Medio ambiente y la 4T: un balance necesario

16 diciembre, 2022

Hay una narrativa que sostiene que al actual gobierno de México no le interesa el medio ambiente y que actúa constantemente en su contra. Es preciso hacer un balance más serio que permita apreciar méritos y señalar pendientes y contradicciones de la 4T en materia ambiental.

@etiennista

Cualquier persona bien informada en la materia sabe del inmenso daño a los bienes comunes y a los derechos humanos causados por el neoliberalismo en México. Lo saben en primera instancia quienes más padecieron tres décadas de despojos y agravios: pueblos indígenas, comunidades rurales y sectores pobres urbanos y periurbanos en todo el país. También fue plenamente documentado y condenado por parte de tribunales éticos internacionales como el Tribunal Permanente de los Pueblos, capítulo México, y el Tribunal Latinoamericano del Agua.  De manera que cualquier balance serio de la política ambiental de este gobierno tendría que partir de esa trayectoria o ‘línea base’, y entender en qué medida se han frenado (o acelerado) los procesos de degradación ecológica y de abuso a las comunidades que habitan (y defienden) los territorios. O, dicho de otro modo, la tarea es evaluar en qué medida nos estamos alejando de la visión mercantilista y la naturaleza expoliadora del neoliberalismo.

Y es aquí donde la cosa se pone más interesante y donde podemos, más allá de consignas y narrativas simplistas, apreciar el conjunto de realidades que conforman ‘la realidad’. Esta no es una tarea fácil y requiere de un trabajo arduo y profundo que involucre a diversas disciplinas y saberes y que recoja el testimonio de las personas y comunidades que más claramente pueden valorar si existe un cambio en la forma de abordar la problemática del modelo de desarrollo dominante, del cual podríamos decir que todos, en mayor o menor medida, formamos parte.

Una de las personas más capaces y con mayor estatura moral para hacer un balance socioambiental es Víctor Toledo, exsecretario de Semarnat entre mayo de 2019 y septiembre de 2020, cuando dejó su cargo a raíz de las disputas ideológicas y de grupos de interés a nivel federal y el impacto de todo ello en su salud. El pasado 8 de noviembre conversó con Julio Astillero y brindó algunos apuntes preliminares sobre un balance que – me alegar saber – piensa realizar hacia el final del sexenio. Resalto aquí algunas reflexiones de Víctor Toledo que me parecen importantes en aras de ir construyendo dicho balance.

Primero que nada, es importante recordar que la emergencia planetaria no solo tiene que ver con la crisis climática y la extinción masiva de especies (un millón en riesgo de desaparecer de acuerdo con la COP15 sobre biodiversidad que se celebra en Montreal), sino con la mayor desigualdad social de la historia de la humanidad, donde un 15% de los seres humanos detentan el 85% de la riqueza mientras entre 60 y 80% de la población mundial tiene apenas el 2% (datos de Toledo). En este sentido, dentro de los dos proyectos políticos en disputa solo el obradorismo busca atender la pobreza y construir una sociedad menos desigual.

Por otro lado, si algo caracteriza a la política ambiental de la 4T son los claroscuros y en todo caso las contradicciones frente a lo que podemos considerar avances, como lo son la defensa de los maíces nativos (manteniendo fuera del territorio el maíz genéticamente modificado), el impulso a la agroecología y a la milpa, buscar erradicar el uso de glifosato, el no otorgamiento de concesiones para minería a cielo abierto, el mantener a raya el fracking (¿es así?), la expansión del territorio en conservación mediante nuevas y ampliadas Áreas Naturales Protegidas, entre otros.

Como lo plantean Wendy Bazán Landeros y Gabriela Torres-Mazuera en este análisis, una de las áreas más contradictorias tiene que ver con el desarrollo rural ya que, por un lado se impulsa un modelo de desarrollo de tipo agroecológico con miras a la autosuficiencia y el consumo interno, mientras que simultáneamente se fortalece el modelo agroindustrial – dependiente de combustibles fósiles y altamente contaminante – primordialmente dirigido a la exportación.

En lo energético ocurre algo parecido. La soberanía energética está al centro de las visiones más progresistas que reconocen que solo el Estado puede realizar una transición energética justa – no así el mercado y las corporaciones guiadas por la búsqueda de utilidades y del mejor retorno a sus inversiones. Y, sin embargo, en el afán de corregir los abusos de actores privados y recuperar el papel del Estado, formas comunitarias de soberanía energética quedaron perdidas en la noción de ‘lo público’ y marginadas en el marco regulatorio de la llamada reforma eléctrica.

En el tema del agua tenemos también profundas contradicciones. Por un lado, ha habido acciones de remediación y justicia hacia pueblos indígenas en torno al agua y Morena no ha sido un partido que promueva la privatización de los servicios de agua y saneamiento. Pero al mismo tiempo se mantiene el sistema de concesiones y por tanto el acaparamiento del agua, la corrupción parece perpetuarse en la Conagua y el partido mayoritario (así como los demás) aún nos debe la Ley General de Aguas que reemplace la Ley de Aguas Nacionales salinista.

Y así, podemos y debemos seguir con muchos temas y sobre todo hacerlo de forma mucho más profunda que cualquier pretensión de este texto, que más que otra cosa es una provocación para lograr tener una discusión más seria sobre algo que a toda persona despierta y sensible importa.

Desde una mirada muy personal, me atrevería a decir que, en el escenario político-partidista actual, la agenda ambiental, al menos desde una perspectiva de justicia ambiental, pertenece al obradorismo, y no a la oposición a la que poco parece interesar la justicia, reducir desigualdades o incluso conservar la naturaleza más allá de la imagen que México proyecta hacia el exterior.

Dicho esto, nada se puede atribuir solamente a un gobierno, puesto que este, en todo caso, recoge demandas y responde a luchas sociales. Pero me parece que es momento de hacer balances más justos y sobre todo más útiles para enfrentar los enormes desafíos que tiene el país y el poder contribuir positivamente a la crisis planetaria.

Nota: siendo la última columna de Lo Posible de 2022, deseo a las y los lectores una amable Navidad, momentos de alegría y al menos un poco de descanso para enfrentar mejor lo que viene.

Profesor de ecología política en University College London. Estudia la producción de la (in)justicia ambiental en América Latina. Cofundador y director de Albora: Geografía de la Esperanza en México.