentos de la CDMX

13 julio, 2022

En todo México, las calles gritan lo que la justicia ignora. Los Antimonumentos nos urgen a no olvidar los crímenes del Estado y su deuda histórica con las víctimas de la violencia. La Glorieta de las y los desaparecidos es un acto de memoria viva por la verdad, la justicia y la reparación del daño

Por Yadira González* y Montserrat Castillo** / Twitter: @ReverdeSerC

En todo México, las calles gritan lo que la justicia ignora. Durante los últimos años hemos observado cómo la protesta social ha evolucionado hacia el uso más frecuente de formatos de expresión permanente en el espacio público que trascienden a la movilización. Una serie de Antimonumentos en la Ciudad de México, nos urgen a no olvidar algunas de las deudas y crímenes más graves del Estado mexicano, en exigencia de verdad y justicia para las víctimas y la no repetición de graves violaciones a los derechos humanos.

El Antimonumento de la matanza de Tlatelolco del 2 de octubre de 1968 a orillas del Zócalo del centro histórico y del Halconazo de 1971 sobre la calle de Humboldt, representan espacios de memoria sobre dos de los crímenes de Estado más graves en la historia del país durante el siglo XX. Uno de sus principales perpetradores, el ex Presidente Luis Echeverría, murió imputado por el delito de genocidio en días pasados a los 100 años de edad.

A más de 50 años de haberse cometido estos crímenes y tras haber instaurado el periodo de terrorismo de Estado, el gobierno mexicano ha omitido una respuesta digna y satisfactoria ante la exigencia de verdad, justicia y reparación para las familias de las víctimas y sobrevivientes.

La llamada guerra contra el narcotráfico instaurada en el 2006 por el ex Presidente Felipe Calderón, trajo consigo una ola de violencia y violaciones a los derechos humanos con implicaciones e impactos que se experimentan hasta nuestros días. El memorial a víctimas de la violencia, instalado como forma de resignificación de la renombrada Estela de Paz en 2012, significó uno de los primeros esfuerzos para la disputa permanente en el espacio público sobre la narrativa oficialista de la guerra en el país. Este acto, realizado por el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, tuvo como finalidad visibilizar a las víctimas de la guerra que hasta ese entonces eran únicamente criminalizadas por el gobierno y los medios de comunicación.

Tiempo después, a siete meses de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, después de haber convocado a la sociedad de manera masiva a movilizarse en protesta, las familias de los normalistas y grupos aliados instalaron sobre Paseo de la Reforma, el Antimonumento +43, en exigencia a la presentación con vida y en memoria  de los jóvenes estudiantes. El signo “+” busca visibilizar a todas las víctimas de desaparición en México. En el 2015, año de su instalación, la cifra oficial de víctimas de este crimen de lesa humanidad ascendía a 26 mil personas.

La Antimonumenta frente al Palacio de Bellas Artes fue instalada en el lugar por mujeres, madres y familiares de víctimas de feminicidio y grupos feministas en el marco de la movilización por el #8M en 2019. La obra, que ha sido replicada en diversos estados de la República como estandarte de la lucha feminista, ha sido objeto de diversos ataques por parte de particulares a lo largo de estos años.

Durante los últimos dos años, se han realizado acciones de memoria a través de instalaciones en dos glorietas emblemáticas en la Ciudad de México. La que fuera conocida como la Glorieta de Colón, fue objeto de críticas y cuestionamientos por su inherente perspectiva colonialista. En sintonía con las críticas, el gobierno local encabezado por Claudia Sheimbaum, propuso la instalación de una cabeza de mujer indígena tras su remoción en octubre de 2020 para llevar a cabo su restauración. 

Esta oportunidad fue aprovechada por un grupo de mujeres que el 25 de septiembre de 2021, cruzaron las vallas que resguardaban el pedestal del monumento para instalar en su lugar la silueta de una mujer con el puño en alto, renombrándola como la Glorieta de las Mujeres que luchan.

La glorieta y sus posteriores instalaciones complementarias “el jardín somos  memoria” y “el tendedero de denuncias y protestas”, son un esfuerzo de madres, familiares y mujeres en defensa de la vida digna en México para reclamar al Estado su omisión al derecho a la vida libre de violencia para las mujeres, así como para dar nombre y rostro a las víctimas de feminicidios en la ciudad y en el país para visibilizar a las mujeres que con su esfuerzo y lucha defienden la vida, la tierra, el ambiente y los derechos humanos.

Tal como la Antimonumenta en Bellas Artes, la Glorieta de las Mujeres que Luchan ha experimentado diversas agresiones por parte de particulares, e incluso de parte del gobierno de la Ciudad quien de manera inicial cubrió los nombres de las mujeres que el monumento buscaba visibilizar y en diversos momentos ha destruido parte de los montajes de la instalación. Bajo la consigna de “no nos borraran” las mujeres reescribieron los nombres en homenaje aquellas a quienes se busca reconocer. Actualmente, la Glorieta se encuentra en proceso de defensa y en espera de la resolución de la CDHCDMX ante la queja interpuesta por el grupo ante el temor por las muestras públicas por parte del gobierno de la Ciudad que son interpretadas como señales de la inminente remoción del espacio de memoria que han instaurado.

Familiares de personas desaparecidas tomaron en mayo de este año el lugar que era conocido como la “Glorieta de la Palma” en Paseo de la Reforma para resignificarla mediante la instalación de fotografías de las personas desaparecidas en México. 

La oportunidad se presentó para las familias ante la remoción de la palma icónica del lugar debido a su antigüedad. En su lugar el gobierno de la Ciudad de México planteó sembrar un árbol de ahuehuete. Las familias de personas desaparecidas decidieron adoptar el ahuehuete sembrado como guardián de las y los desaparecidos en México. Para el momento de su siembra, la tragedia en México rebasaba la cifra oficial de 100 mil personas desaparecidas, la mayoría de ellas como resultado de la estrategia de guerra contra las drogas y militarización del país.

A estas experiencias debemos sumar los testimonios de impunidad que brindan los antimonumentos por el caso de los 49 niñxs víctimas fatales en el caso de la guardería ABC, el antimonumento de la discoteca News Divine, el antimonumento por los 72 migrantes muertos en la masacre de San Fernando, el Antimonumento de Pasta de Conchos y de David y Miguel jóvenes secuestrados en 2012 rumbo a Ixtapa Zihuatanejo.

Por el derecho a la memoria viva en el espacio público. Por la verdad, justicia y reparación para las víctimas.

*Yadira González es hermana de Juan González Hernández, desaparecido en 2006 en el límite de los estados de Guanajuato y Querétaro, integrante de Desaparecidos Querétaro, Unidas Siempre Buscando y Familiares en Búsqueda María Herrera.

**Montserrat Castillo es Coordinadora de Desarrollo Institucional en ReverdeSer Colectivo e integrante solidaria de Familiares en Búsqueda María Herrera. 

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